Iñaki Antón, el guitarrista bilbaíno conocido artísticamente como Uoho, formó parte del entramado vital de Extremoduro durante más de veinte años. Su incorporación a la banda se produjo en la década de los noventa, pero fue a partir de 2001, tras la disolución de Platero y Tú, cuando se convirtió en el brazo derecho de Roberto Iniesta, "Robe", de forma definitiva. Juntos recorrieron escenarios de todo el país, forjando una de las trayectorias más respetadas del rock ibérico.
La que debía ser la última travesía de Extremoduro quedó truncada por circunstancias ajenas a la voluntad de sus miembros. La gira de despedida, anunciada con gran expectativa en 2019, sufrió su primera postergación a causa de la crisis sanitaria mundial. Cuando parecía que 2020 podría ofrecer una nueva oportunidad, la situación se repitió, dejando a la formación en un limbo del que ya no saldría.
La gira que nunca llegó
La promotora Live Nation decidió dar carpetazo al proyecto de forma unilateral. Esta resolución dejó a la banda sin la posibilidad de despedirse como se merecían de su público, después de más de tres décadas sobre los escenarios. El guitarrista vizcaíno recuerda con claridad los preparativos: «Teníamos todo preparado, los equipos contratados, los ensayos hechos, y al final se jodió».
La cifra de entradas vendidas ascendía a 400.000 entradas, un número que refleja la magnitud del evento y la expectativa generada entre la fanaticada. La organización de una gira de esta envergadura implica mucho más que la simple logística escénica. «No sólo consiste en gestionar si pones el escenario a dos metros o a tres del público. También tienes que gestionar las expectativas de los que trabajan contigo y de los que quiere ver», señalaba Uoho.
El músico bilbaíno consideraba que el compromiso adquirido con el público debía cumplirse, fuera cuando fuera. «Pensaba que habíamos adquirido un compromiso y que teníamos que cumplirlo cuando fuera, que hubiera sido este año. Iba a terminar de una manera estupenda y al final acabó de repente, con un poso de tristeza», reconoce. La sensación de una conclusión abrupta y desafortunada es evidente en sus palabras: «No hay que darle más vueltas. Pasó y pasó».
El enfrentamiento con la promotora
La decisión de Live Nation de no esperar a que la situación sanitaria se normalizara para reprogramar las fechas fue el detonante de un conflicto que escaló rápidamente. Robe, líder indiscutible de la formación, no dudó en mostrar su desacuerdo públicamente. «No han querido hacer la gira porque no han querido esperar a que pasara la pandemia para poner nuevas fechas, que es lo único sensato que se podía hacer en esta situación», manifestó en un comunicado.
Las declaraciones del vocalista extremeño no cayeron bien en la empresa organizadora, que respondió con una demanda millonaria. La promotora reclamó tres millones de euros por unas supuestas injurias que, según Robe, consistían en «llamarles zoquetes y protestar por las trabas que pusieron al devolver el dinero de las entradas». El músico se defendió argumentando que su postura era justa: «Que no lo digo solo yo: FACUA, la organización de consumidores, también los denunció. Supongo que quieren que los músicos seamos sumisos y no protestemos ante sus atropellos», declaró en una entrevista con 'El Periódico'.
La postura de Uoho
Dos semanas después de que Robe hiciera pública su versión de los hechos, Uoho decidió romper su silencio. El guitarrista tenía muy claro que el público «se merecía esos conciertos» y reconoció que se había hecho todo lo posible para que la gira se materializara «en 2022, en 2023, o cuando fuera». Su intención era encontrar una solución que permitiera despedir dignamente a la banda que tanto había dado a sus seguidores.
La frustración de no poder cerrar el ciclo de la manera prevista dejó una huella profunda en los miembros de la formación. La gira de despedida no era simplemente una serie de conciertos, sino el cierre de un capítulo de más de treinta años de historia, de conexión con una fanbase leal y de momentos compartidos que habían marcado a toda una generación.
El comunicado oficial de despedida
La ruptura definitiva se hizo pública el 17 de diciembre de 2019, cuando la banda emitió un comunicado en el que anunciaba su separación. El motivo principal, según explicaron, fue la falta de compenetración imprescindible entre los integrantes para continuar adelante. «Por eso hemos preferido dejarlo aquí: para quedarnos siempre con el recuerdo de tantos años felices, y porque nos parece lo más honesto», argumentaron.
Esta decisión, tomada meses antes de los problemas con la gira, dejó claro que el proyecto había llegado a su fin por motivos internos. La pandemia y la posterior cancelación de la gira solo sirvieron para acentuar el carácter abrupto y desafortunado de una despedida que no pudo ser como se había planeado.
Un legado incompleto
La historia de Extremoduro terminó con un sabor agridulce. Por un lado, la banda dejó un legado musical innegable, con canciones que se convirtieron en himnos para miles de personas. Por otro, la imposibilidad de despedirse como se merecían de sus seguidores generó un sentimiento de tarea inconclusa.
Uoho, que había dedicado más de veinte años a este proyecto, vio cómo todo terminaba «de repente, con un poso de tristeza». La promotora Live Nation, al optar por no esperar, privó a la banda y a sus fans de un cierre digno. La demanda contra Robe, por su parte, añadió un elemento de conflicto a una situación ya de por sí compleja.
En definitiva, el final de Extremoduro no fue el que sus miembros ni su público deseaban. Una gira de despedida cancelada, 400.000 entradas que tuvieron que ser devueltas, y una demanda millonaria marcaron el epílogo de una de las bandas más importantes del rock español. La pandemia fue el catalizador, pero las decisiones empresariales y los desencuentros internos fueron los responsables de que este capítulo terminara de forma tan abrupta y triste.