Buccaneers en crisis: opciones de playoffs pese al desastre

Tampa Bay, con 8 derrotas en 10 partidos, depende de sí misma y de otros resultados para conquistar la NFC Sur

Los Tampa Bay Buccaneers viven una de las paradojas más sorprendentes de la temporada NFL. Con un balance de 7-9 y una segunda mitad de campaña para el olvido, el equipo de Todd Bowles mantiene intactas sus opciones de clasificación para los playoffs. Sin embargo, esta posibilidad matemática contrasta brutalmente con la realidad sobre el terreno: un vestuario fracturado, un juego descompensado y una sensación generalizada de desgaste que amenaza con hacer implosionar el proyecto antes de que llegue el momento decisivo.

El equipo de la bahía de Tampa inició su 50ª temporada con un brillante 3-0 que generó expectativas considerables. Al llegar al descanso intermedio, el registro de 6-2 parecía consolidar a los Buccaneers como candidatos serios a la división. Pero lo que vino después ha sido un colapso histórico que ha dejado a la franquicia al borde del abismo emocional y deportivo.

Desde que regresaron de su semana libre, los Buccaneers han perdido siete de ocho compromisos, incluyendo una racha actual de cuatro derrotas consecutivas. Lo más preocupante no es tanto la cantidad de reveses, sino la naturaleza de los mismos: todos por cuatro puntos o menos, lo que refleja una incapacidad crónica para cerrar partidos y ejecutar en momentos críticos. El domingo pasado cayeron 20-17 en Miami ante unos Dolphins que, pese a no estar en su mejor momento, encontraron en Tampa un rival que parecía haber tirado la toalla mentalmente.

Tensiones internas y falta de liderazgo

El ambiente en el vestuario ha llegado a un punto de ebullición. Todd Bowles, entrenador principal del equipo, ha comenzado a referirse públicamente a "ciertos jugadores" como parte del problema, una declaración poco habitual en un mundo donde la responsabilidad colectiva suele ser la norma. Esta evasiva ha generado más dudas que certezas sobre quién o quiénes están minando el proyecto desde dentro.

Mike Evans, uno de los líderes indiscutibles del equipo y receptor abierto de referencia, no anduvo con rodeos tras la derrota en Miami: "Jugamos como si estuviéramos listos para irnos a casa". Esta frase resume el estado de ánimo de un plantel que parece haber perdido la fe en el sistema y, quizás, en sí mismo. Las discusiones en la línea lateral se han convertido en una constante, con jugadores confrontando abiertamente durante los partidos.

Un episodio revelador ocurrió precisamente ante los Dolphins. El corredor Bucky Irving protagonizó un altercado con los linieros ofensivos, visiblemente frustrado por el bloqueo recibido. La situación escaló hasta el punto de que Tristan Wirfs, tackle izquierdo de Pro Bowl que se encontraba lesionado, tuvo que intervenir para calmar los ánimos. La imagen de un jugador fuera de acción actuando como mediador habla por sí sola de la descomposición del grupo.

Tras el partido, tanto Evans como el veterano apoyador Lavonte David dirigieron palabras al equipo. Su liderazgo, sin embargo, parece insuficiente para revertir una dinámica que ya dura demasiado tiempo. Baker Mayfield, mariscal de campo y otra de las caras visibles, lo definió con claridad: "Esta es nuestra última oportunidad y es obvio".

La matemática que mantiene con vida a Tampa

Pese al caos, los Buccaneers dependen de sí mismos para conquistar la NFC Sur. La próxima semana reciben a los Panthers de Carolina, un rival directo con récord 8-8. Una victoria en ese compromiso, combinada con una derrota de Atlanta ante Los Ángeles Rams el lunes por la noche o en la Semana 18 contra New Orleans, otorgaría a Tampa su quinto título de división consecutivo.

El hecho de que un equipo con balance perdedor pueda levantar el trofeo divisional resulta controvertido, pero no es inédito en la historia reciente de la NFL. Para los Buccaneers, sería el segundo título con récord negativo en los últimos años, un dato que refleja tanto la debilidad relativa de la NFC Sur como la capacidad del equipo para mantenerse a flote en momentos críticos, aunque sea por los pelos.

Sin embargo, incluso logrando el milagro de clasificarse, las perspectivas son sombrías. Tampa recibiría en el Raymond James Stadium uno de los poderosos equipos de la NFC Oeste en la ronda de comodines. Seahawks, 49ers o Rams representarían un salto de calidad enorme respecto a los rivales que los Buccaneers han enfrentado en su racha negativa. La diferencia de nivel sería tan abismal que muchos analistas consideran la clasificación de Tampa como un mero trámite antes de una eliminación temprana y probablemente contundente.

Análisis de los problemas específicos

El colapso de los Buccaneers no tiene un único culpable, sino que es un fracaso sistémico en todas las facetas del juego. El ataque, dirigido por Mayfield, ha mostrado una tendencia preocupante a perder balones en momentos decisivos. La toma de decisiones del mariscal de campo ha sido cuestionada, y la falta de protección del línea ofensiva no ayuda a que la situación mejore.

La defensa, supuestamente el pilar del equipo bajo la tutela de Bowles, ha sido una sombra de sí misma. La presión al quarterback es inexistente con demasiada frecuencia, los placajes fallan en situaciones elementales y las coberturas presentan huecos que rivales de medio pelo han sabido explotar. Los grandes jugadas concedidas se han convertido en la tónica de un grupo que parece haber perdido la agresividad que le caracterizaba.

Los equipos especiales, a menudo el termómetro de la disciplina de un plantel, han cometido errores costosos que han inclinado la balanza en contra en varios de los partidos perdidos por la mínima. En una liga donde los márgenes son tan estrechos, estos detalles marcan la diferencia entre ganar y perder.

Bowles lo resume con crudeza: "Nos estamos disparando en el pie en cada oportunidad. Eso comienza conmigo. Tengo que entrenarlos mejor. Ellos tienen que jugar mejor, y luego tenemos que averiguar cómo podemos dejar de cometer nuestros errores para avanzar".

El calendario que desnudó las carencias

La racha negativa de Tampa incluye derrotas ante Patriots, Bills y Rams, equipos con mayor talento y mejor ejecutados. Pero lo verdaderamente alarmante ha sido lo sucedido en las últimas cuatro semanas. Los Saints, Falcons, Panthers y Dolphins, con récord combinado de 27-36, han conseguido doblegar a los Buccaneers sin necesidad de un esfuerzo sobrehumano.

Estos rivales, teóricamente asequibles para un aspirante a playoffs, han expuesto las carencias tácticas y mentales de Tampa. Cada derrota por cuatro puntos o menos representa una oportunidad desperdiciada, un fallo en la ejecución en el momento preciso en que el equipo más necesitaba acierto.

La última oportunidad de redención

El partido contra Carolina no es solo un trámite para mantener vivas las esperanzas de playoffs. Es un examen de supervivencia para la credibilidad de todo el proyecto Bowles. Una derrota ante los Panthers, combinada con la racha actual, podría significar cambios drásticos en la estructura del equipo antes de que termine la temporada.

Mayfield lo deja claro: "No hay más juegos de temporada regular en el calendario. Tenemos este de vuelta en casa y se trata de ejecución, X's y O's, sentimos que teníamos un buen plan al entrar, y los jugadores tienen que cumplir". La presión recae sobre los hombros de cada integrante del plantel, desde las estrellas hasta los suplentes.

Evans, por su parte, apela a la experiencia y el conocimiento del rival: "Atacar la semana, salir y ser el equipo más físico, el equipo más disciplinado. Quiero decir, estamos súper familiarizados con los Panthers". La familiaridad con el adversario debería ser una ventaja, pero también un recordatorio de que Carolina conoce igual de bien las debilidades de Tampa.

Perspectivas y futuro inmediato

El escenario más probable dibuja a los Buccaneers ganando a los Panthers y dependiendo de un tropiezo de Atlanta para proclamarse campeones de división. Sin embargo, esa victoria hipotética no borraría los problemas estructurales que han llevado al equipo al borde del abismo.

La NFL es una liga de resultados inmediatos donde las excusas no tienen cabida. Bowles sabe que su puesto está en juego. Mayfield comprende que su futuro como titular depende de un desenlace positivo. Evans y David, veteranos con legado en la franquicia, no quieren que su último capítulo sea un ejercicio de mediocridad.

El domingo contra Carolina no decidirá solo el destino de la NFC Sur. Marcará el rumbo de una franquicia que, pese a contar con Tom Brady en su haber reciente, parece haber perdido la brújula que la llevó a la gloria. La matemática puede ser generosa, pero el fútbol americano no perdona. Y los Buccaneers están a un paso de comprobarlo de la peor manera posible.

Referencias

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