El Valencia Basket certificó su condición de gran equipo en la máxima competición continental al conquistar una victoria épica en la pista del Olympiacos. La remontada de trece puntos en el último cuarto, liderada por un imponente Nate Reuvers, permite al conjunto de Pedro Martínez sumar su quinto triunfo seguido en la Euroliga, igualando la mejor marca histórica del club y consolidándose en la segunda posición de la tabla.
El choque en el Peace and Friendship Stadium de Atenas se presentaba como uno de los retos más exigentes del calendario. El ambiente caldeado de la grada y la calidad del rival heleno exigían la mejor versión del Valencia. Y así fue, aunque el camino estuvo lejos de ser sencillo. Los taronjas demostraron una capacidad de resistencia y una fe inquebrantable en su modelo de juego que acabó por doblegar a un Olympiacos que dominó buena parte del encuentro pero quebró en los momentos decisivos.
El inicio del partido reflejó la identidad que ha llevado al Valencia a lo más alto. Una circulación de balón fluida y un acierto envidiable desde el perímetro permitieron a los visitantes anotar quince puntos en los primeros cuatro minutos. Sin embargo, la Euroliga premia la constancia y castiga el relajamiento. El Olympiacos respondió con la misma moneda, empatando el duelo a dieciséis puntos cuando se cumplía el quinto minuto. El intercambio de golpes se convirtió en la tónica de un primer cuarto donde los interiores ejercieron de protagonistas indiscutibles.
Por parte local, Sasha Vezenkov y Nikola Milutinov mostraron su clase en la pintura, mientras que para el Valencia la pareja formada por Jaime Pradilla y Nate Reuvers mantuvo el tipo con solvencia. Consciente de que ese modelo de juego interior le resultaba más cómodo, el Valencia insistió en buscar el juego de pívots. A pesar de generar tiros de calidad, la puntería desde la línea de tres se enfrió, lo que impidió abrir brecha en el marcador. El conjunto heleno, fiel a su estilo, se mantuvo a la zaga sin permitir que los taronjas escaparan.
La calidad individual del Olympiacos emergió con fuerza en el segundo periodo. Tyler Dorsey y Aleks Peters conectaron desde el exterior y un parcial de 10-0 situó a los griegos con diez puntos de ventaja a mediados del cuarto (37-27, minuto 14). Muchos equipos habrían perdido la compostura ante tal contratiempo, pero el Valencia demostró por qué está entre los mejores de Europa. La paciencia en el ataque, la tenacidad defensiva y la chispa de Matt Costello y Jean Montero desde el perímetro permitieron revertir la situación por completo. No solo se recuperó la desventaja, sino que se llegó al descanso con un ajustado 47-49 a favor de los visitantes.
El paso por los vestuarios resultó determinante para el desarrollo del encuentro. El Olympiacos salió con las ideas mucho más claras y una intensidad defensiva que desconcertó al Valencia. Un parcial demoledor de 9-0, comandado por el base Thomas Walkup, obligó a Pedro Martínez a detener el juego con un tiempo muerto. La reacción del técnico catalán surtió efecto parcialmente, pero la tendencia seguía siendo favorable a los griegos. Cuando el reloj marcaba el minuto 29, el Valencia se encontraba trece puntos por debajo (73-60) y mostraba señales de desconcierto en su juego. Milutinov dominaba el rebote ofensivo con autoridad y el Olympiacos parecía haber sentenciado.
Fue entonces cuando la experiencia y la calidad del banquillo taronja se hicieron notar. Dos triples consecutivos, uno de Reuvers y otro de Costello, mantuvieron con vida al Valencia en su momento de mayor apuro. Aunque el tercer cuarto concluía con una desventaja de nueve puntos, el equipo ya había recuperado la conexión necesaria. Josep Puerto aportaba acierto desde el exterior y Jaime Pradilla su intensidad característica en ambos lados de la pista.
El último periodo fue una lección de coraje y eficacia. El Valencia salió con una actitud agresiva que desequilibró por completo al Olympiacos. Pedro Martínez, además, ejecutó una jugada maestra de psicología. Aprovechó una clara palmada al tablero de un jugador local no sancionada para firmar el acta bajo protesta y generar presión sobre el colectivo arbitral. La jugada surtió efecto, pero lo verdaderamente importante fue la respuesta de sus jugadores en la pista.
Nuevos triples de los interiores, ahora con Darius Thompson como protagonista, devolvieron la ventaja al Valencia (82-83, minuto 34). El parcial abierto por los visitantes se consolidó con una defensa asfixiante y un ataque donde cada posesión se trataba con el máximo respeto. Los errores del Olympiacos se multiplicaron y el Valencia, lejos de conformarse, aumentó su ventaja hasta el 87-93 con tres minutos por jugar.
Los últimos segundos fueron un ejercicio de gestión del tiempo y de sangre fría. El Olympiacos intentó la heroica con faltas y triples desesperados, pero el Valencia no concedió opciones. El resultado final de 89-95 certificó una victoria que trasciende lo puramente deportivo. Con este triunfo, el conjunto taronja alcanza once victorias en el torneo y, sobre todo, demuestra que puede competir y ganar en los escenarios más hostiles de Europa.
La actuación de Nate Reuvers fue sencillamente excepcional. Los veintiún puntos del pívot estadounidense, muchos de ellos en momentos críticos, le convierten en el jugador más valorado del encuentro. Su capacidad para anotar desde el perímetro y su presencia en la pintura fueron fundamentales para desmontar la defensa griega. Junto a él, Matt Costello y Darius Thompson aportaron la veteranía necesaria, mientras que Jaime Pradilla y Josep Puerto demostraron que la cantera taronja está más viva que nunca.
El Valencia Basket no solo iguala la mejor racha de victorias consecutivas en Euroliga, sino que lo hace en la cancha de un rival directo y en una de las pistas más complicadas del continente. Este triunfo refuerza la moral del grupo de cara a los compromisos venideros y envía un mensaje claro al resto de competidores: el equipo de Pedro Martínez ha llegado para quedarse entre los grandes. La segunda plaza en la clasificación no es fruto de la casualidad, sino el reflejo de un trabajo constante, una idea de juego clara y una plantilla comprometida con el proyecto. La Euroliga ya sabe que el Valencia Basket es un rival temible.