Marruecos y Mali firman un intenso empate en la Copa África

El encuentro de la jornada 2 estuvo marcado por múltiples interrupciones, lesiones y diez minutos de tiempo añadido

La selección marroquí y la de Mali protagonizaron uno de los duelos más disputados de la fase de grupos de la Copa África, en un encuentro que mantuvo en vilo a los espectadores hasta el último minuto. Disputado el 26 de diciembre a partir de las 21:00 horas, el partido correspondiente a la jornada 2 del torneo continental dejó patente la igualdad entre ambas plantillas, así como una intensidad física que derivó en numerosas interrupciones y hasta diez minutos de tiempo añadido.

Desde el pitido inicial, el choque entre Marruecos y Mali evidenció las altas exigencias tácticas y físicas propias de una competición de máximo nivel. Ambos combinados llegaban con la necesidad de sumar puntos clave para consolidar sus aspiraciones en el grupo, lo que se tradujo en una presión constante sobre el balón y una lucha acrecentada en cada zona del campo. La tensión se palpaba en cada acción, con jugadores dispuestos a llegar a cada balón dividido con máxima determinación.

El desarrollo del encuentro estuvo marcado por una sucesión de faltas y parones que dificultaron el fluir del juego. Precisamente, una de las primeras acciones destacadas llegó con una falta de Dorgeles Nene sobre Eliesse Ben Seghir en campo contrario, situación que anticipó lo que sería una constante durante los noventa minutos. La entrada del futbolista maliense, que entró en el campo sustituyendo a Mamadou Sangaré, resultó ser una de las más polémicas, ya que minutos después veía tarjeta amarilla por un juego peligroso que podría haberle costado más serias consecuencias.

La defensa marroquí, liderada por la experiencia de Nayef Aguerd y la versatilidad de Noussair Mazraoui, tuvo que emplearse a fondo para contener las acometidas del ataque maliense. En una de las jugadas más claras del primer tiempo, Gaoussou Diarra intentó un pase en profundidad para El Bilal Touré, pero el delantero se adelantó y el banderín de fuera de juego anuló la potencial ocasión. Este tipo de acciones reflejó la precisión defensiva de los leones del Atlas, siempre atentos al desmarque de los atacantes rivales.

El centro del campo se convirtió en un auténtico campo de batalla. La entrada de Sofyan Amrabat fue sustituida por Eliesse Ben Seghir en una movida táctica que buscaba mayor profundidad ofensiva. Sin embargo, la fortuna no acompañó al joven talento marroquí, ya que su remate con la derecha desde fuera del área fue detenido por el guardameta rival, demostrando la efectividad de la portería maliense bajo los palos de Djigui Diarra, quien más tarde sufriría una lesión que detendría el juego en varias ocasiones.

Las interrupciones por problemas físicos se convirtieron en un elemento recurrente. La lesión de Mahamadou Doumbia obligó a su sustitución por Kamory Doumbia, mientras que Lassine Sinayoko tuvo que abandonar el terreno de juego para dar paso a El Bilal Touré. Estos cambios forzados alteraron los planes iniciales de ambos cuerpos técnicos, que vieron obligados a reestructurar sus esquemas sobre la marcha. La situación se agravó cuando Lassana Coulibaly también requirió asistencia médica, deteniendo nuevamente el encuentro.

El árbitro, ante la acumulación de parones, tuvo que añadir nada menos que diez minutos de tiempo añadido, una cifra excepcional que reflejó la magnitud de las interrupciones. Durante este período, Marruecos intensificó su dominio territorial y generó las ocasiones más claras. Youssef En-Nesyri, referente ofensivo del conjunto marroquí, dispuso de dos oportunidades de oro. Primero, un remate de cabeza desde el centro del área se marchó por el lado derecho de la portería tras un centro de Ben Seghir desde el córner. Posteriormente, otro disparo raso con la izquierda desde el centro del área fue detenido bajo palos por el guardameta maliense, quien salvó a su equipo del desastre.

La defensa de Mali, comandada por Nathan Gassama y Ousmane Camara, se mostró infranqueable en los momentos decisivos. Los corners a favor de Marruecos se sucedían, pero la zaga maliense, bien organizada, despejaba cada pelota que entraba en su área. En una jugada emblemática, el remate con la izquierda de Nayef Aguerd desde fuera del área, asistido por Jawad El Yamiq, fue rechazado por la defensa, que mantuvo su compostura bajo presión.

El control del juego por parte de Marruecos se hizo más evidente en la recta final. Ismael Saibari, quien recibió una falta de Nathan Gassama en campo contrario, fue sustituido por Soufiane Rahimi en busca de frescura para los últimos minutos. Sin embargo, el conjunto maliense, bien plantado en campo propio, supo sufrir y mantener la igualada. Las constantes interrupciones, incluida la lesión del propio Djigui Diarra, que vio tarjeta amarilla, rompían el ritmo y dificultaban cualquier remontada marroquí.

El árbitro tuvo que intervenir en múltiples ocasiones para frenar las acciones más duras. Anass Salah-Eddine recibió una falta en zona defensiva por parte de El Bilal Touré, mientras que Ousmane Camara intentó un pase en profundidad para Touré, quien nuevamente fue atrapado en fuera de juego. La disciplina defensiva de Marruecos resultó ser una de sus mayores fortalezas, anulando constantemente las intentonas de contragolpe de los malienses.

El encuentro finalizó sin goles, un resultado que reflejó la igualdad sobre el terreno de juego y la efectividad defensiva de ambos equipos. La falta de puntería en los momentos decisivos, combinada con las múltiples interrupciones, impidió que el marcador se moviera. Los cambios tácticos, las lesiones y las tarjetas amarillas marcaron el ritmo de un partido que, pese a todo, mantuvo la tensión hasta el pitido final.

Para Marruecos, el punto obtenido mantiene vivas sus opciones en la fase de grupos, aunque deberá mejorar su efectividad de cara a gol en los próximos compromisos. La presencia de jugadores como En-Nesyri y Ben Seghir ofrece garantías ofensivas, pero la puntería debe afinarse. Por su parte, Mali demostró una solidaridad defensiva excepcional, con Djigui Diarra como figura bajo los palos y una línea de cuatro bien cohesionada que resistió los embates marroquíes.

El balance final apunta a un duelo táctico donde la precaución primó sobre el riesgo. Ambos seleccionadores priorizaron no encajar sobre la búsqueda del gol, conscientes de las implicaciones que tendría una derrota en esta fase del torneo. La Copa África, conocida por su imprevisibilidad, dejó patente una vez más que cualquier rivalidad puede terminar en un equilibrio perfecto cuando la tensión y la responsabilidad alcanzan su punto máximo.

La próxima jornada será decisiva para ambas selecciones, que necesitarán la victoria para asegurar su clasificación a la siguiente fase. La lección de este encuentro es clara: en el fútbol africano, la fortaleza defensiva y la capacidad de sufrir bajo presión son valores tan importantes como el talento ofensivo. Marruecos y Mali lo demostraron con creces en un duelo que, pese a la falta de goles, no careció de emoción ni de intensidad.

Referencias

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