En la mente de cualquier andaluz, la Navidad no comienza con las luces de las calles ni con los escaparates decorados. Tampoco con la primera lotería o el encendido del belén. Para los más de ocho millones de habitantes que conforman Andalucía, las fiestas llegan de verdad cuando suena aquella tonada familiar, casi susurrada, que desde hace tres décadas vertebra la Nochebuena. Nos referimos a Nuestra Navidad, el villancico oficial de Canal Sur Televisión que, desde 1994, se ha grabado a fuego en el corazón colectivo de la comunidad.
El año fue 1994. Mientras el mundo seguía con el pulso en alto el Mundial de fútbol de Estados Unidos y Sevilla contemplaba emocionada el estreno del manto bordado de la Virgen de la Esperanza de Triana, en los estudios de la Radio Televisión de Andalucía (RTVA) germinaba una idea que trascendería el mero entretenimiento televisivo. Joserra Halcón, Eduardo Piñar y José Luis Pereñiguez, profesionales de la cadena pública, vislumbraban la necesidad de crear algo perdurable, una pieza musical que no solo acompañara las campañas navideñas, sino que se convirtiera en un auténtico emblema cultural.
El encargo recayó en dos jóvenes compositores que, por aquel entonces, apenas rozaban la treintena. Rafa Almarcha, con 25 años, y César Cadaval, con 30, recibieron la confianza absoluta de la dirección para materializar aquel sueño. Almarcha, fundador del mítico grupo Siempre Así, recuerda aquellos días con una mezcla de orgullo y nostalgia. "Fue un honor que creyeran en nosotros sin reservas", confiesa en una conversación reciente. La responsabilidad era enorme: crear un tema que resonara en cada rincón de Andalucía, desde Almería hasta Huelva, pasando por las serranías de Granada y los pueblos de Cádiz.
El proceso creativo fue metódico y apasionado. Los ideólogos de RTVA tenían claro el objetivo: una melodía que enganchara, que sobreviviera al paso del tiempo y que propagara la felicidad por cada hogar. La consigna era sencilla pero ambiciosa: "En Andalucía hay diferencias, pero Canal Sur vertebra a toda la tierra". Con esta premisa, Almarcha y Cadaval se encerraron a trabajar la letra, el elemento que más horas de esfuerzo les demandó. Querían algo directo, transparente, que volara con naturalidad hasta el último rincón.
El resultado fue un villancico que no grita, sino que susurra. "Es un tema que te cantamos al oído", reflexiona Almarcha. En una época donde internet era una quimera y la música digital no existía, la conexión con el público debía ser emocional y genuina. La sencillez de la letra, combinada con una melodía pegadiza pero elegante, consiguió aquel efecto mágico que pocos temas navideños logran: ser universal sin perder la esencia local.
Desde su estreno, Nuestra Navidad ha contado con voces de primera magnitud del panorama musical andaluz. Artistas de la talla de Rosa López, Pastora Soler, José Mercé o Pasión Vega han puesto su sello personal a esta composición, adaptándola a sus estilos pero respetando su espíritu original. Cada versión ha aportado una nueva capa de riqueza al tema, demostrando su versatilidad y poder de conexión con generaciones distintas.
Lo que hace especial a este villancico no es solo su melodía, sino su capacidad de evocar. Para muchos andaluces, el primer acorde es un viaje en el tiempo: a las reuniones familiares, a la mesa de Nochebuena, a la ilusión infantil. Es música celestial que trasciende la pantalla y se convierte en banda sonora de la vida cotidiana. Almarcha lo resume con contundencia: "Para mucha gente, la Navidad empieza cuando escuchan nuestro villancico".
El éxito radica en su autenticidad. En una industria donde las campañas navideñas suelen ser productos prefabricados y efímeros, Nuestra Navidad se construyó desde la raíz andaluza. No buscaba imitar a los grandes himnos internacionales, sino crear algo propio, que oliera a azahar, a marisma, a olivo. Esa genuinidad es lo que le ha permitido sobrevivir a tres décadas de cambios sociales, tecnológicos y culturales.
Hoy, 31 años después, el villancico sigue vigente. Las nuevas generaciones, criadas en la era del streaming y las redes sociales, lo identifican como suyo. Los mayores lo escuchan con la misma emoción del primer día. Es un raro ejemplo de patrimonio vivo, una creación que no envejece porque habla de valores universales desde un lugar concreto y querido.
La lección de este fenómeno es clara: cuando el contenido nace del respeto por la cultura y el público, el tiempo se convierte en aliado. No hace falta sobreproducir ni complicar. A veces, basta con un buen verso, una melodía sencilla y la honestidad de quienes lo interpretan. Así nació el villancico que vertebra Andalucía cada diciembre, el que convierte la Nochebuena en algo más grande y, sobre todo, en algo compartido.
En definitiva, Nuestra Navidad no es solo una canción. Es un testimonio de cómo la televisión pública, cuando apuesta por el talento local y la visión de largo recorrido, puede crear un legado que trasciende su propio medio. Es la prueba de que la música, bien hecha y bien intencionada, sigue siendo el mejor lenguaje para unir a las personas. Y en Andalucía, cada 24 de diciembre, ese lenguaje suena con la misma fuerza y el mismo cariño con el que fue concebido en aquel despacho de otoño de 1994.