Italia reina en la Copa Davis: triunfo histórico sin Sinner

Con Cobolli como héroe inesperado, Italia gana su tercer título consecutivo. España, sin Alcaraz, luchó hasta el final.

La Copa Davis volvió a coronar a Italia como la gran potencia del tenis colectivo mundial. En una final vibrante disputada en Bolonia, los transalpinos se alzaron con su tercer título consecutivo, reafirmando su dominio en una competición que, lejos de depender de estrellas individuales, se ha convertido en un escenario ideal para los jugadores de carácter y corazón. Y en esta ocasión, el protagonista no fue Jannik Sinner, ausente por lesión, sino Flavio Cobolli, un joven de 23 años que escribió su nombre en la historia con una actuación épica ante Jaume Munar.

La final comenzó con un claro mensaje: Italia, aunque sin su líder, no iba a ceder terreno. El primer punto lo ganó Matteo Berrettini, quien derrotó a Pablo Carreño en dos sets (6-3 y 6-4) con una exhibición de potencia y elegancia. Berrettini, con su saque devastador y su revés cortado, demostró que, pese a las lesiones que han truncado su ascenso, sigue siendo un jugador de élite en este formato. Su victoria, rápida y contundente, sentó las bases para lo que vendría después.

Pero el verdadero drama se desató en el segundo partido, cuando Cobolli se enfrentó a Munar. El español, con su energía inagotable y su estilo desenfadado, salió como un torbellino y se llevó el primer set por 6-1. Cobolli, visiblemente nervioso y agarrotado, parecía abrumado por la presión. Sin embargo, algo cambió en el segundo set. Las arengas de su equipo, los gritos de "Forza, Ragazzo!", y su propia determinación lo sacaron de la crisis. El italiano encontró su ritmo, y poco a poco, el partido se equilibró.

El segundo set se decidió en un tie-break, donde Cobolli, tras tres intentos fallidos, logró convertir su séptima bola de set. Fue el momento clave: el joven florentino, que apenas dos noches antes había salvado a Italia ante Bélgica, volvía a demostrar su capacidad para brillar en los momentos más difíciles. El tercer set fue una batalla de voluntades, con Munar luchando hasta el último punto, pero Cobolli, con su derecha invertida y su defensa impenetrable, se impuso por 7-5 tras casi tres horas de juego.

La victoria italiana no solo es un logro deportivo, sino también un testimonio de la profundidad y la cohesión de su equipo. Con nueve jugadores entre los cien mejores del mundo, incluyendo dos top-10, Italia ha construido una máquina competitiva que funciona incluso sin sus figuras más destacadas. El seleccionador Filippo Volandri destacó la "conexión" entre sus jugadores y aseguró que este tercer título es "diferente", porque se logró con un equipo de "segunda línea" que demostró ser más que suficiente.

Para España, la derrota fue dura, pero digna. Sin Carlos Alcaraz, el equipo capitaneado por David Ferrer luchó con orgullo y entrega desde febrero hasta noviembre. Munar, en particular, fue un ejemplo de energía y optimismo, jugando como si cada punto fuera el último de su carrera. Carreño, aunque no pudo repetir su nivel del día anterior, mostró su profesionalismo y su compromiso con la causa. La España del "Pueblo", como la llamaron algunos, no tuvo el talento individual de Italia, pero sí el espíritu colectivo que hace grande a cualquier equipo.

El triunfo italiano también tiene un significado más amplio. En un deporte cada vez más dominado por los grandes nombres y los torneos millonarios, la Copa Davis sigue siendo un refugio para los jugadores que no siempre brillan en el circuito individual, pero que encuentran en el equipo su mejor versión. Cobolli, Berrettini, y otros como Darderi o Nardi, son prueba de que el tenis colectivo puede ser un escenario de redención y gloria para quienes no siempre están en los focos.

La celebración en Bolonia fue emocionante. Con más de 10.500 espectadores en las gradas, el himno italiano resonó con fuerza, y los jugadores italianos, con sus cuatro Ensaladeras, posaron con orgullo. Cobolli, el héroe inesperado, dijo que "no podía perder con mi país" y que jugó "con el corazón". Su historia es la de un joven que, a pesar de sus temblores iniciales, encontró la fortaleza para convertirse en leyenda.

En resumen, Italia no solo ganó un título, sino que reafirmó su posición como la potencia dominante del tenis colectivo. Con una mezcla de talento, profundidad y espíritu de equipo, los italianos han creado un modelo que otros países envidian. Y aunque España no logró el triunfo, su actuación merece reconocimiento. En un deporte que a veces olvida el valor del esfuerzo colectivo, la Copa Davis sigue siendo un recordatorio de que, a veces, el corazón puede vencer a la estrella.

Referencias