Joaquín Cortés: Navidad gitana y tradición familiar

El bailarín revela cómo celebra con 150 personas y sus deseos para 2026

Joaquín Cortés, una de las figuras más reconocidas del arte flamenco contemporáneo, ha compartido recientemente sus vivencias sobre las festividades navideñas y los valores que guían su vida. Durante su participación en un acto benéfico organizado por la Fundación Theodora, el bailarín no solo mostró su compromiso social, sino que también abrió las puertas de su intimidad familiar, revelando cómo se viven las tradiciones en el seno de una familia gitana.

El artista aprovechó la ocasión para destacar la importancia de la solidaridad como valor transmisor entre generaciones. «Los niños copian a sus padres y yo quiero que vean que su padre es solidario», manifestó Cortés, subrayando el papel fundamental del ejemplo en la educación de los más pequeños. Esta reflexión cobra especial relevancia en un contexto donde la conexión familiar y la preservación de las raíces culturales se presentan como pilares esenciales.

Las celebraciones navideñas en la familia de Joaquín Cortés representan un auténtico ritual de unión. Cada año, el bailarín abandona sus compromisos profesionales para regresar a Córdoba, donde se mantienen vivas las tradiciones gitanas. «Ya sabéis que soy gitano, entonces, la Navidad en una familia gitana es una maravilla», declaró con orgullo, invitando a imaginar una celebración que reúne a más de un centenar de personas.

La Nochebuena se convierte en el epicentro de esta festividad, donde confluyen miembros de la familia extensa y amigos cercanos. La casa se llena de generaciones: abuelos que transmiten sabiduría, adultos que organizan los festejos, y niños que corren entre risas y abrazos. La música, el cante y el baile flamenco son elementos inseparables de esta celebración.

«Lo pasamos muy bien, además somos todos familia. Hay diferentes generaciones, hay niños, abuelos… y nos estamos todo el rato abrazando porque nos queremos mucho», describió Cortés. Esta declaración refleja la esencia de una cultura donde el contacto físico y la expresión emocional no tienen filtros. El bailarín comparó su retorno navideño con los anuncios publicitarios que muestran el regreso a casa, pero en su caso, se trata de una tradición auténtica.

La familia extensa es uno de los valores más preciados en la cultura gitana, y Cortés lo ejemplifica perfectamente. La celebración amplía sus brazos para acoger a quienes, aun sin lazos de sangre, forman parte del círculo de confianza. Esta inclusividad contrasta con las celebraciones más cerradas de otras tradiciones, mostrando una forma diferente de entender la comunidad.

Más allá de las festividades, Joaquín Cortés mira hacia el futuro con ambición inquebrantable. El artista ha preparado un nuevo espectáculo para reconectar con sus orígenes y con el público español. Después de un período dedicado a otros proyectos, esta vuelta a los escenarios representa para él un renacimiento profesional. «Hombre, claro, imagínate si me han salido los dientes en los escenarios, nunca mejor dicho, y el artista que nace y muere en el escenario», afirmó, dejando claro que la jubilación no forma parte de sus planes.

Los planes para 2026 son ambiciosos y requieren energía inagotable. Por ello, su principal deseo para el próximo año se centra en la salud y la vitalidad. «Pues nada, sobre todo salud. Lo más importante, que siempre lo digo, la salud, lo primero. Luego ya, y el amor. Luego ya lo que es el dinero, el dinero viene y va, los amigos vienen y van. Lo importante es la salud, el amor, la familia y ya está y los seres queridos», reflexionó.

Esta jerarquía de valores pone en perspectiva lo que realmente importa para el artista. Mientras que la fama y el éxito económico son efímeros, la salud, el amor y la familia constituyen los cimientos de una vida plena. Cortés ha demostrado a lo largo de su trayectoria que es posible alcanzar la excelencia sin perder la esencia.

La participación del bailarín en causas benéficas como la de la Fundación Theodora no es un mero gesto protocolario, sino una convicción profunda. «A mí me gusta ser muy solidario aquí y también fuera de España», aseguró, mostrando un compromiso que trasciende fronteras. Esta actitud solidaria se entrelaza con su orgullo cultural, creando un perfil de artista consciente de su responsabilidad social.

La cultura gitana, a menudo estereotipada, encuentra en testimonios como el de Cortés una ventana auténtica a sus verdaderos valores. La celebración navideña que describe no es solo una fiesta, sino una manifestación de resistencia cultural, una forma de mantener viva una identidad construida sobre la base de la unión familiar.

Para Joaquín Cortés, la Navidad es sinónimo de retorno, de reencuentro y de reafirmación identitaria. Es el momento del año donde el artista internacional se convierte de nuevo en el hijo, el sobrino, el primo, el padre que regresa a sus orígenes. Esta dualidad entre la vida global y las raíces locales define su personalidad y su arte.

El compromiso con la solidaridad que demuestra en eventos como el de la Fundación Theodora no es ajeno a esta cosmovisión. En su cultura, cuidar de los demás es una responsabilidad compartida. El hecho de que los niños presencien su activismo filantrópico refuerza esta cadena de valores que trasciende lo meramente individual.

A medida que se acerca 2026, Joaquín Cortés se prepara para una nueva etapa profesional sin descuidar los pilares que sostienen su vida personal. La energía que demandan sus proyectos escénicos la extrae precisamente de esta red de apoyo familiar y emocional que tan cuidadosamente ha mantenido a lo largo de los años.

La celebración navideña que describe, con sus 150 asistentes, sus cánticos, sus bailes y sus abrazos constantes, no es solo una tradición, sino la fuente de la que bebe su creatividad. En cada palma, en cada tiento, en cada expresión de cariño, encuentra la inspiración que luego traslada al escenario.

Finalmente, el mensaje de Joaquín Cortés es claro: el éxito profesional pierde sentido sin la salud, sin el amor y sin la familia. Su vida y su arte son un testimonio de que es posible mantenerse fiel a sus raíces mientras se alcanzan las cimas del éxito internacional.

En una época donde la velocidad y el individualismo parecen imponerse, el bailarín nos recuerda que hay formas de vida donde la comunidad, la tradición y el afecto siguen siendo los verdaderos protagonistas. Su Navidad gitana no es solo una celebración privada, sino una lección de cómo mantener vivas las identidades culturales en el mundo moderno.

Referencias

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