Katy Perry en Barcelona: un espectáculo de videojuego en vivo

Con acrobacias, láseres y hits millenials, la cantante conquistó el Palau Sant Jordi con un show futurista y lleno de nostalgia.

Katy Perry volvió a demostrar por qué sigue siendo una de las reinas del pop comercial con un concierto vibrante, visualmente impactante y cargado de nostalgia en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Con todas las entradas agotadas —18.000 espectadores—, la artista californiana transformó el recinto en un videojuego de ciencia ficción donde ella misma era la heroína cibernética, avanzando por niveles mientras rescataba sus grandes éxitos de la década de 2010.

Desde el primer momento, Perry deslumbró con una puesta en escena que mezclaba tecnología de vanguardia con un toque de fantasía. Voló sobre una mariposa futurista, se balanceó en una esfera colgante, cantó boca abajo y recorrió el escenario con energía inagotable, rodeada de láseres, hologramas y efectos que parecían sacados de una película de ciencia ficción. Su vestuario, inspirado en una armadura de guerrera moderna, evocaba a Wonder Woman, pero con un toque pop y divertido que solo ella sabe llevar.

El público, mayoritariamente de la generación millennial, no fue a escuchar nuevas canciones, sino a revivir la banda sonora de su juventud. Temas como I Kissed a Girl, Teenage Dream o California Gurls sonaron con la misma fuerza que en su momento, provocando coreos, saltos y gritos de emoción. Perry no solo canta, sino que conecta: es esa amiga divertida del instituto que siempre está para animarte, que te saca de la rutina y te hace reír sin importar la edad.

Durante el concierto, la cantante también mostró su lado más cercano y espontáneo. En un interludio casi de stand-up comedy, subió a varios fans al escenario, entre ellos un niño de 12 años y una persona disfrazada de tiburón azul. Con ellos, aprendió palabras en catalán, lo que generó una de las ovaciones más entusiastas de la noche. Incluso se animó a cantar una versión improvisada de 'Testimo, t'estimo', demostrando su carisma y su capacidad para conectar con el público en cualquier idioma.

Aunque Perry ha intentado evolucionar con temas más comprometidos, como Woman's World, su público sigue prefiriendo su esencia original: canciones lúdicas, hedonistas y sin pretensiones. Esa es la Katy que todos aman, la que aparece por sorpresa en fiestas gay, reparte chupitos, baila la Macarena y dispara pistolas de agua. Esa es la Katy que, a sus 41 años, sigue siendo una fuerza de la naturaleza en el escenario.

En su último álbum, 143, Perry incluyó temas como I'm His, He's Mine, que samplea el clásico de Crystal Waters 'Gypsy Woman'. En directo, la canción gana en intensidad, aunque no logra alcanzar la misma fuerza que sus grandes éxitos. Pero eso no importa: lo que el público quiere es diversión, y Katy Perry lo sabe. Su concierto en Barcelona fue una celebración de la juventud, de la música pop y de la capacidad de una artista para mantenerse relevante sin perder su esencia.

En resumen, Katy Perry no solo ofreció un concierto, sino una experiencia. Un espectáculo que mezcla tecnología, nostalgia y diversión, donde cada canción es un recuerdo, cada acrobacia es una sorpresa y cada aplauso es un homenaje a una era dorada del pop. Y aunque el tiempo pase, Katy sigue siendo la reina de los saraos mamarrachos, la amiga que siempre está ahí para sacarte una sonrisa, incluso si al día siguiente no recuerdas nada.

Referencias