Análisis táctico: Sporting de Gijón vence a Real Sociedad B con solidez defensiva

El conjunto asturiano se impone en Anoeta gracias a una actuación ordenada atrás y aprovechando una jugada aislada

El Real Sporting de Gijón logró una importante victoria a domicilio ante la Real Sociedad B en el estadio de Anoeta, un feudo que hasta este encuentro había resultado inexpugnable para los visitantes en lo que va de temporada en Segunda División. El triunfo, lejos de basarse en un despliegue ofensivo brillante, se cimentó en una solidez defensiva y una capacidad de competir que el conjunto asturiano demostró durante los noventa minutos. Aunque las ocasiones de gol fueron escasas, el acierto en el momento decisivo permitió a los rojiblancos hacerse con los tres puntos.

El técnico Borja Jiménez vio cómo su plan de juego, con evidentes limitaciones, daba resultado gracias a la entrega colectiva y a un planteamiento pragmático. El análisis del encuentro revela cuatro aspectos tácticos fundamentales que explican el desarrollo del partido y el resultado final.

La primera clave observable fue la facilidad para progresar por las bandas. Desde los primeros compases, el Sporting encontró cómodos canales de transición hacia sus laterales, principalmente porque la Real Sociedad B defendió de forma muy compacta por el centro, cerrando espacios interiores. Esta situación generaba un claro circuito de pase desde los centrales hacia los carrileros, especialmente cuando Justin Smith descendía para ofrecerse como opción adicional en la línea de construcción.

Sin embargo, esta ventaja inicial no se tradujo en peligro real. Una vez el balón llegaba a los pies de los laterales, la jugada estancaba su progresión. La falta de desmarques sincronizados y la escasez de opciones de pase hacia adelante provocaron que en numerosas ocasiones el balón retornara a su punto de origen. Los movimientos de ruptura al espacio no estaban coordinados con la llegada del balón, mientras que las opciones de apoyo tampoco ofrecían seguridad al portador.

La frustración de Borja Jiménez en el banquillo era evidente cada vez que esta dinámica se repetía. El pase al lateral se convertía en un circuito conservador de ida y vuelta que no generaba desequilibrio en la defensa donostiarra. La excepción que confirmó la regla llegó en la jugada del gol, cuando un pase similar -en este caso desde una falta a favor- permitió a Rosas encontrar la carrera de Otero hacia la banda. Este tipo de acciones deben multiplicarse si el Sporting quiere ser más efectivo ofensivamente.

La segunda faceta preocupante fueron las pérdidas de balón en zona propia. Aunque no resultaron determinantes en esta ocasión, los errores técnicos y la falta de apoyo colectivo en la salida crearon situaciones de riesgo innecesarias. En el primer tiempo especialmente, varias concesiones en la medular permitieron a la Real Sociedad B lanzar transiciones rápidas que pusieron a prueba la organización defensiva visitante.

Estos fallos se producían por una combinación de imprecisiones técnicas y una toma de decisiones individual sin alternativas claras. Cuando un futbolista se veía presionado, no contaba con las opciones de pase necesarias para liberarse, lo que forzaba entregas forzadas o despejes inadecuados. El conjunto vasco, con extremos verticales, estaba perfectamente configurado para aprovechar estos regalos.

El tercer punto crítico se situó en el flanco izquierdo de la defensa sportinguista. La Real Sociedad B identificó rápidamente esta zona como vulnerable y dirigió buena parte de sus ataques hacia la espalda de Diego Sánchez. El lateral izquierdo se vio expuesto en múltiples ocasiones, con desmarques que buscaban explotar su dificultad para cubrir espacios diagonales.

En este contexto, Perrin mostró limitaciones para proteger a su compañero. El futbolista no lograba anticiparse a las acciones ni ofrecer el apoyo defensivo necesario, lo que contrastaba con la mayor solvencia que Curbelo mostraba en el costado opuesto, donde su velocidad permitía corregir errores y cubrir espacios con mayor eficacia. La diferencia entre ambos perfiles quedó patente a lo largo del encuentro.

La cuarta clave fue la efectividad en la jugada aislada que decidió el partido. En un contexto de escasa generación ofensiva, el Sporting demostró una capacidad clínica que compensó sus carencias. La acción del gol nació de una falta en campo rival, donde Rosas, con visión, encontró el desmarque de Otero hacia la banda derecha.

Este tipo de acciones, aunque esporádicas, demuestran que el equipo tiene recursos para desatascar encuentros cerrados. La capacidad de encontrar soluciones en momentos concretos es un valor añadido, aunque no debe servir de excusa para no mejorar la fluidez ofensiva. La diferencia entre intentar este tipo de pases con regularidad y limitarse al circuito conservador marca la evolución que debe experimentar el equipo.

En conclusión, el Sporting de Gijón suma tres puntos valiosísimos que le consolidan en la tabla, pero el análisis deja claras las áreas de mejora. La victoria es mérito de una defensa organizada y una competencia inteligente, pero el desarrollo del juego evidencia carencias en la construcción y progresión ofensiva.

Borja Jiménez obtiene una aprobación justa por su capacidad para transmitir competitividad y orden táctico, pero el reto pasa por dotar al equipo de mayor creatividad y seguridad en la toma de decisiones. La regularidad en la salida de balón, la protección de los espacios débiles y la coordinación en ataque son tareas pendientes para un conjunto que necesita crecer si quiere mantenerse en la zona alta de la clasificación.

La victoria en Anoeta es un paso adelante, pero el camino hacia la consolididad pasa por corregir estos defectos antes de que un rival más punzante los castigue. El Sporting tiene la base, pero necesita pulir los detalles para convertirse en un equipo más completo y menos dependiente de la inspiración puntual.

Referencias

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