Gipuzkoa: la inmigración frena el envejecimiento pero no evita la pérdida de peso demográfico

La provincia vasca crece un 1,05% en cuatro años gracias a la población extranjera, que se ha incrementado un 30,2% y evita una caída de 16.000 habitantes

La demografía de Gipuzkoa presenta un panorama complejo de crecimiento contenido y envejecimiento acelerado, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al Censo Anual de Población de enero de 2025. La provincia vasca ha logrado incrementar su número de habitantes, pero a un ritmo significativamente inferior al del resto del Estado y de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), situándose como el territorio histórico con menor dinamismo demográfico en los últimos cuatro años.

Con un total de 733.149 residentes, Gipuzkoa ha experimentado un crecimiento del 1,05% desde 2021, cifra que contrasta con el 1,34% de la CAV y el 3,6% del conjunto de España, que supera ya los 49,13 millones de habitantes. Este modesto avance demográfico guipuzcoano se debe exclusivamente al aporte de la población nacida en el extranjero, que ha emergido como el único motor capaz de contrarrestar las tendencias negativas de la población autóctona.

El dinamismo de la inmigración en Gipuzkoa resulta indiscutible. En apenas cuatro años, el número de personas migrantes ha experimentado un salto del 30,2%, pasando de 78.300 individuos en 2021 a 101.979 en enero de 2025. Esta cifra representa el 13,9% del total provincial, aunque se sitúa por debajo de la media vasca (14,3%) y considerablemente por debajo del promedio estatal (19,26%). Bizkaia registra un porcentaje similar al guipuzcoano, mientras que Álava lidera en la CAV con un 16,6% de población extranjera.

El impacto demográfico de este flujo migratorio resulta crucial. Sin la llegada de nuevos residentes de origen extranjero, Gipuzkoa habría perdido 16.000 habitantes en este periodo, lo que equivaldría a un descenso del 2,5%. Además, la media de edad de la provincia se habría disparado por encima de los 47,4 años, en lugar de los 46,1 años actuales. Este efecto de contención del envejecimiento constituye la principal contribución positiva de la inmigración en un contexto de natalidad mínima histórica.

La pirámide de edad de la población autóctona revela una estructura preocupante. Entre los residentes nacidos en España, los mayores de 80 años superan en número a los menores de 10: 53.000 frente a 51.000. Esta inversión demográfica se extiende a otros tramos etarios. La franja de los 50 a 54 años duplica en volumen a la de 0 a 9 años, mientras que el conjunto de la población entre 50 y 59 años es el doble que la de menores de diez años. La edad media de los nativos ha aumentado en más de 1,1 años desde 2021, evidenciando un envejecimiento estructural que la inmigración solo logra amortiguar parcialmente.

Las comunidades migrantes más numerosas en Gipuzkoa, las de Marruecos y Colombia, que representan el 21,5% del total extranjero, mantienen una edad media de 37,5 años, diez años por debajo de la media provincial. Este rejuvenecimiento relativo aporta oxígeno a una sociedad que, de otra manera, vería acelerado su proceso de envejecimiento. Sin embargo, el volumen insuficiente de este flujo migratorio impide revertir la tendencia general.

Comparativamente, la CAV ha crecido a un ritmo superior al guipuzcoano, alcanzando ya más de 1,9 millones de habitantes. A nivel estatal, el peso de la población migrante ha pasado del 15,3% al 19,3% en el mismo periodo, mientras que en Euskadi lo ha hecho del 11% al 14,3%. Gipuzkoa, con su incremento del 10,8% al 13,9%, sigue la misma línea ascendente pero con menor intensidad.

Los expertos demógrafos advierten que esta dependencia de la inmigración para mantener el volumen poblacional, combinada con tasas de natalidad en mínimos históricos, plantea desafíos estructurales a medio plazo. La provincia necesitaría no solo mantener sino incrementar significativamente el flujo migratorio para garantizar la sostenibilidad de su modelo social y económico, especialmente en sectores como el sistema de pensiones, la atención sanitaria y el mercado laboral.

La tendencia es clara: Gipuzkoa se enfrenta a un doble reto demográfico. Por un lado, debe gestionar el envejecimiento acelerado de su población nativa, con todas las implicaciones sociales y económicas que conlleva. Por otro, debe consolidar su capacidad de atraer y retener población migrante joven que pueda compensar el déficit de natalidad y rejuvenecer la estructura etaria. El futuro demográfico de la provincia pasa inevitablemente por una política activa y sostenida de gestión de la inmigración, sin la cual las proyecciones apuntan a una contracción poblacional inevitable y un envejecimiento extremo.

Referencias

Contenido Similar