Izquierda dividida en Aragón: tres listas para las elecciones del 8-F

Chunta Aragonesista, Podemos, IU y Sumar competirán por separado tras el fracaso de las negociaciones para una candidatura conjunta

La fragmentación vuelve a imponerse en el panorama político aragonés. A pocas semanas de las elecciones autonómicas del 8 de febrero, la izquierda alternativa ha confirmado que concurrirá a las urnas dividida en hasta tres formaciones distintas, tras el estancamiento de las conversaciones para articular una candidatura única que aglutinara a todo el espacio. La Chunta Aragonesista, Podemos, Izquierda Unida y la plataforma Sumar finalmente optarán por caminos separados, una dinámica que se repite desde los comicios de 2023 y que contrasta con experiencias de confluencia exitosas en otras comunidades como Extremadura. El cierre del plazo legal para registrar coaliciones este viernes ha dejado sin margen para nuevos intentos, sellando definitivamente la división electoral en esta comunidad autónoma. Las negociaciones de última hora, caracterizadas por tensiones, vetos mutuos y filtraciones selectivas a los medios, han evidenciado las profundas diferencias estratégicas y personales que impiden articular un frente común. Desde la Chunta Aragonesista, formación con arraigo histórico en la región, se ha mostrado una postura crítica y distante respecto a las maniobras de los partidos estatales. Sus dirigentes han denunciado la falta de una mesa de negociación seria y conjunta con el resto de formaciones, acusando directamente a las direcciones nacionales de Podemos e IU de priorizar sus juegos de tronos internos sobre los intereses electorales de Aragón. La formación nacionalista ha dejado claro que no aceptaría ser mera comparsa de una operación diseñada desde Madrid sin tener en cuenta la especificidad del territorio. La confirmación de Jorge Pueyo, actual diputado en el Congreso adscrito al grupo parlamentario de Sumar, como cabeza de cartel de la Chunta para la presidencia del Gobierno de Aragón, introduce un elemento de complejidad adicional. Pueyo liderará la lista por la circunscripción de Zaragoza, mientras que la secretaria general de la formación, Isabel Lasobras, ha decidido finalmente no participar en el proceso de primarias. Esta decisión interna refuerza el carácter independiente de la candidatura de Chunta, que se presenta con un perfil propio y desmarcado de las lógicas de los partidos estatales. Por su parte, Podemos ha optado por la confrontación dialéctica. La formación morada ha hecho pública su intención de concurrir con una candidatura propia y ha cargado duramente contra el resto de fuerzas de izquierda por no haber aceptado su propuesta de replicar en Aragón el modelo de Unidas por Extremadura. En esa comunidad, Podemos logró tejer una alianza con IU y Alianza Verde que dio buenos resultados en las urnas el pasado 21 de diciembre. El mensaje, aunque no explícito, apuntaba directamente a IU, que en Extremadura sí fue parte de esa confluencia sin necesidad de Sumar. Los dirigentes de Podemos han defendido que su presencia en las elecciones aragonesas es imprescindible para garantizar una oferta nítidamente de izquierdas frente a lo que consideran una deriva insuficientemente progresista del PSOE. Las conversaciones bilaterales mantenidas esta misma mañana entre Podemos e IU, según han confirmado fuentes próximas a ambas formaciones, han terminado en punto muerto. Las discrepancias sobre el reparto de puestos en las listas, la estrategia de campaña y, sobre todo, el papel que debía desempeñar Sumar en una hipotética coalición, han resultado insalvables. Algunas voces internas apuntan a que la inflexibilidad de la dirección estatal de Podemos habría sido el obstáculo definitivo para cualquier entendimiento. La situación deja a IU y Sumar en una posición incómoda. Ambas formaciones deberán decidir si presentan una candidatura conjunta o si Sumar, como marca electoral de referencia del Gobierno central, opta por no concurrir directamente en Aragón. Lo que parece claro es que la coalición tripartita que algunos medios habían barajado como posible nunca llegó a materializarse. El escenario resultante es un mapa electoral fragmentado donde cada formación perseguirá su propio objetivo. La Chunta Aragonesista buscará reforzar su liderazgo en el nacionalismo aragonés y captar el voto descontento con las opciones estatales. Podemos intentará demostrar que mantiene una base social sólida pese a las crisis internas que ha atravesado a nivel nacional. IU y Sumar, si finalmente confluyen, competirán por el mismo espacio de voto progresista y progresista moderado. Los analistas políticos consultados coinciden en que esta dispersión del voto de izquierdas solo puede beneficiar al PSOE aragonés, que se presenta como la única opción de progreso con posibilidades reales de gobernar, y al Partido Popular, que vería cómo su principal alternativa se diluye en múltiples candidaturas. La experiencia de Extremadura, donde la unidad sí fue posible, resalta aún más el fracaso aragonés. Allí, las mismas fuerzas que ahora se niegan a pactar en Aragón lograron superar sus diferencias y presentar una oferta conjunta que obtuvo una representación notable. La pregunta que muchos se hacen es por qué esa fórmula no ha podido replicarse en otra comunidad con características similares. La respuesta parece residir en la falta de liderazgo conjunto y en la persistencia de recelos históricos que ninguna de las partes ha sabido gestionar. La campaña electoral que se avecina estará marcada por estas tensiones internas. Los debates entre formaciones de izquierda probablemente se centrarán más en justificar la necesidad de su presencia separada que en atacar al rival común. Los votantes progresistas se encontrarán con una oferta confusa y dividida, lo que podría generar abstención o un traslado de apoyos hacia el PSOE como voto útil. La situación de Aragón se suma a la tendencia generalizada en el ciclo electoral de 2024, donde la fragmentación fue la norma más que la excepción. Solo Extremadura logró romper esa dinámica, convirtiéndose en un caso aislado que resalta las dificultades de la izquierda española para articular estrategias conjuntas. La geografía electoral de la izquierda en España sigue mostrando fisuras profundas que no se cierran ni siquiera ante la perspectiva de unos comicios cruciales. En Aragón, la batalla por el voto progresista se librará en tres frentes distintos, una situación que los líderes de cada formación justificarán como necesaria pero que, en la práctica, refleja las debilidades estructurales de un espacio político incapaz de articular un proyecto compartido. El 8 de febrero los ciudadanos decidirán si esta estrategia divide o, por el contrario, logra movilizar a sectores diversos del electorado. Mientras tanto, la política aragonesa asiste a otro capítulo de la crisis de confluencia de la izquierda española, con el añadido de que esta vez ni siquiera la proximidad del calendario electoral ha servido para forzar un entendimiento mínimo. La desunión, una vez más, marca el ritmo de la campaña.

Referencias

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