El mundo del deporte ha vivido un año marcado por la pérdida de numerosas figuras que, con su talento, entrega y carisma, dejaron una huella imborrable en sus respectivas disciplinas. Desde los banquillos hasta las canchas, desde los ring hasta las montañas, el 2024 ha sido testigo del adiós a leyendas que inspiraron a generaciones.
En el fútbol, el adiós ha sido especialmente doloroso. Figuras como Leo Beenhakker, entrenador de renombre internacional, o Manolo Cardo, técnico español con una larga trayectoria en clubes como el Sporting de Gijón, han dejado un vacío en los vestuarios. También se han marchado jugadores emblemáticos como Hugo Gatti, el 'Loco' que encarnó la pasión argentina en la portería, o Ochotorena, defensa histórico del Athletic Club y la selección española. La lista incluye nombres menos conocidos del gran público pero fundamentales en sus equipos, como Javier Dorado o Argoitia, cuya dedicación no pasó desapercibida para los aficionados más fieles.
Pero el fútbol no solo perdió a quienes pisaron el césped. La figura de Manolo el del Bombo, símbolo de la afición española en los estadios, y la de José Ángel de la Casa, periodista y voz inconfundible del deporte, también se apagaron, dejando un hueco en la cultura futbolística.
En el baloncesto, el luto llegó con la partida de Rafa Rullán, leyenda del Real Madrid y de la selección española, y de Drazen Dalipagic, uno de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos. También se despidió Dick Barnett, campeón de la NBA con los Knicks en los años 70, cuya elegancia en la cancha lo convirtió en un referente.
El boxeo perdió a dos campeones que marcaron épocas: George Foreman, el gigante de los guantes que conquistó el mundo con su poder y su carisma, y Ricky Hatton, el 'Hitman' británico, admirado por su coraje y su conexión con la afición.
En el ajedrez, la partida de Boris Spassky cerró un capítulo histórico. Campeón mundial en 1969, su duelo contra Bobby Fischer en 1972 fue uno de los más emblemáticos de la historia del deporte mental.
Más allá de los deportes de equipo, el mundo del balonmano lamentó la pérdida de García Cuesta, el primer técnico español en forjar una carrera internacional, mientras que el ciclismo dijo adiós a Bernardo Ruiz, pionero de la disciplina en España. Y en el espectáculo deportivo, la partida de Hulk Hogan dejó un vacío en el mundo del wrestling, donde su carisma y su presencia lo convirtieron en una estrella global.
Tragedias también marcaron el año: un accidente de tráfico cobró la vida de Diego Jota y su hermano Andre, mientras que un accidente aéreo se llevó a jóvenes patinadores estadounidenses y entrenadores rusos retirados. En la montaña, las alpinistas Natalia Nagovitsyna y Klara Kolouchova perdieron la vida en sus ascensiones, recordándonos el riesgo inherente a la pasión por lo extremo.
Cada uno de estos nombres representa más que un deportista: son símbolos de esfuerzo, pasión y legado. Su ausencia duele, pero su memoria perdura en cada aficionado, cada entrenador y cada joven que sigue sus pasos.