La temporada de la NBA está apenas comenzando, pero para los Dallas Mavericks ya se siente como un largo invierno. Con un desastroso balance de 2-6, los de Texas ocupan el último puesto en la Conferencia Oeste, y su ataque es el más ineficiente de toda la liga. El karma parece haberse cebado con ellos tras el controvertido traspaso de Luka Doncic a los Lakers, una decisión que hoy parece más un error estratégico que una apuesta por el futuro.
Mientras Dallas se hunde, Doncic vuela. En su nuevo hogar, el esloveno está firmando una de las mejores campañas de su carrera. En su último partido, ante los Spurs, anotó 35 puntos, repartió 13 asistencias, capturó 9 rebotes y recuperó 5 balones. Con ese desempeño, su candidatura al MVP se fortalece semana a semana. Los Lakers, por su parte, se mantienen segundos en la Conferencia Oeste con un sólido 7-2, superando incluso las ausencias clave como la de Anthony Davis, quien se recupera de una distensión en la pantorrilla.
En Dallas, la situación es crítica. El equipo no sólo carece de ritmo ofensivo —promedian apenas 106,3 puntos por partido, la peor cifra de la NBA—, sino que también sufre una profunda crisis de liderazgo en la cancha. El entrenador Jason Kidd intentó un cambio táctico al mover a Cooper Flagg, el flamante número 1 del draft, a la posición de alero, dejando la dirección en manos de D’Angelo Russell. La apuesta no funcionó: Russell apenas aportó 9 puntos con un 3/10 en tiros y mostró una inconsistencia que ya es habitual en su carrera.
Flagg, por su parte, sigue mostrando destellos de su enorme potencial. Contra los Pelicans, anotó 20 puntos y capturó 9 rebotes, pero falló el tiro decisivo a falta de 3,9 segundos que podría haber empatado el partido. Aunque el joven talento promete mucho, la inexperiencia sigue siendo su principal obstáculo. No basta con tener un jugador generacional si el resto del equipo no puede sostenerlo.
Las lesiones tampoco ayudan. Además de la baja prolongada de Kyrie Irving —quien se recupera de una rotura del ligamento cruzado anterior—, los Mavericks también carecen de Dereck Lively II, lesionado en la rodilla. Ambos jugadores podrían regresar pronto, pero su impacto en un equipo tan desequilibrado es incierto.
El contraste con los Pelicans, rivales en el último partido, es revelador. Nueva Orleans, que llegó sin Zion Williamson ni Jordan Poole, logró imponerse 101-99 y empatar el récord de Dallas. Pero, al tener mejor diferencia de puntos, los Pelicans se quedan por encima en la tabla, dejando a los Mavericks como colistas indiscutibles.
Todo esto lleva a una pregunta inevitable: ¿fue un error traspasar a Doncic? La directiva, liderada por el nuevo propietario Patrick Dumond y el mánager general Nico Harrison, apostó por una estrategia defensiva y de corto plazo. Pero hasta ahora, el resultado ha sido un desastre. Doncic, criticado por su estado físico tras el traspaso, ha respondido con una versión aún más dominante de sí mismo. Mientras, en Dallas, el equipo se desmorona sin su estrella.
La historia de la NBA está llena de traspasos que parecían brillantes en el momento y terminaron siendo desastres. Este podría convertirse en uno de ellos. Los Mavericks necesitan urgentemente un cambio de rumbo, pero con el calendario apretado y la moral por los suelos, la tarea no será fácil. El karma, como dicen, no perdona. Y en Dallas, está cobrando factura con intereses.