Lanzarote redefine el turismo sostenible con la Carta +30

La isla canaria fortalece su compromiso con un modelo turístico responsable y abre el debate sobre la necesidad de establecer límites al crecimiento

Lanzarote ha vuelto a situarse en la vanguardia del turismo responsable. Treinta años después de convertirse en el primer territorio del mundo en adoptar la Carta Mundial de Turismo Sostenible, la isla ha renovado su compromiso con un documento actualizado: la Carta +30. Esta iniciativa, presentada durante la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible celebrada en noviembre, establece la hoja de ruta para las próximas décadas y refuerza una filosofía que ha guiado el desarrollo de la isla desde mediados de los noventa.

El presidente del Cabildo de Lanzarote y La Graciosa, Oswaldo Betancort, considera que esta renovación no es un mero acto simbólico, sino una necesidad imperativa. "El destino turístico no puede desarrollarse al margen del territorio, de la cultura ni de la comunidad que lo habita", afirma. Para Betancort, la sostenibilidad no es un eslógano de marketing, sino un principio rector que debe permear todas las decisiones políticas y económicas.

Un legado de tres décadas

En 1995, cuando la conciencia ambiental aún no ocupaba un lugar central en las agendas políticas globales, Lanzarote ya había comprendido que su futuro dependía de proteger sus paisajes únicos y su identidad cultural. La adopción de la primera Carta Mundial de Turismo Sostenible representó una declaración de principios que anticipó debates que hoy son universales. Aquella decisión permitió a la isla construir un modelo turístico propio, reconocido internacionalmente, basado en el respeto al medio ambiente y en la ordenación inteligente del crecimiento.

Desde entonces, la sostenibilidad se ha integrado en múltiples aspectos de la gestión insular. La planificación urbanística ha priorizado la protección del territorio, mientras que la promoción turística ha incorporado criterios de responsabilidad ambiental. Los centros de arte, cultura y turismo han funcionado como ejemplos de esta visión transversal, al igual que las políticas de movilidad, gestión del agua y transición energética. Cada medida, explica Betancort, ha exigido "coherencia, constancia y decisiones a largo plazo, incluso cuando no son las más fáciles de tomar".

El debate sobre los límites

Uno de los temas más controvertidos que la Carta +30 plantea es la necesidad de establecer límites al flujo de visitantes. Betancort defiende abiertamente la conveniencia de abrir esta discusión: "No solo es necesario, es imprescindible. Hablar de límites no es ir contra el turismo, es protegerlo". Esta afirmación responde a la creciente presión que soportan los destinos turísticos consolidados, donde la masificación puede comprometer la calidad de vida de los residentes y la conservación del entorno.

La isla ha experimentado un crecimiento turístico significativo en las últimas décadas, lo que ha generado tensiones en infraestructuras, servicios y ecosistemas. La falta de regulación clara sobre el número de visitantes puede llevar a la saturación, afectando tanto a la experiencia del turista como al bienestar de la población local. Por eso, la Carta +30 incorpora mecanismos para que la planificación se base en datos objetivos y en el interés general, priorizando la calidad sobre la cantidad.

Datos, planificación y participación

Para Betancort, combatir el sobreturismo requiere dejar atrás las decisiones improvisadas y apostar por la planificación estratégica. "Necesitamos conocer mejor los impactos del turismo, el cambio climático y los límites del territorio", señala. Este conocimiento debe traducirse en políticas públicas que anticipen problemas en lugar de reaccionar a ellos. La Carta +30 establece un marco metodológico para recopilar información, analizar tendencias y diseñar escenarios futuros.

La participación ciudadana es otro pilar fundamental. La comunidad local debe estar en el centro de las decisiones que afectan su entorno y su economía. El modelo de Lanzarote ha buscado siempre compatibilizar el desarrollo económico con la preservación de la identidad insular, involucrando a empresarios, residentes y administraciones en un diálogo constante.

Un referente internacional

El compromiso de Lanzarote con la sostenibilidad ha trascendido sus fronteras. La isla se ha convertido en un laboratorio de ideas que inspira otros destinos. Su experiencia demuestra que es posible generar riqueza a partir del turismo sin comprometer los recursos naturales y culturales que lo hacen posible. Sin embargo, Betancort advierte que no se puede dormir en los laureles: "Hemos avanzado mucho en conocimiento y en discurso, pero no siempre al mismo ritmo en la acción".

La Carta +30 nace precisamente para cerrar esa brecha entre teoría y práctica. El documento recoge lecciones aprendidas en tres décadas y establece objetivos concretos y medibles. No se trata de declaraciones de buenas intenciones, sino de un plan de acción que compromete a la institución insular y a sus agentes sociales.

Desafíos futuros

Entre los retos más urgentes figuran la transición energética y la gestión del agua, dos recursos críticos en una isla volcánica con limitaciones naturales. La dependencia del turismo intensifica la demanda de estos recursos, lo que exige soluciones innovadoras y una mayor eficiencia. La Carta +30 incorpora metas específicas en estos ámbitos, alineadas con los objetivos de desarrollo sostenible.

Otro desafío es mantener la coherencia en un contexto de cambio político. Las decisiones de largo plazo a menudo chocan con los ciclos electorales, pero la sostenibilidad requiere estabilidad y continuidad. Betancort insiste en que la Carta +30 debe servir como hoja de ruta institucional, trascendiendo gobiernos y garantizando que el modelo sostenible persevere.

Más allá del turismo

Aunque el turismo es el motor económico de Lanzarote, la Carta +30 tiene una visión más amplia. Incide en que la sostenibilidad debe integrarse en todos los sectores, desde la agricultura hasta la industria, pasando por la educación. Formar a las nuevas generaciones en valores de respeto al entorno es crucial para asegurar el futuro del modelo.

La isla también busca diversificar su economía para reducir la dependencia del sector turístico. La investigación científica, las energías renovables y la cultura son áreas con potencial de crecimiento que pueden complementar la oferta turística sin generar presión adicional sobre el territorio.

Un modelo replicable

La experiencia de Lanzarote ofrece lecciones valiosas para otros territorios. La clave no está en copiar medidas aisladas, sino en adoptar una visión holística donde la sostenibilidad sea el eje vertebrador. Requiere liderazgo político, compromiso social y la capacidad de tomar decisiones difíciles a corto plazo para preservar el bienestar a largo plazo.

Betancort concluye que el éxito del modelo depende de la capacidad de adaptación. "El conocimiento nos obliga a actuar con mayor responsabilidad", afirma. La Carta +30 es, en este sentido, un instrumento vivo que debe revisarse y actualizarse periódicamente para responder a nuevos desafíos como el cambio climático o las transformaciones tecnológicas.

Con esta renovación, Lanzarote no solo reafirma su compromiso con el futuro de la isla, sino que envía un mensaje claro al resto del mundo: el turismo sostenible no es una opción, es una necesidad. Y para que sea efectivo, debe basarse en datos, planificación rigurosa y en la defensa del interés común por encima de beneficios particulares.

Referencias

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