El Deportivo elimina al Mallorca de la Copa en una noche épica en Riazor

Los 'babys' del Dépor protagonizan una gesta histórica ante un rival de Primera División, con Noé Carrillo como héroe inesperado

La magia del fútbol volvió a hacer acto de presencia en un estadio de Riazor que presenció una de esas noches que pasan a la historia del club coruñés. El Deportivo de La Coruña, militante en Segunda División B, consumó una de las gestas más memorables de los últimos años al apear al RCD Mallorca de la Copa del Rey, un conjunto que compite en la élite del fútbol español. La victoria, con sabor a épica y sudor juvenil, dejó claro que en el terreno de juego no siempre gana el que más presupuesto tiene.

El encuentro arrancó con la tensión propia de un duelo de eliminatoria. Los visitantes, conscientes de su superioridad teórica, intentaron imponer su ritmo desde el pitido inicial. Sin embargo, pronto se encontraron con un Deportivo bien plantado en el campo, ordenado en defensa y peligroso en la transición. Los minutos iniciales transcurrieron con un dominio alterno, donde el Mallorca tocaba con criterio pero sin profundidad, mientras que el conjunto gallego esperaba su oportunidad para sorprender a la contra.

La primera ocasión clara del choque llegó de la bota de un futbolista visitante que vio adelantado al guardameta local y probó fortuna desde la medular. El lanzamiento, sin embargo, se marchó desviado sin crear verdadero peligro. La respuesta del Dépor no se hizo esperar. Una jugada ensayada por banda derecha acabó con un centro medido que el delantero local cabeceó con potencia, obligando al cancerbero rival a intervenir con seguridad.

El partido entró en una fase de idas y venidas, con ambos equipos buscando el gol que rompiera la igualada. El Mallorca, a través de sus hombres más creativos, intentó abrir la defensa deportivista con balones en profundidad y combinaciones rápidas. Por su parte, el cuadro coruñés confiaba en la velocidad de sus extremos y en la capacidad de sus centrales para anticiparse a los envíos rivales.

La primera mitad concluyó sin goles, pero con la sensación de que el encuentro podía romperse en cualquier momento. Los jugadores se marcharon al vestuario con la certeza de que el golpe decisivo llegaría en la reanudación.

El segundo tiempo comenzó con más intensidad. El Mallorca salió con la intención de adelantarse en el marcador, pero se topó con un Deportivo que crecía en confianza. Fue entonces cuando el partido vivió su momento más frenético. Un disparo lejano del lateral visitante impactó en el larguero, provocando el suspenso entre la parroquia local. La jugada no había finalizado cuando el Dépor recuperó y lanzó una contra fulgurante que terminó con su delantero estrellando el balón en el mismo larguero. El palo derecho de la portería de Riazor se convirtió en protagonista inesperado en apenas treinta segundos.

Los minutos siguientes fueron un intercambio de golpes. El técnico del Mallorca movió ficha introduciendo cambios ofensivos, mientras que el banquillo local respondía con frescura juvenil. La entrada de los canteranos revitalizó al conjunto gallego, que empezó a creer en la gesta.

El momento decisivo llegó a falta de veinte minutos para el final. Una jugada por la banda izquierda terminó con un centro preciso que el delantero cabeceó al palo. El rechace, milimétrico, cayó a los pies de Noé Carrillo, un joven formado en las categorías inferiores del club, que solo tuvo que empujar a placer para estrenar el marcador. La explosión de júbilo en Riazor fue ensordecedora. El gol de un canterano en una noche así tenía un sabor especial.

El Mallorca no se rindió. Los visitantes intensificaron su asedio en los últimos compases, buscando el empate que les diera la prórroga. Su delantero estrelló un cabezazo en el palo, mientras que otro remate se marchó rozando el poste. La suerte, esa noche, vestía de blanquiazul.

El técnico local realizó cambios defensivos para proteger la ventaja. La entrada de un central más y la salida de un extremo dejaron claro el planteamiento: resistir y aguantar. Los minutos de añadido se convirtieron en una tortura para la afición, que veía como su equipo sufría pero resistía con coraje.

En una de las últimas jugadas, el delantero visitante se quedó solo ante el portero, pero su remate se marchó fuera por poco. La respuesta del Dépor fue inmediata: una contra que casi sentencia el duelo, pero el guardameta rival evitó el segundo tanto.

El colegiado pitó el final y Riazor estalló. Los jugadores del Deportivo, muchos de ellos canteranos, celebraban una gesta que recordaba a las grandes noches europeas del pasado. El capitán, con la voz entrecortada, destacó el esfuerzo colectivo y la fe en el proyecto. Por su parte, el entrenador del Mallorca reconoció la superioridad anímica del rival y lamentó la falta de efectividad de su equipo.

El análisis del encuentro deja claras varias conclusiones. Primera, la importancia de la cantera. Cuando el equipo necesitó sangre fresca, los jóvenes respondieron con garra y calidad. Segunda, la solidez defensiva. El Dépor supo sufrir cuando tuvo que hacerlo, cerrando espacios y anticipándose a las jugadas rivales. Tercera, la eficacia. Con menos ocasiones, el conjunto local fue más certero.

Este triunfo supone un revulsivo anímico para el Deportivo, que atraviesa una temporada complicada en su categoría. La confianza ganada en esta eliminatoria puede ser el punto de inflexión que necesitaban. Además, la taquilla obtenida y el prestigio de eliminar a un Primera suponen un importante ingreso económico y deportivo.

Para el Mallorca, la eliminación es un jarro de agua fría. El equipo de Arrasate se queda sin una competición que le hubiera permitido rotar y dar minutos a jugadores menos habituales. La derrota ante un rival de categoría inferior puede generar dudas de cara a los próximos compromisos ligueros.

La Copa del Rey vuelve a demostrar que es el terreno de los sueños y las sorpresas. En una noche fría de enero, un grupo de jóvenes con hambre de gloria escribió una página dorada en la historia del Deportivo. El fútbol, una vez más, se rindió a los pies de quienes lo creen y lo pelean hasta el final. Mañana, el club coruñés estará entre los dieciséis mejores del torneo, soñando con seguir haciendo historia. La gesta está servida, el sueño continúa.

Referencias

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