Take Kubo y su reto con el euskera: libros, apps y mucha memoria

El delantero japonés de la Real Sociedad confiesa sus dificultades para aprender el idioma vasco pese a sus esfuerzos diarios

Take Kubo, el atacante japonés de la Real Sociedad, recibió recientemente el prestigioso premio DV de Oro en un acto celebrado en las instalaciones de este medio. El galardón reconoce su regularidad y constancia durante la pasada temporada, pero también sirvió de escenario para que el futbolista ofreciera una visión íntima de su adaptación a San Sebastián, sus reflexiones sobre la cultura vasca y, sobre todo, su particular batalla con el euskera. Durante su intervención, Kubo repasó anécdotas personales, estableció curiosos paralelismos entre su tierra natal y el País Vasco, y se sinceró sobre los retos que aún le plantea su vida en Donostia.

Una de las revelaciones más destacadas del encuentro fue la facilidad con la que el delantero nipón ha encontrado similitudes entre Japón y San Sebastián. «La ciudad en sí creo que se parece un poquito a Japón», afirmó Kubo, quien no se refería tanto a la arquitectura o el paisaje urbano, sino a algo mucho más profundo: la idiosincrasia de su gente. El futbolista destacó que tanto los vascos como los japoneses comparten un profundo sentido del respeto y una inclinación natural a «pensar en los demás antes que en ellos» y «no ser tan egoístas». Esta percepción, lejos de ser una simple observación turística, la ilustró con ejemplos concretos de su día a día en el vestuario, citando a compañeros como Aihen Muñoz o Igor Zubeldia como representantes de esa filosofía. Para Kubo, estas coincidencias culturales han sido fundamentales para que su integración en el grupo haya sido tan fluida, permitiéndole sentirse cómodo desde prácticamente su llegada.

Sin embargo, no todo han sido facilidades. El mayor obstáculo que el internacional japonés aún no ha logrado superar es, con diferencia, el idioma local. El euskera se ha convertido en su auténtica «asignatura pendiente», un reto que aborda con determinación pero del que también reconoce sus limitaciones. Durante la ceremonia, Kubo confesó con total honestidad los métodos que está empleando para intentar dominarlo: este año ha llegado a comprar libros específicos para estudiar «solo en casa», una iniciativa que demuestra su compromiso personal con la cultura de su ciudad de adopción. No obstante, los resultados no están siendo los esperados. «Es que me cuesta, me cuesta, en plan, aprendo una palabra y a los dos minutos ya estoy 'ala, ¿qué he aprendido?'... es que no me acuerdo, pero bueno en ello estoy», relató entre risas, mostrando una vulnerabilidad poco común en los futbolistas de élite.

La dificultad de retención del vocabulario no es el único problema. El propio Kubo admite que su método de estudio, basado en una aplicación de preguntas en euskera llamada Egunean Behin, no está dando los frutos deseados. «No me estoy enterando mucho», reconoció con humor, aunque esa falta de comprensión no le resta motivación. Su objetivo es claro: no quiere que la gente se ría de él, una preocupación que revela su deseo de integrarse completamente y su respeto por la cultura local. Curiosamente, el único compañero de plantilla que se atreve a hablarle en euskera es el portero Marrero, y el motivo es paradójico: «porque a él le cuesta el español». Esta dinámica entre ambos jugadores refleja la diversidad lingüística del vestuario realista y las estrategias que los futbolistas desarrollan para comunicarse.

Más allá de los retos académicos, Kubo ofreció varias anécdotas que dibujan el retrato de su vida fuera del terreno de juego. Sobre el famoso pintxo-pote, el delantero fue tajante: «no me gusta salir mucho de casa». Esta preferencia por la tranquilidad doméstica contrasta con la vida social típica de San Sebastián, aunque Kubo tiene sus razones. En su hogar disfruta de una comodidad que valora especialmente en invierno: el suelo radiante, un detalle que mencionó con genuina satisfacción. Cuando sí abandona su refugio, su destino favorito es el Monte Igueldo, del que elogia las vistas pero cuya política de acceso le genera cierta perplejidad: no acaba de entender que le cobren por entrar a la zona. En cuanto a la gastronomía local, mostró conocimiento y aprecio por platos típicos, destacando especialmente su predilección por el txipirón a lo Pelayo.

El acto también sirvió para repasar su trayectoria en el club donostiarra y compartir curiosidades sobre sus inicios deportivos. Antes de dedicarse por completo al fútbol, Kubo practicó natación y rugby, dos disciplinas que le habrían podido llevar por otros caminos. Su evolución en la Real Sociedad, sin embargo, ha sido impecable, y el premio DV de Oro certifica esa progresión constante que le ha convertido en un pilar importante para el equipo. Los aficionados presentes en el evento pudieron conocer mejor a su ídolo, quien también se mostró sorprendido por algunas costumbres de la afición txuri-urdin. Sus amigos en Japón, le preguntan constantemente por qué los seguidores saltan de espaldas al celebrar un gol, un ritual que para los locales es cotidiano pero que para un extranjero resulta fascinante.

La historia de Take Kubo en San Sebastián es, en definitiva, un ejemplo de adaptación cultural genuina. Mientras su rendimiento deportivo le ha valido reconocimientos profesionales, su esfuerzo por integrarse en la sociedad vasca va más allá de lo que se espera de un futbolista extranjero. Su batalla con el euskera, aunque complicada, demuestra un respeto auténtico por su entorno. No se trata solo de cumplir un protocolo, sino de querer formar parte de la comunidad con todas sus particularidades. La combinación de su disciplina japonesa con la apertura cultural del País Vasco ha creado un matrimonio perfecto que beneficia tanto al jugador como al club. Aunque reconoce que «en ello estoy», dejando claro que el camino es largo, su actitud muestra que el compromiso no le falta. Y mientras tanto, seguirá disfrutando de su suelo radiante, de las vistas de Igueldo y, sobre todo, de la confianza que le ha brindado la Real Sociedad, que ve en él no solo a un gran futbolista, sino a un ciudadano más de Donostia.

Referencias

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