Monjas ancianas trasladadas por orden judicial en Bizkaia

Cinco religiosas de entre 87 y 101 años fueron evacuadas del convento de Orduña tras una investigación de la Guardia Civil que cuestionó las condiciones de vida

La intervención judicial en el convento de Orduña

La mañana de este jueves se ha vivido una situación excepcional en el convento de Orduña, ubicado en la localidad vizcaína del mismo nombre. Una comisión judicial, encabezada por la titular del Juzgado de Instancia 1 de Bilbao y apoyada por agentes de la Guardia Civil, se personó en el monasterio para proceder al traslado inmediato de cinco religiosas de avanzada edad. La medida, adoptada por orden judicial, responde a las graves irregularidades detectadas en un informe policial sobre las condiciones higiénico-sanitarias del centro.

Las cinco monjas, cuyas edades oscilan entre los 87 y los 101 años, fueron evacuadas hacia un hospital de Bilbao donde serán sometidas a un completo reconocimiento médico. Este protocolo sanitario permitirá evaluar no solo su estado físico actual, sino también las posibles afectaciones derivadas de las circunstancias en las que vivían. La decisión judicial llega después de que las familiares de las religiosas elevaran numerosas quejas ante la imposibilidad de visitarlas con regularidad, lo que generó las primeras alarmas sobre su bienestar.

Antecedentes de la investigación

El origen de esta intervención se remonta a la elaboración de un informe técnico por parte de la Guardia Civil que, tras una inspección ocular y documental del recinto, puso de manifiesto deficiencias significativas en el mantenimiento de estándares básicos de higiene y salubridad. Aunque el documento oficial no ha sido hecho público, fuentes cercanas a la investigación han señalado que las condiciones encontradas eran inadecuadas para personas de tanta edad y vulnerabilidad.

El monasterio de Orduña, dependiente de la comunidad cismática de Belorado (Burgos), ha estado en el centro de la polémica durante los últimos meses. Los familiares de las religiosas ancianas habían manifestado su preocupación por el aislamiento al que estaban siendo sometidas, denunciando restricciones en las visitas que les impedían verificar personalmente el estado de sus seres queridas. Estas denuncias, finalmente, fueron el detonante para que la autoridad judicial solicitara una evaluación policial exhaustiva.

El papel del Arzobispado de Burgos

Una de las aristas más complejas de este caso radica en la situación canónica de las religiosas. Para el Arzobispado de Burgos, estas cinco monjas ancianas representan la única comunidad religiosa legítima del monasterio de Belorado, lo que añade una dimensión eclesiástica al conflicto. La presencia de exmonjas cismáticas cuidando de la comunidad original ha generado tensiones con la jerarquía de la Iglesia católica, que no reconoce la autoridad espiritual de quienes actualmente gestionan el centro.

El cisma de Belorado, que se remonta a años anteriores, ha derivado en una situación en la que dos grupos distintos conviven en tensión: por un lado, las religiosas ancianas que constituyen la comunidad original; por otro, las exmonjas que asumieron el cuidado del convento pero que no están reconocidas canónicamente. Esta división ha complicado la toma de decisiones sobre el cuidado de las personas mayores y ha generado un vacío de responsabilidad que, aparentemente, ha afectado directamente a las condiciones de vida.

Desarrollo de la intervención

La operación de este jueves se desarrolló con total discreción pero con un despliegue logístico considerable. La jueza de Bilbao, acompañada de médicos forenses y agentes de la Benemérita, accedió al recinto monástico sobre las 10:00 horas. Los profesionales sanitarios procedieron a una primera valoración in situ antes de coordinar el traslado hacia el centro hospitalario bilbaíno, donde las religiosas recibirán atención especializada.

El protocolo judicial establece que, una vez finalizadas las pruebas médicas, se elaborará un informe detallado que determinará las medidas de protección a adoptar. Este documento será clave para decidir si las monjas pueden regresar al convento, siempre que se corrijan las deficiencias detectadas, o si, por el contrario, se debe buscar una alternativa residencial que garantice su integridad física y emocional.

Implicaciones y siguientes pasos

La apertura de diligencias judiciales marca un punto de inflexión en este caso. La jueza instructora no solo ha ordenado el traslado temporal, sino que también ha requerido a las autoridades competentes un plan de actuación urgente para resolver la situación del monasterio. Esta medida podría incluir la intervención de servicios sociales, la inspección de edificios y la revisión de los protocolos de cuidado de personas mayores en centros religiosos.

Desde el ámbito legal, esta intervención abre precedentes sobre la responsabilidad de las comunidades religiosas en el cuidado de sus miembros más vulnerables. La legislación española, tanto civil como canónica, establece obligaciones específicas en materia de protección de personas mayores que, en este caso, podrían haberse incumplido. La investigación judicial determinará si existen responsabilidades penales o administrativas derivadas de las condiciones de vida de las religiosas.

Por su parte, las familias han mostrado alivio ante la intervención judicial, aunque mantienen una postura cauta hasta conocer los resultados de las pruebas médicas. Muchas de ellas llevan meses, incluso años, denunciando la falta de transparencia y la imposibilidad de comunicarse adecuadamente con sus familiares en el convento. La esperanza es que, tras este episodio, se establezcan mecanismos de supervisión que eviten situaciones similares en el futuro.

El debate sobre los centros religiosos y la protección de mayores

Este caso ha reavivado el debate sobre la necesidad de regular y supervisar con mayor rigor los centros de vida religiosa que albergan personas mayores. Aunque muchos monasterios y conventos ofrecen condiciones excelentes de cuidado, la falta de controles externos puede generar situaciones de riesgo. Expertos en gerontología y derecho civil han señalado la importancia de aplicar los mismos estándares de calidad que en las residencias convencionales, independientemente de su naturaleza religiosa.

La vulnerabilidad de las personas mayores, unida a la autoridad espiritual que ejercen las comunidades religiosas, puede crear un escenario propicio para el abuso o la negligencia. Por ello, desde distintos sectores se demanda una mayor colaboración entre las autoridades civiles y eclesiásticas para garantizar el bienestar de los religiosos ancianos, muchos de los cuales han dedicado su vida al servicio de la comunidad y ahora se encuentran en situación de dependencia.

Conclusiones

El traslado de las cinco monjas ancianas desde el convento de Orduña al hospital de Bilbao representa una medida excepcional pero necesaria para proteger a personas en situación de extrema vulnerabilidad. La intervención judicial, basada en un informe policial que cuestionaba las condiciones higiénico-sanitarias del centro, pone de manifiesto la importancia de los mecanismos de alerta y protección de personas mayores.

A medida que avance la investigación y se conozcan los resultados de las pruebas médicas, se podrá determinar el alcance real de la situación y las responsabilidades correspondientes. Mientras tanto, este caso sirve como recordatorio de que ninguna institución, por su naturaleza o autoridad, está exenta de cumplir con las normativas de seguridad y bienestar. La protección de las personas mayores debe ser una prioridad absoluta, y las autoridades deben actuar con diligencia cuando se cuestionan sus condiciones de vida, independientemente del contexto en el que se produzcan.

Referencias

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