La formación política Vox ha decidido expulsar a Javier Ortega Smith de su comité ejecutivo nacional, poniendo fin a una trayectoria de más de una década como uno de los rostros más visibles y poderosos de la organización. La noticia, confirmada por fuentes internas, sitúa a la jurista catalana Júlia Calvet como la nueva integrante de la cúpula directiva, en sustitución del que fuera número dos de la formación ultraconservadora.
El fin de una era: la caída del cofundador
Javier Ortega Smith, quien participó en la fundación de Vox en 2013, ha visto cómo su influencia dentro del partido se diluía progresivamente hasta este definitivo alejamiento de la ejecutiva. La decisión, tomada este martes, culmina meses de creciente distanciamiento con la dirección actual, liderada por Santiago Abascal.
La relación entre el aún diputado y portavoz municipal en Madrid y la cúpula del partido atravesaba por uno de sus peores momentos. Los desencuentros se habían intensificado durante los últimos meses, coincidiendo con una pérdida progresiva de protagonismo de Ortega Smith en los actos y decisiones estratégicas de la formación.
La respuesta simbólica de Ortega Smith
Horas después de conocerse su expulsión, el político madrileño publicó en su perfil de X un vídeo de una entrevista antigua de Abascal que ha generado numerosas interpretaciones. En la grabación, el líder de Vox afirma rotundamente que "los partidos se han convertido en instituciones muy poco democráticas: el líder coloca a todos y todos le deben su sueldo, y es muy difícil que la gente sea libre" en este tipo de organizaciones.
La publicación, acompañada del comentario personal de Ortega Smith -"Hoy, igual que entonces, sigo creyendo en lo mismo"-, ha sido interpretada como una crítica velada a la falta de libertad interna en Vox y a la concentración de poder en torno a Abascal. Este gesto público refuerza la tesis de un divorcio irreconciliable entre el cofundador y la dirección actual.
Júlia Calvet: el nuevo rostro de la ejecutiva
La elegida para ocupar el vacío dejado por Ortega Smith es Júlia Calvet, una joven jurista que representa la apuesta de Vox por renovar su imagen con figuras de menor perfil pero férrea lealtad. Calvet, actual portavoz de Juventud de la formación y diputada autonómica en el Parlamento de Cataluña, ha definido su nombramiento como "un honor formar parte del Comité Ejecutivo Nacional".
Su trayectoria incluye la presidencia de la plataforma estudiantil S'ha Acabat!, una organización que ha sido instrumental en la estrategia de Vox para penetrar en el electorado universitario catalán. Su perfil técnico-jurídico y su origen catalán la convierten en un activo valioso para una formación que busca consolidar su presencia en territorios donde tradicionalmente ha tenido menor implantación.
La cronología de una marginalización progresiva
La expulsión de este martes no ha sido un hecho aislado, sino el colofón de un proceso de desmantelamiento del poder de Ortega Smith que se inició hace más de un año. En la asamblea nacional de 2024 que ratificó a Abascal como líder para cuatro años más, el cofundador ya abandonó la vicepresidencia del partido, aunque mantuvo su escaño en la ejecutiva.
El primer gran golpe llegó hace apenas un mes, cuando fue apartado de la portavocía adjunta en el Congreso, sustituido por Carlos Hernández Quero. En declaraciones a la COPE, Ortega Smith mostró entonces su sorpresa: "Para mí ha sido una gran sorpresa, no le voy a decir que pueda entenderlo como algo normal".
Esta sucesión de recortes de competencias y responsabilidades ha dejado claro que la dirección de Vox buscaba una transición ordenada hacia su definitivo ostracismo, evitando una ruptura pública que pudiera dañar la imagen del partido.
Los conflictos internos que marcaron su destino
La relación de Ortega Smith con la cúpula se había enrarecido significativamente tras sus enfrentamientos con figuras clave de la formación. Los choques con Macarena Olona, exdirigente de Vox en Andalucía, marcaron un punto de inflexión. Cuando Olona abandonó la formación, la dirección respondió relegando a Ortega Smith de la secretaría general, nombrando a Ignacio Garriga en su lugar.
El último episodio de fricción tuvo lugar cuando el aún miembro de la ejecutiva asistió a la presentación del think tank de Iván Espinosa de los Monteros, otro exdirigente voxista que mantenía una relación compleja con Abascal. La justificación de Ortega Smith -"nadie podía molestarse porque fuera a abrazar a un amigo"- no convenció a la dirección, que interpretó el gesto como una declaración de independencia.
Contexto político: victorias y polémicas
La expulsión de Ortega Smith llega en un momento de cierta euforia interna por los resultados electorales en Extremadura, donde Vox casi duplicó su representación en la asamblea autonómica. Esta victoria relativa en un territorio gobernado por el PP ha reforzado la posición de Abascal y ha permitido a la dirección tomar decisiones difíciles sin temor a crisis internas.
Paralelamente, la formación sigue inmersa en las polémicas derivadas de su relación con la plataforma 'Revuelta', centrada en la gestión de donaciones para ayudar a las víctimas de la DANA. Las acusaciones cruzadas sobre el destino de los fondos han generado un clima de desconfianza que la dirección busca superar con una renovación de su equipo directivo.
Implicaciones para el futuro de Vox
La salida de Ortega Smith representa la desaparición del último vestigio del Vox fundacional, aquel que combinaba un discurso duro contra el independentismo catalán con una retórica liberal en lo económico. Su sustitución por Calvet simboliza la consolidación de un modelo más disciplinado, centrado en el liderazgo indiscutible de Abascal y en la lealtad como principal valor.
Para el electorado, este movimiento puede interpretarse de dos maneras: como una señal de fortaleza y capacidad de renovación, o como una pérdida de peso específico de uno de los políticos más mediáticos y con mejor capacidad de conexión con las bases. La ausencia de Ortega Smith, conocido por su retórica directa y su dominio de los foros públicos, podría dejar un vacío difícil de llenar.
La formación ultraconservadora afronta ahora un nuevo ciclo, con una ejecutiva más homogénea ideológicamente pero con menos márgenes para la disidencia interna. La lealtad incondicional parece haberse impuesto sobre la trayectoria y el peso histórico, un mensaje claro para cualquier dirigente que pudiera cuestionar la línea oficial.
En las próximas semanas se conocerá si Ortega Smith mantiene su acta de diputado en el Congreso y su papel como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, o si esta expulsión de la ejecutiva es solo el primer paso hacia una ruptura total con la formación que ayudó a crear. Lo que está claro es que el Vox de 2025 ya no tiene nada que ver con el de 2013, y la salida de su último cofundador activo sella definitivamente esa transformación.