Miguel Bernardeau, nacido en Valencia en 1997, creció rodeado de cámaras y reflectores, pero eso no significa que se sienta cómodo bajo la mirada constante del público. En una reciente entrevista con El País ICON, el actor abrió su corazón y compartió sus reflexiones sobre la fama, las redes sociales y su evolución profesional tras el éxito de la serie 'Élite'.
Una relación ambivalente con Instagram
Bernardeau confiesa con sinceridad: "Disfruto cuando me desinstalo Instagram, pero también le acabo dando vueltas cuando quiero publicar alguna foto". Esta frase resume perfectamente el dilema que viven muchos jóvenes artistas: la necesidad de mantenerse visibles frente a una audiencia global, frente al deseo de proteger su intimidad. Aunque reconoce que las redes son una herramienta poderosa para conectar con los fans y promocionar sus proyectos, también admite que le generan ansiedad. Por eso, ha optado por una relación intermitente con ellas: las usa cuando le conviene, pero no se deja absorber por su ritmo acelerado.
Una infancia en el mundo del espectáculo
Hijo de la actriz Ana Duato y del productor Miguel Ángel Bernardeau, el joven actor no tuvo que aprender a manejar la fama desde cero. Sin embargo, en su hogar, la profesión nunca fue tema de conversación abierta. "No se habla de la profesión, pero he visto a mis padres gestionar la fama", explica. Esa observación silenciosa le permitió entender, desde muy joven, cómo funciona el mundo del entretenimiento: los altibajos, la presión, la exposición. Pero también le enseñó a no caer en la trampa de la sobreexposición. A diferencia de muchos hijos de famosos, Bernardeau ha construido su carrera con proyectos que lo desafían, alejándose deliberadamente del estereotipo de galán juvenil.
Tras 'Élite': buscar personajes con profundidad
Su papel como Guzmán en 'Élite' lo catapultó a la fama internacional, pero en lugar de repetir fórmulas, decidió apostar por personajes más complejos. En la serie 'Querer', de Alauda Ruiz de Azúa, interpreta a un hombre atormentado, en una historia que aborda temas tan delicados como la violencia de género y el consentimiento. "Hay un salto al vacío a la hora de confiar en un proyecto", reconoce. Para él, cada nuevo papel es una oportunidad de crecimiento, pero también un riesgo que debe asumir con responsabilidad.
Autocrítica y aceptación del caos
Bernardeau se define como una persona autocrítica, que no teme cuestionarse ni revisar sus decisiones. "Me gusta analizar lo que hago, aunque a veces eso me paraliza", admite. Esa actitud le ha llevado a trabajar con directores exigentes y a explorar registros que lo sacan de su zona de confort. También ha aprendido a aceptar que no todo está bajo su control. En el mundo audiovisual, como en el surf —una de sus pasiones—, hay que saber esperar la ola adecuada.
La fama, un fenómeno que no le define
A pesar de que muchos lo reconocen en la calle, Bernardeau no se considera una persona famosa. "No me considero una persona famosa, aunque sé que hay gente que me reconoce", dice con naturalidad. Prefiere que su trabajo hable por él, y que los focos se centren en los personajes que interpreta, no en su vida privada. Su relación con la moda también es relajada: ha desfilado para Louis Vuitton y ha posado en campañas, pero no se ve como un referente de estilo. "Me gusta vestirme bien, pero no me obsesiona", comenta.
En resumen, Miguel Bernardeau es un actor que ha aprendido a navegar entre la fama y la intimidad, entre la exposición y la desconexión. Su evolución profesional refleja una búsqueda constante de autenticidad, y su actitud frente a las redes sociales es un ejemplo de equilibrio en una era de hiperconexión. Para él, el verdadero éxito no está en los likes, sino en los personajes que logra dar vida.