La fuga internacional de Natalio Grueso llegó a su fin en una tranquila tarde portuguesa de diciembre. Más de dos años después de que decidiera evadir la justicia española, el exdirector del Centro Niemeyer de Avilés fue localizado y arrestado en el sur de Portugal, concretamente en la pintoresca localidad de Olhão, en el Algarve.
El arresto ocurrió el pasado 4 de diciembre, cuando Grueso, de 55 años, disfrutaba de una copa de vino blanco en la terraza de un establecimiento de la zona. Según las fuentes oficiales, el prófugo estaba absorto consultando su tableta, momento que aprovecharon los agentes para proceder a su detención sin incidentes. La imagen contrasta con el perfil de quien las autoridades consideran una "figura central del crimen financiero en España".
La investigación policial
El caso estuvo bajo la lupa del Equipo de Huidos de la Justicia de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil española. Durante meses, los investigadores siguieron pistas que apuntaban a que Grueso había cruzado la frontera para instalarse en territorio luso. La cooperación internacional resultó fundamental para cerrar el cerco.
La Polícia Judiciária portuguesa, a través de su Dirección Sur, mantuvo una estrecha colaboración con los agentes españoles. Este intercambio de información operativa permitió ubicar con precisión el paradero del exgerente cultural, quien había elegido el Algarve como escondite estratégico. La región, conocida por su afluencia turística y población flotante, le permitía mantener un perfil bajo y pasar desapercibido entre residentes y visitantes.
Las autoridades portuguesas confirmaron en su comunicado que la detención se produjo "en estrecha coordinación con la Guardia Civil" y que existían dos mandatos en vigor: una orden de detención europea emitida por España y una alerta roja de Interpol.
Los delitos y la condena
Grueso fue declarado culpable de un delito continuado de malversación de caudales públicos, que se encontraba en concurso medial con otro delito continuado de falsedad en documento mercantil y oficial. Además, le fue imputado un delito societario. Estos cargos derivan de su gestión al frente del emblemático centro cultural asturiano entre 2007 y 2012.
El Centro Niemeyer, diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer, fue un proyecto ambicioso para situar a Avilés en el mapa cultural internacional. Durante su mandato, el centro acogió eventos de alto perfil con figuras como Kevin Spacey, Woody Allen o Wim Wenders. Sin embargo, tras su salida, las investigaciones revelaron irregularidades financieras que terminaron en condena.
El inicio de la fuga
La trayectoria delictiva de Grueso quedó sentenciada en 2023, pero el exgerente no ingresó en prisión. En agosto de ese año, cuando debía presentarse en el centro penitenciario de Asturias, optó por la huida. Durante los siguientes 28 meses, permaneció oculto, moviéndose presumiblemente por diferentes localidades para evitar ser localizado.
Su elección de Olhão como último refugio no fue casual. Esta localidad pesquera, situada en el extremo sur de Portugal, representa el último territorio continental luso antes del océano. Su proximidad a España y su entorno de turismo masivo le ofrecían el anonimato que buscaba. Sin embargo, la presión policial y el seguimiento de sus redes de contactos terminaron por delatar su posición.
Procedimiento judicial posterior
Tras el arresto, Grueso fue puesto a disposición del Tribunal de Évora, donde pasó su primera noche en régimen de prisión preventiva. Posteriormente, fue trasladado al centro penitenciario de Beja, convirtiéndose en su segunda cárcel en territorio portugués mientras se resolvía su situación procesal.
El proceso de extradición o ejecución de la orden europea debe ahora seguir su curso. La cooperación judicial entre España y Portugal, ambos miembros de la Unión Europea, agiliza estos trámites, aunque aún no se ha confirmado la fecha exacta de su regreso a España.
Impacto del caso
La detención de Grueso pone fin a una de las fugas más mediáticas de los últimos años en el ámbito de la corrupción cultural en España. El caso del Niemeyer ha sido un referente de cómo la gestión irregular en instituciones públicas puede dañar proyectos de gran proyección internacional.
Para la Guardia Civil, este arresto representa un éxito más en su lucha contra la delincuencia económica y la corrupción. La UCO ha intensificado sus esfuerzos en localizar fugitivos, con resultados destacables en los últimos ejercicios. La colaboración con cuerpos policiales de otros países se ha convertido en una herramienta esencial para garantizar que los condenados no puedan eludir sus responsabilidades cruzando fronteras.
El Centro Niemeyer, mientras tanto, continúa su actividad cultural, intentando superar la sombra de esta larga pesquisa judicial. La institución ha trabajado en reconstruir su imagen y gestión, alejándose de la etapa que ahora cumple condena.
La captura de Natalio Grueso sirve como recordatorio de que la justicia, aunque lenta, persiste. Su último sorbo de vino blanco en la terraza de Olhão marcó el final de una huida que duró dos años y cuatro meses, pero también el comienzo de su cumplimiento efectivo de pena. La cooperación policial internacional demostró una vez más que las fronteras no son barreras para la responsabilidad penal.