Adiós a Jorge Martínez: el rock español pierde a su voz más auténtica

El líder de Ilegales deja un legado imborrable en la música nacional. Compañeros y amigos le despiden con palabras de cariño y admiración.

El universo del rock nacional ha perdido una de sus figuras más emblemáticas. Jorge Martínez, alma máter de la mítica banda Ilegales, ha dejado de existir, dejando tras de sí un vacío que resulta imposible de colmar con simples palabras. La noticia ha sacudido al sector musical, que esta mañana ha hecho una pausa para despedir a quien fuera uno de sus referentes más auténticos y coherentes.

Las primeras reacciones no se han hecho esperar. Víctor Manuel, pionero en apostar por el talento de Martínez allá por 1982, fue uno de los primeros en manifestar su pesar. Gracias a su intercesión con CBS Records, vio la luz la primera maqueta de la formación, un gesto que el cantautor recordaba hoy con una pregunta retórica que resume el sentir de muchos: «¿Alguien pensó alguna vez que Jorge Ilegal era mortal? Imprescindible», escribió en sus redes sociales.

La palabra «imprescindible» también podría aplicarse a la relación que mantenía con sus compañeros de escenario. Willy Vijande, bajista actual del grupo, confesaba estar atravesando un momento «muy jodido y muy doloroso». Y no es para menos: «Se va él y se lleva mucho», muchos proyectos inconclusos y canciones que ya no sonarán con su voz. Pero por encima de la música, lo que más duele es perder a un amigo, «un compañero» en el sentido más profundo del término.

El músico Kike Suárez no tardó en sumarse a los homenajes. Para él, Martínez representaba «uno de los tíos más auténticos y más honestos que hubo en la escena nacional». Una opinión que cobra aún más fuerza si cabe cuando señala: «Y en Asturias, probablemente el más grande». No se equivoca: el legado del artista en su tierra natal es, sencillamente, incomparable.

Jorge Muñoz, conocido por su proyecto Doctor Explosión, elevó el tono del reconocimiento definiendo la trayectoria de Martínez como «una declaración de principios y de coherencia, un derroche de vitalidad que iluminaba todo a su alrededor». Según su testimonio, el líder de Ilegales «vibraba alto», y esa energía se convertía en un «impulso contagioso» para quienes tenían el privilegio de rodearle. «Sabía lo que es la vida y la urgencia de vivir», añadía Muñoz, quien consideraba que su «declaración de principios vital no solo fue esplendorosa, sino también profundamente vehemente».

La conexión con su tierra queda patente en las palabras de Luis Rodríguez, guitarrista de León Benavente, quien tuvo el honor de colaborar en el disco del 40 aniversario de la banda, prestando sus cuerdas para el tema 'Nunca lo repitas en voz alta'. Para Rodríguez, Martínez era «uno los putos mejores músicos de este país», pero también «todo lo contrario a lo que la gente cree». Detrás de esa imagen de frontman contundente se escondía «un tipo con un corazón enorme, un cacho de pan, cariñoso y generoso». Su legado, insiste, es «inigualable» para las generaciones de músicos asturianos y españoles. «Hacía lo que más le molaba, que era la música. Y estuvo hasta el último minuto haciendo música, como debe ser», concluía.

El duelo también llega desde la amistad personal. Loquillo, quien le dedicó su concierto en Gijón hace apenas unas semanas, se despedía de su «camarada» con un emotivo texto. Lo describía como un «personaje de John Ford, arquetipo de sargento, bravucón, borracho y pendenciero, pero querido por la tropa». Una metáfora perfecta para un músico que «empuñaba una guitarra como quien coge con dureza y resolución un subfusil Thompson». Loquillo rememoraba así la época «de cuando el rock era peligroso y visceral», algo que Martínez encarnaba con «la intuición necesaria y el porte de la nobleza heredada». «Real, como la vida, una batalla campal desde el principio», sentenciaba.

Estas palabras dibujan el retrato de un artista único, pero ¿qué fue exactamente Ilegales para el panorama musical? Mucho más que un simple grupo de rock. Fue un movimiento, una forma de entender la música sin concesiones, un puente entre la crudeza del punk y la madurez del rock más elaborado. Durante cuatro décadas, la formación liderada por Martínez se convirtió en un referente de la coherencia artística en un sector donde las modas pasan y las bandas se disuelven.

La clave de su longevidad radicaba precisamente en esa autenticidad. Mientras otros buscaban el éxito comercial a cualquier precio, Ilegales mantuvieron su esencia, su discurso y su forma de entender el oficio. Cada disco, cada concierto, cada entrevista era una reafirmación de sus principios. Y en el centro de todo estaba Jorge Martínez, con su voz inconfundible, su presencia escénica imponente y su capacidad para conectar con el público de una manera que pocos artistas pueden presumir.

Su influencia trasciende lo musical. Para muchos jóvenes de Asturias y del resto de España, descubrir Ilegales fue descubrir una forma de ver el mundo. Sus letras, directas y sin filtros, hablaban de la vida real, de las luchas cotidianas, de la necesidad de ser fiel a uno mismo. En un contexto social y político complejo, la banda se convirtió en la banda sonora de generaciones que buscaban algo más que simple entretenimiento.

El impacto de su pérdida se deja sentir con especial intensidad en Gijón, su ciudad natal. Allí, donde comenzó todo, los fans se han congregado en los lugares que marcaron su historia para rendirle homenaje. Bares donde dio sus primeros conciertos, locales que le apoyaron desde el principio, han sido escenario de improvisados homenajes. La comunidad musical asturiana, muy unida, ha cerrado filas en torno a la memoria de quien consideran su máximo embajador.

Pero el legado de Jorge Martínez no se queda en el recuerdo nostálgico. Su obra sigue viva, y lo seguirá estando. Las canciones de Ilegales continuarán sonando en los reproductores de quienes ya le siguieron en vida y descubrirán a nuevos oyentes. Cada vez que alguien escuche 'La ley del embudo', 'Jungla de asfalto' o cualquiera de sus temas emblemáticos, su espíritu volverá a estar presente.

La música, al fin y al cabo, es inmortal. Y los artistas que han sabido darle alma a sus creaciones también. Jorge Martínez pertenece a esa categoría de músicos que no solo hacen canciones, sino que construyen universos. Universos donde la honestidad es la norma, donde la pasión es el motor y donde la coherencia es la única forma de entender el arte.

En estos momentos de duelo, la frase de Loquillo cobra especial significado: «Hoy, el norte está aún más lleno de frío». Es una metáfora que va más allá de lo meteorológico. El norte de España, y concretamente Asturias, se queda sin uno de sus hijos predilectos. Pero también el norte simbólico, esa brújula artística que siempre supo mantener Ilegales, señala ahora un rumbo más oscuro.

Sin embargo, el frío puede ser también reconfortante. Es el frío que te despierta, que te recuerda que estás vivo. Y la música de Jorge Martínez, con toda su crudeza y su belleza, seguirá haciendo eso: despertando conciencias, moviendo emociones, recordándonos la urgencia de vivir que él tanto predicaba.

Descansa, maestro. Tu batalla ha terminado, pero tu canción, esa que entonaste durante cuatro décadas con una vehemencia inigualable, seguirá sonando. Y cada vez que una guitarra rasgue con actitud, cada vez que una voz grite la verdad sin miedo, allí estarás. Porque los verdaderos líderes no mueren, se convierten en leyenda. Y tú, Jorge, ya lo eras mucho antes de que hoy te despidieramos.

Referencias

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