El FC Porto logró una trabajada victoria por 2-1 ante el Malmö en un encuentro que mantuvo en vilo a los aficionados hasta el último suspiro. El choque, correspondiente a la fase de grupos de la Champions League, dejó un regusto agridulce para los portugueses, que dominaron buena parte del duelo pero sufrieron más de la cuenta para hacerse con los tres puntos en el estadio Do Dragão.
Desde el pitido inicial, el conjunto dirigido por Sérgio Conceição planteó un guion ofensivo, buscando desbordar por las bandas y aprovechar la velocidad de sus extremos. Sin embargo, el Malmö, lejos de amilanarse, respondió con una defensa bien estructurada y contragolpes letales que pusieron en apuros a la zaga local en varias ocasiones.
El primer tiempo transcurrió con un dominio alterno. El Porto controlaba la posesión, pero los escandinavos cerraban espacios con eficacia. Las primeras aproximaciones llegaron por medio de William Gomes, quien probó fortuna con un disparo cruzado que el guardameta rival desvió con apuros. Por su parte, el Malmó respondió con una jugada aislada de Erik Botheim, cuyo remate de cabeza se estrelló contra el poste derecho de la portería defendida por Diogo Costa.
La tensión se palpaba en cada acción. Las faltas se sucedían con ritmo preocupante, interrumpiendo el fluir del juego. Jan Bednarek y Jakub Kiwior en el Porto, así como Lasse Berg Johnsen y Jens Stryger Larsen en el Malmö, vieron cómo el árbitro les señalaba infracciones reiteradas. Precisamente el lateral danés del conjunto sueco protagonizó uno de los momentos más polémicos del encuentro al recibir una tarjeta amarilla por una dura entrada sobre Borja Sainz en la banda derecha.
La segunda mitad arrancó con mayor intensidad. El Porto salió con la consigna de adelantar líneas y ello dio resultado a los diez minutos, cuando Víctor Froholdt aprovechó un centro medido de Francisco Moura para batir al portero con un cabezazo impecable. El gol desató la euforia en las gradas y parecía encarrilar el duelo hacia una victoria tranquila para los locales.
Pero el fútbol tiene estas cosas. El Malmö reaccionó con orgullo y comenzó a generar peligro por las bandas. Daníel Gudjohnsen, que entró en el segundo tiempo sustituyendo a Berg Johnsen, dinamitó el centro del campo con su físico y visión de juego. Fue precisamente él quien creó la jugada del empate, aunque de forma accidental. Un centro raso desde la izquierda buscaba a Emmanuel Ekong, pero la desafortunada intervención de Francisco Moura desvió el balón hacia su propia portería, haciendo inútil la estirada de Diogo Costa.
El gol en propia puerta revitalizó al Malmö, que durante unos minutos creyó en la posibilidad de puntuar. Los cambios se sucedieron. Ángel Alarcón sustituyó a Borja Sainz en el Porto, mientras que Johan Karlsson entró por Busanello en el bando sueco. Las imprecisiones aumentaron y el partido se convirtió en un intercambio de golpes sin control.
El desenlace llegó en el tiempo añadido. El cuarto árbitro había anunciado cuatro minutos de prolongación y el Porto echó el resto. Una jugada ensayada en un saque de esquina acabó en los pies de Deniz Gül, cuyo remate de cabeza a quemarropa fue repelido por el portero, pero el rechace cayó a William Gomes, que no perdonó desde el lado derecho del área pequeña. El 2-1 provocó un suspiro de alivio generalizado en el banquillo portugués.
Los últimos instantes fueron un caos organizado. El Malmö lo intentó con desesperación, pero la defensa del Porto, bien ordenada por Pablo Rosario y Stephen Eustaquio, aguantó los embates. La tarjeta amarilla a Stryger Larsen por juego peligroso en el minuto 85 había mermado las opciones ofensivas del conjunto nórdico.
Al final del encuentro, el técnico del Porto reconoció que "fue una victoria sufrida, pero valiosa. El Malmö nos complicó la vida y tuvimos que emplearnos a fondo". Por su parte, el entrenador visitante lamentó el autogol: "Es una lástima, porque el equipo lo dio todo. El fútbol a veces es cruel".
Los datos del partido reflejan la igualdad. El Porto dominó el balón con un 58% de posesión, pero el Malmó generó ocasiones claras con menos recursos. Los remates entre los tres palos fueron 6 para los locales y 4 para los visitantes, mientras que las faltas cometidas superaron la treintena, evidenciando el carácter bronco del duelo.
Esta victoria deja al Porto en una posición cómoda en el grupo, con 6 puntos, mientras que el Malmó se queda con 1 punto y la obligación de ganar en la próxima jornada si quiere mantener vivas sus opciones de clasificación. El calendario no perdona y ambos equipos deberán corregir errores si aspiran a seguir vivos en la máxima competición continental.
El próximo desafío del Porto será ante el Atlético de Madrid en una cita directa que puede decidir el liderato del grupo. Por su parte, el Malmö recibirá al Bayer Leverkusen en un partido que se presenta como una final anticipada. La Champions League no da segundas oportunidades y cada punto se convierte en un tesoro inapreciable.
En definitiva, una noche de esas que hacen grande al fútbol. Con emoción, polémica, errores y aciertos. El Porto suma tres puntos vitales, pero aprendió que en Europa no puede confiarse ni un solo instante. El Malmó, pese a la derrota, dejó una imagen digna y competitiva que le servirá de cara al futuro inmediato.