El Toyota Center vibró con un partido memorable entre los Houston Rockets y los Los Angeles Lakers que se decidió en los últimos segundos del último cuarto. En un duelo lleno de emociones, estrategia y jugadas espectaculares, los Rockets consiguieron imponerse gracias a una actuación magistral de Clint Capela, quien se convirtió en el indiscutible protagonista de la noche con su dominio absoluto de la zona pintada.
El encuentro llegaba en un momento crucial para ambas franquicias. Los Lakers, con la presión de mantenerse en los puestos de playoff, y los Rockets, buscando consolidar su rebuild con jóvenes promesas. Sin embargo, nadie esperaba el guión que se desarrollaría en esos doce minutos finales.
El dominio de Clint Capela en la pintura fue absoluto desde el primer minuto del último periodo. Su primera acción fue un lanzamiento de dos puntos que caló en el aro tras una jugada elaborada, estableciendo el tono de lo que sería una actuación dominante. Pero no fue solo en ataque donde el pívot suizo dejó su huella. De manera consecutiva, consiguió dos rebotes ofensivos que mantuvieron vivas las posesiones de los Rockets y frustraron las aspiraciones defensivas de los angelinos.
Aunque falló un lanzamiento posterior, su capacidad para generar segundas oportunidades fue crucial. En total, anotó 8 puntos consecutivos en el último cuarto, todos desde la zona restringida, demostrando una efectividad del 75% en tiros de campo. Su presencia intimidatoria alteró por completo la defensa de los Lakers, que vieron como sus grandes hombres no encontraban respuesta ante la movilidad y envergadura de Capela.
Mientras Capela dominaba el juego interior, la gran sorpresa de la noche llegó de la mano de Bronny James. El hijo de LeBron, recientemente incorporado al plantel, recibió el balón en el perímetro y, sin dudarlo, elevó su tiro. La pelota trazó una parábola perfecta y acabó colándose por la red, provocando la locura de los seguidores visitantes y una sonrisa de orgullo en su padre, que presenciaba el momento desde el banquillo.
Ese triple histórico no solo representó los primeros puntos de Bronny en la NBA, sino que también recortó la distancia en el marcador a solo tres puntos, reavivando las esperanzas de los Lakers en el momento más crítico. La jugada fue especialmente emotiva porque se produjo justo después de que Jae'Sean Tate respondiera con una canasta para los Rockets, creando un intercambio de golpes que mantuvo a los espectadores en vilo.
El banquillo cobró protagonismo con una ráfaga de cambios que modificó el ritmo del encuentro. Los Rockets, conscientes de la necesidad de refrescar a sus titulares, realizaron sustituciones masivas: JD Davison entró por Reed Sheppard, Jae'Sean Tate reemplazó a Alperen Sengun, y el propio Capela volvía a la pista por Jabari Smith Jr. Por su parte, Jeff Green entraba en lugar de Kevin Durant, aunque este último cambio generó cierta controversia entre los analistas.
Los Lakers no se quedaron atrás. Con el partido en juego, decidieron dar descanso a sus estrellas: LeBron James salió para dar entrada a Bronny, creando el primer momento en la historia de la NBA con padre e hijo compartiendo pista. Luka Doncic, quien hasta entonces había liderado el ataque, fue sustituido por Maxi Kleber, mientras que Marcus Smart dejaba su lugar a Adou Thiero y Deandre Ayton a Jake LaRavia.
Estos movimientos tácticos buscaban equilibrar la energía en el tramo final, pero también expusieron la profundidad de ambos planteles. Los entrenadores jugaban sus cartas con precisión quirúrgica, sabiendo que cada posesión podría decidir el destino del encuentro.
La intensidad defensiva se disparó en los minutos finales. Maxi Kleber perdió la posesión por una falta cometida sobre JD Davison, mientras que el propio Davison era sancionado poco después por una infracción defensiva. La arbitraje se volvió estricto, y cada contacto era pitado, lo que fragmentó el juego pero aumentó la emoción.
Una de las jugadas más espectaculares llegó cuando JD Davison taponó un lanzamiento de Maxi Kleber justo cuando el alemán se disponía a anotar. El bloqueo desató una transición rápida que terminó con otra canasta de Capela, asistido por el propio Davison, consolidando la ventaja de los Rockets.
No todo fueron alegrías para Houston, ya que Jake LaRavia taponó un triple a Aaron Holiday, evitando que los Lakers se acercaran en el marcador. El intercambio de tapones simbolizó la tensión defensiva que caracterizó el tramo final.
A falta de dos minutos, los Rockets mantenían una ventaja de cinco puntos. Los Lakers intentaron la heroica con lanzamientos exteriores, pero Luka Doncic falló un triple cuando su equipo más lo necesitaba. Por su parte, Kevin Durant, aunque con poco tiempo en pista, demostró su calidad desde la línea de tiros libres, anotando 3 de 4 intentos en situaciones de presión.
La última posesión fue un reflejo de todo el partido: los Rockets controlaron el rebote defensivo, consumieron el reloj con pases precisos y cuando la bocina sonó, la victoria era suya. El marcador final reflejó un 112-107 a favor de los de Houston, un resultado justo tras su mejor ejecución en el último cuarto.
Este triunfo sienta un precedente importante para los Rockets, que demostraron poder cerrar partidos ajustados gracias a la experiencia de Capela y la frescura de sus jóvenes talentos. Por su parte, los Lakers deben trabajar en su defensa interior y en la contundencia de sus estrellas en momentos decisivos.
La actuación de Bronny James, aunque breve, abre interrogantes sobre su rol futuro en la rotación, mientras que la conexión padre-hijo se convierte en uno de los principales atractivos narrativos de la temporada.
El partido dejó claro que en la NBA, cada cuarto es una historia diferente, y que los héroes pueden surgir de donde menos se espera. Capela, con su trabajo silencioso pero efectivo, se erigió como el gran vencedor de la noche.