Una advertencia oficial de China ha desencadenado una ola de cancelaciones de viajes hacia Japón, con alrededor de 500.000 boletos aéreos anulados en cuestión de días. Este impacto directo en el sector turístico nipón se produce en medio de una creciente tensión diplomática entre las dos potencias asiáticas, desatada por declaraciones de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sobre la posible intervención militar en caso de un conflicto en Taiwán.
La crisis comenzó hace dos semanas, cuando Takaichi afirmó ante el Parlamento japonés que una agresión china contra Taiwán podría justificar la participación de fuerzas japonesas en apoyo a la isla. Su argumento se basó en el principio de legítima defensa colectiva, destacando la proximidad geográfica entre Taiwán y las islas japonesas más cercanas —a solo unos cien kilómetros—. Esta postura, aunque no representa una declaración de guerra, fue interpretada por Beijing como una amenaza directa a su soberanía.
La reacción china no se hizo esperar. Pekín exigió una retractación inmediata y convocó al embajador japonés para expresar su descontento. La situación se agravó aún más el 8 de noviembre, cuando el cónsul general chino en Osaka, Xue Jian, publicó en X (antes Twitter) un mensaje amenazante que parecía dirigirse a Takaichi: “cortar ese cuello sucio”. Aunque el mensaje fue borrado poco después, Tokio respondió convocando al embajador chino para una protesta formal.
El viernes anterior, el gobierno chino emitió una advertencia oficial a sus ciudadanos: evitar viajar a Japón en el corto plazo. Esta medida, aunque no es una prohibición oficial, ha tenido efectos inmediatos y contundentes. Según el analista de aviación independiente Li Hanming, las reservas activas de vuelos desde China hacia Japón cayeron de 1,5 millones a solo un millón en apenas dos días —una reducción del 33%, muy por encima de la caída habitual del 5% diario.
“Si las tensiones continúan escalando, es muy probable que veamos aún más cancelaciones”, advirtió Li en declaraciones a la AFP. Las tres principales aerolíneas chinas —Air China, China Eastern y China Southern— han ofrecido reembolsos completos para vuelos reservados hasta el 31 de diciembre, una medida que busca mitigar el impacto en los pasajeros y evitar una crisis de confianza.
Las agencias de viajes chinas han reaccionado de forma desigual. Algunas, como una gran empresa estatal, han eliminado por completo las opciones de viaje a Japón de sus plataformas digitales. Otras, como una agencia con sede en Beijing, han dejado de aceptar nuevas reservas. Sin embargo, hay operadores que mantienen sus tours activos, confiando en que la situación sea temporal y que las relaciones diplomáticas puedan normalizarse en las próximas semanas.
El impacto económico es significativo. Los turistas chinos representan la mayor fuente de visitantes extranjeros en Japón. En los primeros nueve meses de 2025, casi 7,5 millones de chinos visitaron el país, gastando colectivamente más de mil millones de dólares mensuales durante el tercer trimestre. Este gasto representa casi el 30% del ingreso turístico total del archipiélago, lo que convierte a China en un socio clave para la economía japonesa.
La industria hotelera, los comercios minoristas, los restaurantes y los operadores de tours están ya sintiendo la baja en la demanda. Muchos negocios dependen de la estacionalidad del turismo chino, especialmente en ciudades como Kioto, Osaka y Tokio, donde los visitantes chinos suelen concentrarse. La caída repentina de reservas pone en riesgo la rentabilidad de muchas empresas, especialmente aquellas que no tienen un flujo constante de turistas de otros países.
Desde el punto de vista diplomático, la situación es delicada. Japón ha intentado mantener un equilibrio entre su alianza con Estados Unidos y su necesidad de mantener relaciones comerciales estables con China. La postura de Takaichi, aunque coherente con la política de seguridad japonesa, ha sido vista por algunos analistas como una escalada innecesaria en un momento de alta sensibilidad regional.
China, por su parte, utiliza el turismo como herramienta de presión diplomática. Esta no es la primera vez que Pekín emite advertencias de viaje para influir en las decisiones políticas de otros países. En el pasado, ha recurrido a esta estrategia contra Corea del Sur, Australia y Filipinas, con resultados variables pero siempre con un impacto económico inmediato.
Para los viajeros, la situación genera incertidumbre. Quienes ya tienen reservas pueden optar por cancelar sin penalización, pero quienes planeaban viajar en los próximos meses deben evaluar cuidadosamente los riesgos. Las autoridades japonesas han instado a la calma, asegurando que los servicios turísticos siguen operando con normalidad y que no hay amenazas directas a la seguridad de los visitantes.
En resumen, lo que comenzó como una declaración política ha derivado en una crisis económica con consecuencias reales para miles de empresas y empleados en Japón. La tensión entre China y Japón por Taiwán no solo afecta a las relaciones diplomáticas, sino también a los bolsillos de los ciudadanos y a la estabilidad del sector turístico en Asia. Mientras las negociaciones continúan en los pasillos diplomáticos, el sector privado espera que la calma regrese antes de que las pérdidas se vuelvan irreversibles.