El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha hecho público este martes el dato adelantado del Índice de Precios de Consumo (IPC) correspondiente al mes de diciembre, confirmando una tendencia alcista que ya se venía anticipando por los expertos económicos. La inflación interanual se ha situado en el 2,9%, lo que representa una moderación de una décima respecto al dato registrado en noviembre, cuando la tasa se mantenía en el 3,0%.
Este descenso, aunque aparentemente modesto, cobra especial relevancia por el contexto en el que se produce. El motor principal de esta desaceleración ha sido la caída en el precio de los carburantes, un componente que tradicionalmente ejerce una influencia significativa en la evolución general de los precios. La reducción en el coste de la energía ha permitido que la presión inflacionista se alivie ligeramente, ofreciendo un respiro a las economías domésticas que durante los últimos meses habían visto mermado su poder adquisitivo.
La cifra de diciembre no solo cierra el año con un dato positivo, sino que también permite dibujar un panorama anual favorable. Según las estimaciones del Ministerio de Economía, la inflación media para el conjunto de 2025 se ha establecido en el 2,7%, una décima por debajo del registro alcanzado durante el ejercicio anterior. Esta evolución, aunque gradual, demuestra que las políticas de contención de precios y la normalización de las cadenas de suministro están empezando a dar sus frutos.
Desde el departamento que dirige el ministro de Economía, la valoración de estos datos es claramente optimista. En un comunicado oficial, el Ministerio ha destacado que esta moderación en la senda de precios permite a las familias españolas recuperar poder adquisitivo de forma progresiva. La recuperación del consumo interno es uno de los pilares fundamentales del crecimiento económico, y la contención de la inflación es una condición sine qua non para que este proceso se consolide de manera sostenible en el tiempo.
El análisis de la evolución de los precios no se queda únicamente en la inflación general. Un indicador que los economistas consideran aún más revelador es la inflación subyacente, que excluye de su cálculo los precios de la energía y de los alimentos no elaborados. Este componente ofrece una visión más estructural de la evolución de los precios, al margen de las fluctuaciones volátiles que caracterizan a ciertos sectores.
En este sentido, el dato de 2025 resulta especialmente positivo. La inflación subyacente media del año se ha situado en el 2,3%, seis décimas por debajo del registro del año anterior, cuando cerró en el 2,9%. Esta reducción es interpretada por el Ministerio de Economía como una señal clara de que la desinflación está calando en los componentes más persistentes de la cesta de la compra, lo que refuerza la confianza en la estabilidad de precios a medio plazo.
La trayectoria de la inflación subyacente resulta especialmente relevante desde la perspectiva de la política monetaria. El Banco Central Europeo (BCE) mantiene como objetivo prioritario garantizar la estabilidad de precios en la zona euro, fijando como meta una tasa de inflación del 2% a medio plazo. El hecho de que la inflación subyacente en España se haya desacelerado hasta el 2,3% sitúa al país en una senda convergente con los objetivos marcados por el instituto emisor, lo que podría tener implicaciones en las futuras decisiones de política monetaria.
Los expertos económicos consultados coinciden en que estos datos reflejan una normalización progresiva de la economía española tras el periodo de turbulencias vivido en los últimos años. La combinación de factores como la estabilización del mercado energético, la moderación en las tensiones de la cadena de suministro y la efectividad de las políticas fiscales han contribuido a este escenario de mayor estabilidad.
No obstante, el camino hacia la completa normalización aún presenta desafíos. La incertidumbre geopolítica, las posibles tensiones en los mercados de materias primas y la evolución de los salarios son variables que podrían alterar esta tendencia favorable. Por ello, los analistas recomiendan cautela y advierten de que será fundamental mantener políticas económicas prudentes que consoliden los avances logrados.
Desde el punto de vista del consumidor, la moderación de la inflación tiene efectos directos en la vida cotidiana. La desaceleración del incremento de precios permite que los salarios, que vienen creciendo a un ritmo superior al 3% en términos nominales, ganen terreno en términos reales. Esto se traduce en una mejora del bienestar material de los hogares y en un mayor margen de maniobra para el gasto discrecional.
El sector empresarial también se beneficia de este entorno. La mayor previsibilidad en la evolución de los costes facilita la planificación de inversiones y la toma de decisiones estratégicas. Además, una inflación contenida reduce la presión sobre los márgenes empresariales y permite mantener la competitividad de las exportaciones españolas en los mercados internacionales.
La evolución de los precios en el último trimestre del año ha sido particularmente favorable. Después de las tensiones experimentadas durante el verano, cuando la tasa superó el 3,5%, la tendencia descendente se ha consolidado en los últimos meses. Este patrón estacional, unido a la caída de los precios de la energía, ha permitido cerrar el año con un panorama mucho más optimista del inicialmente previsto.
El análisis por componentes revela que la desinflación ha sido generalizada, aunque con intensidades diferentes. Mientras que la energía ha liderado las caídas, los servicios han mostrado una mayor persistencia en la subida de precios, lo que refleja la robustez de la demanda interna y la capacidad de traslado de costes en un mercado laboral con elevada creación de empleo.
Los alimentos, por su parte, han mostrado una evolución dispar. Mientras que los productos frescos han registrado ajustes estacionales, los alimentos procesados han mantenido una tendencia alcista más moderada, contribuyendo a la desaceleración general de la inflación subyacente.
Las previsiones para 2026 apuntan a una continuación de esta tendencia. La mayoría de los organismos de análisis, incluido el Banco de España, anticipan que la inflación se situará en torno al 2,0% o 2,1% de media, lo que supondría una convergencia prácticamente completa con el objetivo del BCE. Este escenario, sin embargo, está supeditado a que no se produzcan shocks externos que alteren la estabilidad de los mercados.
La política económica tendrá un papel crucial en los próximos meses. La coordinación entre las políticas fiscales nacionales y la política monetaria del BCE será esencial para consolidar la estabilidad de precios sin comprometer el crecimiento económico. La experiencia reciente ha demostrado que una combinación adecuada de instrumentos puede producir resultados efectivos en la contención de la inflación.
En conclusión, el dato de inflación de diciembre y la media anual de 2025 ofrecen un panorama económico más favorable para los ciudadanos y las empresas. La moderación de los precios, impulsada por la caída de los carburantes y la contención de la inflación subyacente, crea las condiciones necesarias para una recuperación sostenible del poder adquisitivo y del consumo. Aunque persisten riesgos y desafíos, la tendencia es claramente positiva y refuerza la confianza en la solidez de la economía española.
Fuente: Cadena SER, 30/12/2025