Nueva York se convirtió en el escenario de una nueva exhibición de calidad en la NBA. Los Knicks demostraron una vez más su capacidad para resolver encuentros complicados al imponerse por 130-125 a los Pelicans de Nueva Orleans en un duelo que mantuvo la tensión hasta el último segundo. La figura indiscutible del encuentro fue Jalen Brunson, quien firmó un doble-doble de 28 puntos y diez asistencias que resultó decisivo en los momentos críticos.
El Madison Square Garden presenció un espectáculo ofensivo en los primeros veinte minutos, donde ambos conjuntos mostraron una efectividad superior al 50% en tiros de campo. Los Pelicans llegaron al descanso con una ventaja de tres puntos (75-72), gracias a un juego fluido que explotaba las ventajas en transición. Sin embargo, la segunda mitad trajo consigo un cambio de ritmo notable, con defensas más agresivas que redujeron el anotado pero incrementaron la emoción.
El último cuarto se convirtió en un intercambio de golpes constante. Con 3:36 minutos por jugar, el electrónico mostraba un empate a 117 que reflejaba la paridad del enfrentamiento. Fue entonces cuando Brunson y Jordan Poole protagonizaron un duelo particular desde la línea de tres puntos, intercambiando canastas que mantenían la incertidumbre.
La jugada que marcó el rumbo definitivo llegó a falta de 1:06 minutos para la conclusión. Tras un triple errado por el propio Brunson, el base de los Knicks recuperó el rebote ofensivo y, con una penetración magistral, anotó un flotador justo dentro de la línea de fondo que colocaba a Nueva York por delante 124-121. Esta canasta no solo rompió el empate, sino que inyectó moral a unos Knicks que saboreaban la victoria.
Los intentos de remontada de Nueva Orleans se centraron en Zion Williamson, quien había estado imparable durante toda la noche. Sus tiros libres acercaron a los Pelicans, pero Brunson volvió a aparecer con una bandeja en movimiento que sentenciaba las opciones visitantes. Los tiros libres de Deuce McBride en los últimos dieciséis segundos, cuatro sin fallo, aseguraron el triunfo para los neoyorquinos.
Mientras Brunson dirigía las operaciones, el apoyo de sus compañeros resultó fundamental. OG Anunoby aportó un sólido doble-doble de 23 puntos y 11 rebotes, demostrando su versatilidad en ambos lados de la pista. La presencia de Karl-Anthony Towns, con 12 puntos y 12 rebotes, aportó la experiencia necesaria en la pintura.
Sin embargo, la gran sorpresa de la noche fue Mohamed Diawara. El joven francés, en apenas su tercera titularidad en la NBA, estableció un récord personal con 18 puntos, superando con creces sus anotaciones previas (nunca había superado los cinco puntos). Su actuación en el primer cuarto, donde anotó 13 puntos, resultó clave para que los Knicks mantuvieran el ritmo ofensivo inicial.
Por parte de los Pelicans, Zion Williamson demostró por qué es considerado una de las grandes promesas de la liga. Sus 32 puntos, máximo de la temporada para él, fueron una constante amenaza para la defensa neoyorquina. El dúo formado por Saddiq Bey y Jordan Poole, con 26 puntos cada uno, complementó perfectamente la actuación de Zion, mientras que Trey Murphy III añadió 21 puntos desde el perímetro.
El encuentro presentó dos caras claramente diferenciadas. La primera mitad estuvo dominada por el ataque, con ambos equipos explotando las transiciones rápidas y los espacios abiertos. Los Pelicans, especialmente, encontraron comodidad en el juego exterior, convirtiendo oportunidades claras desde la línea de tres puntos.
La segunda mitad, sin embargo, vio una intensificación defensiva que obligó a ambos conjuntos a buscar opciones más elaboradas. Los Knicks, bajo la dirección de Brunson, mostraron mayor capacidad para ejecutar en los momentos de presión. La capacidad de Brunson para crear su propio tiro, así como para generar oportunidades para sus compañeros, resultó la diferencia clave.
La defensa sobre Williamson en el último cuarto, aunque no pudo detenerlo completamente, logró que sus puntos fueran menos eficientes y más forzados. Por su parte, la falta de contención defensiva sobre Brunson en los minutos finales costó caro a los Pelicans.
Este resultado extiende la racha positiva de los Knicks a tres victorias consecutivas, consolidando su posición en la parte alta de la Conferencia Este. La capacidad del equipo para resolver partidos cerrados habla de una madurez competitiva que los convierte en un rival temible para cualquier adversario.
Por el contrario, los Pelicans suman su cuarta derrota seguida, una racha que preocupa en Nueva Orleans. A pesar de las buenas actuaciones individuales, la falta de cierre en los momentos decisivos y los problemas defensivos en los últimos minutos son aspectos que el cuerpo técnico deberá corregir con urgencia.
La victoria de los Knicks refuerza la confianza de un equipo que aspira a competir por las posiciones de privilegio en su conferencia. La química entre Brunson y sus nuevos compañeros, especialmente con Towns, mejora partido a partido, lo que augura un futuro prometedor para el conjunto neoyorquino.
Para los Pelicans, la derrota plantea interrogantes sobre su capacidad para mantener la regularidad necesaria en una conferencia tan competitiva como la Oeste. La actuación de Williamson es una garantía, pero necesitan mayor aportación colectiva en defensa y una mayor eficiencia en los momentos decisivos.
El duelo entre Knicks y Pelicans dejó claro que en la NBA, los partidos se deciden por detalles. La capacidad de Jalen Brunson para asumir responsabilidades en los minutos finales, combinada con la sorpresa de Mohamed Diawara y el apoyo sólido de sus compañeros, resultó suficiente para superar a unos Pelicans que, pese a la excelente actuación de Zion Williamson, no pudieron cerrar el encuentro a su favor. Los 130-125 finales reflejan un espectáculo ofensivo, pero también la importancia de la ejecución en los momentos de máxima presión.