El Gran Premio de Abu Dhabi ha deparado una de las sorpresas más gratificantes de la temporada para los seguidores de Fernando Alonso. El piloto asturiano, que partía desde la sexta posición en la parrilla de salida, ha vuelto a demostrar por qué se le considera uno de los grandes especialistas en las primeras vueltas de la competición. Su actuación en Yas Marina no ha pasado desapercibida, especialmente tras una clasificación que ya dejó boquiabierto al paddock de la Fórmula 1.
La sesión del sábado había sido todo un logro para el bicampeón mundial. Con un monoplaza Aston Martin AMR25 que durante todo el 2025 ha mostrado limitaciones evidentes, Alonso consiguió meterse en Q3 y, lo que es más importante, adjudicarse un lugar en la tercera fila de la parrilla. Este resultado cobra aún más relevancia si consideramos el contexto de una temporada donde las prestaciones del coche han estado muy por debajo de las expectativas iniciales del equipo. La capacidad del asturiano para exprimir al máximo un paquete deficitario se ha convertido en su seña de identidad este año.
La hazaña en clasificación se enmarca dentro de una dinámica particularmente dominante sobre su compañero de equipo. Durante toda la temporada, Alonso ha mantenido un registro impecable de 24-0 contra Lance Stroll en los duelos de parrilla. Esta estadística no solo refleja la superioridad del español en la pista, sino también su capacidad para adaptarse y sacar partido de un vehículo que le ha obligado a luchar en cada sesión por resultados que antes parecían accesibles.
Sin embargo, el domingo es cuando se reparten los puntos, y Alonso salió decidido a hacer valer su buena posición inicial. La magia en la salida que tanto le caracterizó durante su carrera volvió a hacer acto de presencia. En los primeros metros después de las luces rojas, el piloto de Aston Martin ejecutó una maniobra perfecta que le permitió superar de inmediato a George Russell, colocándose quinto en la primera vuelta. Pero no se conformó con ese avance.
Aprovechando el ritmo del coche en las primeras vueltas con neumáticos nuevos, Alonso se acercó a Charles Leclerc y protagonizó un intenso combate por la cuarta posición. Durante varias curvas, el asturiano presionó sin descanso al ferrarista, buscando cualquier rendija para completar el adelantamiento. Leclerc, consciente de la amenaza, respondió con la destreza que le caracteriza, defendiendo su posición con trazadas precisas y aprovechando la potencia del motor de Maranello en las rectas.
La lucha, breve pero electrizante, ilustró el espíritu competitivo que mantiene vivo Alonso pese a las adversidades. Cada intento del español era contrarrestado por la experiencia del monegasco, creando un intercambio de posiciones momentáneo que mantuvo en vilo a los espectadores. Finalmente, en la quinta vuelta, la realidad de los diferenciales de rendimiento entre ambos monoplazas hizo acto de presencia.
George Russell, que había perdido posiciones al inicio, recuperó el pulso de la carrera y aprovechó la superioridad del Mercedes para recuperar la quinta plaza adelantando a Alonso. Este movimiento puso fin a la remontada del asturiano, quien vio cómo el ritmo del Aston Martin no podía mantenerse con los coches de media tabla alta durante un stint prolongado. A partir de ese momento, la estrategia pasó a centrarse en gestionar la carrera desde la sexta posición.
El objetivo para Alonso es claro: finalizar en los puntos y mantenerse por delante de los pilotos que le siguen en la clasificación. Con Gabriel Bortoleto e Isack Hadjar en su retaguardia, el español debe gestionar cuidadosamente el desgaste de neumáticos y el consumo de combustible para asegurar una posición que sería un buen resultado dado el contexto de la temporada.
Mientras tanto, la atención general del campeonato se centraba en la lucha por el título mundial. Max Verstappen, desde la pole position, estableció un ritmo demoledor que le permitió abrir hueco con los McLaren. La sorpresa de la jornada, sin embargo, llegó desde el interior del equipo papaya. Lando Norris, que había salido segundo, vio cómo su compañero Oscar Piastri no dudaba en aprovechar su mejor ritmo para colocarse segundo, generando una situación incómoda dentro del equipo cuando el título está en juego.
La tensión entre los pilotos de McLaren, combinada con la presión de Leclerc desde la cuarta posición, ha creado un escenario explosivo para las últimas vueltas de la temporada. Verstappen parece tener el campeonato bajo control, pero cualquier error podría reabrir la contienda. Norris, atrapado entre su compañero y el ferrarista, deberá decidir entre el interés del equipo y su ambición personal.
Para Alonso, lejos de esa batalla, la satisfacción viene de haber vuelto a demostrar su valía en un fin de semana donde pocos esperaban grandes cosas del Aston Martin. Su capacidad para salvar los fines de semana con actuaciones memorables en clasificación y en las primeras vueltas ha sido el salvavidas de un equipo que ha navegado por aguas turbulentas durante todo el año.
La carrera en Abu Dhabi representa el cierre de un capítulo difícil para el asturiano, pero también la confirmación de que su talento sigue intacto. A sus 43 años, sigue siendo capaz de extraer cada milésimo de rendimiento de su máquina y de generar momentos de emoción genuina para la afición. La lucha con Leclerc, por breve que fuera, será uno de los recuerdos destacados de este último Gran Premio de la temporada.
A medida que los neumáticos se degradan y las estrategias se definen, Alonso mantendrá su enfoque en la gestión conservadora. La sexta plaza sería un resultado digno, un último suspiro de competitividad en un año que ha puesto a prueba su paciencia y determinación. Con los ojos puestos en 2026 y las nuevas regulaciones, el piloto de Oviedo deja claro que su hambre de competición no tiene límites.
El Gran Premio de Abu Dhabi, más allá de la definición del campeonato, ha servido para que una leyenda viva del automovilismo vuelva a dejar su huella. En una temporada de escasas alegrías para Aston Martin, Fernando Alonso ha vuelto a demostrar que la magia no desaparece, solo espera el momento adecuado para brillar.