Pradales pide a migrantes integrarse plenamente en Euskadi con derechos y deberes

El lehendakari defiende un modelo de doble vía en su discurso de fin de año desde el Palacio de Miramar, con 300.000 migrantes ya establecidos

El lehendakari Imanol Pradales ha dedicado una parte sustancial de su tradicional mensaje de fin de año a las personas migrantes que han escogido Euskadi como su hogar, reconociéndolas como un pilar fundamental de la sociedad vasca contemporánea. La intervención, grabada en el histórico Palacio de Miramar de San Sebastián con vistas a la Bahía de La Concha, ha servido para poner de relieve la profunda transformación demográfica que ha experimentado la comunidad autónoma en las últimas décadas.

Los datos reflejan una realidad incontestable. A comienzos del siglo XXI, la población migrante en Euskadi apenas superaba las 30.000 personas, representando una minoría casi testimonial en el conjunto demográfico. Hoy en día, esa cifra ha experimentado un crecimiento espectacular, superando holgadamente los 300.000 habitantes y consolidándose como un colectivo esencial para el tejido social, económico y cultural del territorio. Este incremento no solo demuestra la capacidad de atracción de Euskadi, sino que convierte la gestión de la diversidad en uno de los desafíos más relevantes para las próximas generaciones.

Durante su intervención, Pradales ha enfatizado que Euskadi es una realidad con identidad propia, construida a lo largo de los siglos mediante el esfuerzo colectivo, el trabajo diario y la colaboración entre sus habitantes. Esta identidad, lejos de ser un concepto cerrado o excluyente, se presenta como un proyecto abierto que se enriquece con la aportación de quienes llegan de otras latitudes. En este marco, el lehendakari ha defendido un modelo de integración que sitúe en el centro la dignidad inherente a cada persona, fortalezca los lazos de cohesión social y garantice una convivencia pacífica, enriquecedora y sostenible para todos los ciudadanos.

El discurso ha hecho una referencia explícita al legado del histórico lehendakari José Antonio Agirre, líder del Gobierno vasco en el exilio durante la posguerra española. Pradales ha invocado su visión humanista de la migración como un proceso fundamentado en el respeto mutuo, el afecto entre comunidades y el reconocimiento de la aportación que cada persona puede hacer a la sociedad que le acoge. Esta referencia histórica no es casual: sirve para enmarcar la política migratoria actual dentro de una tradición de acogida, solidaridad y reconocimiento de la diversidad que, según el lehendakari, forma parte del ADN político vasco.

No obstante, el mensaje ha ido mucho más allá del mero reconocimiento o la retórica bienintencionada. Pradales ha advertido con claridad que la integración constituye un camino complejo, exigente y que requiere compromiso activo y responsabilidad compartida por parte de todos los actores implicados. Ha insistido en la necesidad de construir una relación de doble vía, donde convivan de forma equilibrada derechos y obligaciones, beneficios y responsabilidades. "La libertad de uno comienza por defender la libertad del de enfrente", ha declarado, vinculando explícitamente la convivencia al respeto recíproco, al cuidado de la comunidad en su conjunto y a la comprensión de que los derechos individuales están intrínsecamente ligados a los deberes colectivos.

El llamado más directo y simbólico del discurso se ha dirigido específicamente a las personas migrantes: "Habéis puesto un pie en Euskadi. Os animo a que pongáis los dos". Con esta poderosa metáfora, el lehendakari ha instado a la participación plena, activa y comprometida en la vida social, económica, cultural y política del territorio, más allá de una mera presencia física o residencial. El mensaje es claro: la integración no se consigue con el asentamiento pasivo, sino con la implicación en la construcción compartida del proyecto común.

La defensa de Euskadi, ha argumentado el lehendakari, corresponde a todas aquellas personas que respetan y consolidan activamente los cimientos de la "casa vasca", con independencia de su lugar de origen, lengua materna o circunstancias personales. Esta concepción inclusiva y proactiva redefine la pertenencia en términos de compromiso compartido con los valores que sustentan la sociedad vasca: democracia, solidaridad, respeto a la diversidad cultural y lingüística, y defensa de los derechos humanos.

Finalmente, el mensaje ha concluido con un llamamiento explícito y directo a las comunidades migrantes y, especialmente, a quienes ejercen roles de liderazgo dentro de estas, para que impulsen activamente la construcción de este espacio común de derechos y obligaciones. El lehendakari ha dejado claro que solo mediante la implicación real y efectiva de toda la sociedad, sin exclusiones ni márgenes de indiferencia, será posible fortalecer una identidad compartida fundamentada en la igualdad, el respeto, la convivencia y el reconocimiento de la diversidad como riqueza.

Además de las consideraciones filosóficas y políticas, el discurso ha aludido a los desafíos prácticos que plantea esta transformación demográfica. La necesidad de políticas públicas efectivas en materia de vivienda, empleo, educación y acceso a servicios sociales se presenta como condición indispensable para que la integración no quede en mera retórica. La formación lingüística, especialmente en euskera y castellano, la homologación de títulos académicos y la lucha contra la discriminación estructural son áreas donde la acción institucional debe ser decidida y coordinada con las entidades sociales.

El contexto europeo actual, marcado por el ascenso de discursos xenófobos y el cuestionamiento de los modelos de convivencia plural, hace especialmente relevante el mensaje del lehendakari. En contraste con propuestas que apelan a la cerrazón y la exclusión, Euskadi se posiciona como territorio que entiende la diversidad no como amenaza, sino como oportunidad de enriquecimiento colectivo. Esta postura, sin embargo, requiere una pedagogía constante y la activación de mecanismos de participación real que permitan a las personas migrantes ser protagonistas de su propio proceso de integración.

Referencias

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