Jaime de los Santos (Madrid, 1978) encarna una de las figuras más complejas y polifacéticas del actual panorama político y cultural español. Su trayectoria profesional combina el activismo partidista, el análisis histórico, la comunicación audiovisual y la creación literaria sin que estas facetas parezcan compartimentos estancos, sino más bien vertientes de una misma vocación: la comprensión y explicación de la realidad española contemporánea. Como vicesecretario de Educación e Igualdad del Partido Popular, su presencia en los medios es constante, pero recientemente ha retomado su faceta de escritor con la publicación de su segunda novela, 'El evangelio según Caravaggio', una obra que sirve como punto de partida para reflexiones que trascienden el ámbito puramente literario.
La conversación sobre esta nueva publicación no tarda en derivar hacia los grandes temas que dominan la agenda política nacional. De los Santos demuestra que, para él, la cultura y la política son espacios inevitables donde se debaten las grandes cuestiones de nuestra época. El feminismo, la homofobia, la relación con Vox y la figura de Pedro Sánchez aparecen naturalmente en el diálogo, revelando cómo el autor entiende su trabajo creativo como un instrumento para explorar las tensiones sociales y políticas que definen a España hoy.
La novela como espejo de la polarización
'El evangelio según Caravaggio' no es una mera excursión histórica sobre el genial pintor barroco italiano. Según el propio autor, la obra utiliza la figura del artista milanés para hablar de la polarización, un fenómeno que De los Santos considera connatural a la sociedad española. "No la inventó Sánchez, es tan española como el buen tiempo", afirma tajante, situando el debate en un contexto histórico mucho más amplio que la coyuntura política actual. Esta afirmación resulta significativa porque desmonta la idea de que la fractura social sea un producto reciente, atribuyéndola a rasgos estructurales de la propia idiosincrasia nacional.
El historiador del arte que hay en De los Santos le permite trazar paralelismos entre la época de Caravaggio y la actualidad. El siglo XVII fue un periodo de profundas convulsiones religiosas, sociales y políticas en Europa, donde la verdad absoluta se disputaba entre facciones irreconciliables. En este sentido, la novela se convierte en un pretexto para analizar cómo las sociedades se fragmentan cuando los consensos básicos se erosionan. El autor sugiere que España vive hoy una versión contemporánea de esa dinámica, donde la política de identidades y la cultura del señalamiento han reemplazado a las viejas disputas teológicas.
El feminismo y la cultura del señalamiento
Uno de los temas centrales en las reflexiones de De los Santos es el feminismo y, más concretamente, la forma en que ciertos discursos progresistas, según su análisis, generan efectos contrarios a los pretendidos. El dirigente popular advierte que "los señalamientos de la izquierda convierten la lucha por la igualdad en un arma para Vox". Esta afirmación resume su tesis principal: que una gestión sectaria y moralizante de las reivindicaciones sociales termina por alienar a sectores moderados y fortalecer a la formación de extrema derecha.
Para De los Santos, el problema no radica en las demandas de igualdad en sí mismas, sino en la forma en que se articulan públicamente. La cultura del señalamiento, entendida como la práctica de identificar y estigmatizar a quienes no se adhieren con suficiente fervor a las causas progresistas, genera un efecto de rechazo en amplios segmentos de la población. Este fenómeno, argumenta, es especialmente visible en el debate sobre la homofobia y los derechos LGTBIQ+, donde la falta de matices en el discurso activista termina por criminalizar posturas simplemente conservadoras, no necesariamente hostiles.
La estrategia comunicativa de ciertos sectores de la izquierda, basada en la presunción de mala fe de sus adversarios, habría creado un caldo de cultivo para que Vox presentase su discurso como una defensa de la libertad de expresión y la corrección política a la inversa. De los Santos insiste en que esta dinámica no es accidental, sino el resultado de una política deliberada que prioriza la movilización de las propias bases sobre el diálogo y la búsqueda de consensos amplios.
Vox y la política de alianzas
Las referencias a Vox son recurrentes en el discurso de De los Santos, no como mera crítica al partido de Santiago Abascal, sino como advertencia sobre cómo se está alimentando su crecimiento. El dirigente del PP argumenta que cada vez que la izquierda recurre a la estigmatización masiva, facilita que la formación de extrema derecha se presente como la única alternativa a lo que ellos denominan "dictadura progre".
Esta postura refleja la compleja posición del Partido Popular respecto a Vox. Por un lado, necesita diferenciarse ideológicamente; por otro, comparte con ellos espacios de gobierno en diversas instituciones. De los Santos navega esta tensión argumentando que la responsabilidad de frenar a la extrema derecha no recae únicamente en la derecha moderada, sino también en una izquierda que, según su visión, ha abandonado el centro y la búsqueda de grandes acuerdos.
El análisis del vicesecretario sugiere que la polarización no es un fenómeno asimétrico, sino que ambos extremos se retroalimentan mutuamente. Mientras Vox capitaliza el rechazo a los "excesos progresistas", la izquierda utiliza la amenaza de Vox para justificar sus propias radicalizaciones. En este juego de espejos, la ciudadanía moderada queda atrapada sin opciones atractivas, lo que a la larga debilita el sistema democrático.
Pedro Sánchez como protagonista de la polarización
Aunque De los Santos reconoce que la polarización no es creación exclusiva del presidente del Gobierno, no duda en señalar que Pedro Sánchez ha sido un maestro en su instrumentalización. La estrategia del líder socialista, basada en la confrontación permanente y la identificación de un enemigo externo o interno, habría exacerbado las divisiones preexistentes en la sociedad española.
El dirigente popular critica que Sánchez ha preferido gobernar para su electorado, no para el conjunto de los españoles. Esta política de "bloques" habría convertido cada debate en una batalla existencial, donde la alternativa no es otra cosa que la catástrofe. De esta forma, argumenta De los Santos, el presidente ha dinamitado los espacios de entendimiento que tradicionalmente habían permitido la gobernabilidad de España.
Una figura polifacética en busca de matices
Lo que distingue a Jaime de los Santos dentro del panorama político español es precisamente su capacidad para articular un discurso que, sin renunciar a sus convicciones conservadoras, busca los matices y la complejidad. Su formación como historiador del arte le proporciona una perspectiva temporal que escapa al presentismo agobiante de la política cotidiana. Como escritor, entiende el poder de las narrativas y la importancia de no reducir al adversario a un estereotipo.
En un momento donde la política española parece atrapada en un bucle de confrontación sin fin, figuras como De los Santos representan un intento por recuperar el pensamiento estratégico a largo plazo. Su novela sobre Caravaggio no es solo un ejercicio de imaginación histórica, sino una herramienta para que los lectores reflexionen sobre cómo las sociedades superan -o no- sus propias divisiones.
La pregunta final que plantea su obra y sus declaraciones es si España será capaz de encontrar un nuevo equilibrio que permita convivir con la diversidad ideológica sin que esto implique una guerra constante. La respuesta, según De los Santos, no depende solo de los políticos, sino de la sociedad civil y de la cultura. Solo desde el reconocimiento de que la polarización es un fenómeno estructural, y no un invento coyuntural, será posible diseñar las antídotos efectivos. Mientras tanto, su voz seguirá siendo una de las más interesantes para entender las tensiones que atraviesan a la derecha española y, por extensión, a todo el sistema político del país.