El Real Madrid no pudo superar el escollo del Armani Milan en una noche donde la puntería desde el perímetro marcó las diferencias finales. El conjunto blanco, pese a la espectacular actuación de Facundo Campazzo con 25 puntos, vio cómo sus errores en el tiro exterior (9/33) condenaban cualquier opción de victoria ante un rival mucho más certero (14/27) que supo administrar su ventaja hasta el final.
El partido, correspondiente a la Euroliga, dejó un regusto amargo para los madridistas que vieron cómo su equipo luchó hasta el último suspiro, pero careció del acierto necesario en los momentos decisivos. La defensa local fue sólida, pero fueron sobre todo los fallos propios desde la línea de tres puntos los que sepultaron las esperanzas blancas.
Desde el inicio, las dificultades ofensivas
Los primeros compases del encuentro ya advirtieron sobre los problemas que tendría el Real Madrid para anotar con regularidad. El Armani Milan, comandado por un inspirado Marko Guduric que terminó con 22 puntos, construyó una ventaja inicial basada en un juego fluido y, sobre todo, en un acierto exterior que contrastaba con el desconcierto visitante.
El Madrid, por su parte, dependía excesivamente de la creación de Campazzo, quien desde el primer cuarto asumió responsabilidades. Sin embargo, la falta de acompañamiento en el apartado anotador se hizo evidente. Trey Lyles, con 14 puntos y 7 rebotes, y Chuma Okeke (7 puntos y 7 rebotes) aportaron en intensidad, pero no pudieron compensar el bajo rendimiento colectivo en el lanzamiento.
La primera mitad terminó con un panorama preocupante para los de Pablo Laso: 3/14 en triples, una cifra que reflejaba la falta de ritmo y la precipitación en las decisiones ofensivas. El Armani Milan, mucho más cómodo en su cancha, llegó al descanso con una ventaja cómoda que parecía administrable, pero que escondía peligros para la segunda mitad.
La reacción blanca y el despertar de Hezonja
El tercer cuarto trajo consigo una reacción de orgullo del Real Madrid. Mario Hezonja, invisible hasta ese momento, despertó con un parcial de 2-14 que revitalizó las opciones blancas. Su triple inicial rompió el maleficio exterior y contagió de confianza a sus compañeros. De la mano del croata y de la insistencia de Campazzo, el Madrid se acercó en el marcador y sembró la duda en las filas italianas.
Guduric, consciente de su rol de líder, respondió con dos tiros libres que detuvieron el parcial. Pero el Madrid ya había encontrado la fórmula: defensa intensa, transiciones rápidas y confianza en sus estrellas. Hezonja anotó tres tiros libres tras ser fouleado por Zach Leday, y el equipo blanco llegó al final del tercer periodo con opciones reales de remontada.
Sin embargo, el último minuto del cuarto volvió a mostrar la crueldad del baloncesto. Una canasta de Josh Nebo bajo el aro fue contestada por Hezonja, pero Okeke falló un triple sobre la bocina que habría dado la ventaja al Madrid. El electrónico reflejaba una diferencia mínima, pero la sensación era que el esfuerzo blanco necesitaría un último empujón definitivo.
El último cuarto: oportunidades desaprovechadas
Los últimos diez minutos fueron un intercambio de golpes constante. Campazzo, con una energía inagotable, anotó una penetración que revivía las esperanzas. Lyles, el mejor madridista hasta ese momento, cometió su tercera falta y tuvo que sentarse, un contratiempo que lastró la rotación interior.
Guduric, con un triple, parecía sentenciar, pero Campazzo respondía desde el arco. El argentino estaba en modo estelar, asumiendo cada posesión como si fuera la última. Un triple suyo a 2:12 del final metía de lleno al Madrid en un final apretado, reduciendo la diferencia a solo unos puntos.
Pero el baloncesto es un deporte de detalles. Un contraataque fácil y solo de Armoni Brooks tras una pérdida de Théo Maledon prácticamente condenaba al Madrid a falta de 3:26. Brooks, que terminó con 13 puntos, fue uno de los grandes beneficiados de los errores visitantes.
Los fallos decisivos
A falta de 1:10, Campazzo anotó un triplazo que ponía el 82-80 y el WiZink Center en pie (metafóricamente, pues el partido era en Milán). La remontada parecía posible. Pero Guduric, con sangre fría, respondió con otro triple a 1:06 del final, aprovechando la quinta personal del argentino. Dos tiros libres de Maledon mantenían las opciones, pero la desgracia blanca estaba a punto de consumarse.
Alberto Abalde, que había entrado para aportar veteranía en el cierre, falló dos triples seguidos estando absolutamente solo. Eran las últimas balas del Madrid, y ambas se quedaron en el aire sin encontrar el aro. La mala puntería, que había sido la constante de la noche, apareció en el peor momento posible.
Shavon Shields, con dos tiros libres, sentenció definitivamente. El Madrid no pudo anotar en sus últimas posesiones, y el tercer fallo consecutivo de Abalde desde el perímetro selló un 86-80 final que sabe a derrota merecida.
Claves del desenlace
El análisis post-partido es claro. El 9/33 en triples del Madrid contrasta con el 14/27 del Armani Milan. Esa diferencia de efectividad, sumada a las 12 pérdidas de balón visitantes, resultó insalvable pese a los esfuerzos individuales.
Campazzo fue una locomotora ofensiva, pero necesitó ayuda que no llegó. Hezonja despertó tarde, Lyles tuvo problemas de faltas, y el resto de la plantilla no encontró el ritmo. Por su parte, el Milan distribuyó mejor su ataque: Guduric (22), Leday (14) y Brooks (13) formaron un trío equilibrado y efectivo.
La defensa local, especialmente en el perímetro, forzó lanzamientos forzados y contestados. El Madrid, por su parte, no pudo imponer su ritmo físico y se vio arrastrado a un intercambio anotador donde el acierto era primordial.
Perspectivas para el futuro
Esta derrota deja al Real Madrid en una posición complicada en la tabla de la Euroliga, pero no insalvable. El equipo demostró carácter en la remontada, y la actuación de Campazzo es un motivo de esperanza para los próximos compromisos. Sin embargo, necesitan corregir urgentemente su selección de tiros y encontrar soluciones ofensivas más allá de la inspiración individual.
El calendario no da tregua, y el próximo rival exigirá otra versión del Madrid. La lección de Milán es clara: sin acierto exterior, las opciones de victoria se reducen drásticamente. El trabajo en los entrenamientos debe centrarse en la mecánica de tiro y la toma de decisiones en ataque.
Para el Armani Milan, esta victoria supone un impulso anímico y posicional importante. Guduric se consolida como líder, y el equipo demostró que puede competir con los grandes de la competición. Su efectividad es su sello de identidad, y mantenerla será clave para sus aspiraciones.
El baloncesto europeo vuelve a demostrar que no perdona los errores. El Madrid lo sabe bien, y tendrá que levantarse rápido si quiere mantener vivo su sueño continental. La temporada es larga, pero cada derrota pesa, y esta, por cómo se produjo, pesa especialmente.