Peñarol enfrenta uno de los momentos más delicados de su temporada 2025. Tras empatar 2-2 en casa ante Nacional en la ida de la final de la Liga AUF Uruguaya, el equipo de Diego Aguirre no solo perdió la ventaja de jugar con localía, sino que además acumuló una serie de bajas que ponen en riesgo su capacidad para competir en la revancha. El panorama es crítico: siete jugadores clave están fuera, cuatro de ellos fundamentales en el esquema del entrenador, y uno más enfrenta una situación judicial que podría alejarlo del campo de juego.
La derrota no fue en el marcador, sino en la plantilla. Peñarol, que ya venía con un plantel limitado en profundidad, ahora debe afrontar la revancha en el Gran Parque Central con un equipo diezmado. Nacional, por su parte, no solo mostró solidez en el campo, sino que también cuenta con una plantilla más amplia y mejor preparada para afrontar las exigencias de una final. Mientras Peñarol se desangra, el tricolor se fortalece.
Entre las bajas más sensibles se encuentran Tomás Olase, Eduardo Darias, Germán Barbas y Javier Cabrera, todos con roturas de ligamentos. David Terans, con una rotura parcial del tendón de Aquiles, y Héctor "Tito" Villalba, con un esguince de rodilla, completan la lista de ausencias de larga duración. Pero la situación empeoró tras el clásico: Lucas Hernández se lesionó gravemente en el segundo tiempo, al intentar despejar un balón y sufrir una lesión en la rodilla derecha. Su salida del campo fue dramática: necesitó ayuda para caminar y Aguirre ya lo considera descartado para el domingo.
Nahuel Herrera, el juvenil que se sacó el hombro en los primeros minutos del partido, es otra incógnita. Aunque el jugador insiste en querer jugar, su recuperación dependerá de los estudios médicos y de su evolución en los próximos días. Su lesión, aunque no parece tan grave como la de Hernández, sigue siendo un riesgo. Pedro Milans, por su parte, sufrió una fatiga muscular en el posterior de la pierna izquierda y fue sustituido. Su presencia en el once inicial también está en duda.
La situación se agrava con la suspensión de Javier Méndez, uno de los referentes del equipo. Expulsado tras una acción de fuerza excesiva contra Gonzalo Carneiro, Méndez no podrá estar en la revancha. Su ausencia no solo es táctica, sino también emocional: su rendimiento en el primer tiempo fue uno de los más bajos de su etapa en Peñarol, y su expulsión cierra una actuación desafortunada.
En medio de este caos, Aguirre busca soluciones. Jesús Trindade, que entró en el segundo tiempo y mostró buenos minutos, podría ser titular en el lateral o en el mediocampo, dependiendo de la evolución de Milans y Herrera. La posible presencia de Diego García, sin embargo, es la gran incógnita. El jugador espera el veredicto de un juicio en Argentina por un caso de abuso sexual ocurrido en 2021. Si es condenado, Peñarol rescindirá su contrato. Aguirre confía en que pueda estar, pero el jugador deberá viajar a Argentina el martes, lo que le quitará una semana de preparación normal.
El equipo que podría armar Aguirre es un rompecabezas con piezas faltantes. Brayan Cortés en portería, un lateral entre Milans y Trindade, Emanuel Gularte en lugar de Méndez, y un mediocampo con Remedi, Sosa y Trindade. En ataque, Arezo, Silvera y Fernández, con la posibilidad de que García entre si el fallo judicial lo permite. Pero la realidad es que Peñarol no tiene alternativas de calidad para cubrir todas las posiciones.
Nacional, en cambio, demostró que puede cambiar jugadores sin perder intensidad. Christian Ebere y Gonzalo Carneiro, suplentes en el primer tiempo, fueron clave en la remontada. El tricolor tiene relevos de calidad en todas las posiciones, y varios jugadores que no entraron en el partido —como Campaña, Silva, Couture, Cruz y Muhlethaler— podrían ser opciones válidas para la revancha.
La final no se juega solo en el campo, sino también en la enfermería y en los despachos. Peñarol llega con las manos atadas, mientras Nacional tiene la ventaja de poder elegir entre varios jugadores de calidad. La revancha no será solo un partido, sino una prueba de resistencia para un equipo que ya está al límite. La pregunta no es si Peñarol puede ganar, sino si puede sobrevivir.