Bolsonaro detenido preventivamente por intentar fuga

La Policía Federal de Brasil lo arresta tras intentar romper su tobillera electrónica durante una manifestación convocada por su hijo.

La Policía Federal de Brasil ha procedido a la detención preventiva del expresidente Jair Bolsonaro, en un giro dramático que refleja la creciente tensión política en el país. El arresto se produjo tras confirmarse que Bolsonaro intentó romper su tobillera electrónica con la intención de evadir su arresto domiciliario, aprovechando el caos generado por una manifestación convocada frente a su residencia en Brasilia por uno de sus hijos.

La Corte Suprema brasileña, encabezada por el juez Alexandre de Moraes, ordenó la prisión preventiva del exmandatario con el objetivo de "garantizar el orden público". Según el auto judicial, existen indicios claros de que Bolsonaro planeó su fuga con antelación, utilizando la movilización de sus simpatizantes como cobertura para desactivar el dispositivo de vigilancia que lo mantenía bajo control.

Este episodio se enmarca en el contexto de una condena de 27 años de prisión impuesta a Bolsonaro por su participación en un intento de golpe de Estado tras las elecciones presidenciales de 2022, en las que fue derrotado por el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. La sentencia, emitida el 11 de septiembre, lo acusa de conspirar con altos mandos militares y exministros para perpetuarse en el poder, desafiando la voluntad popular expresada en las urnas.

Aunque Bolsonaro ya cumplía arresto domiciliario desde el 4 de agosto por incumplir medidas cautelares, su intento de fuga ha desencadenado una respuesta más severa por parte de la justicia. La detención preventiva no implica el inicio inmediato del cumplimiento de la pena, ya que el Supremo aún debe resolver los recursos de apelación presentados por su equipo legal. Sin embargo, la medida refleja la gravedad con la que las autoridades están tratando el caso.

En paralelo, también se ha ordenado la prisión preventiva del diputado Alexandre Ramagem, cercano aliado de Bolsonaro, quien fue condenado a 16 años por su participación en la misma trama golpista. Las investigaciones indican que Ramagem habría abandonado Brasil en septiembre, supuestamente con destino a Estados Unidos, lo que ha generado especulaciones sobre posibles intentos de evasión de la justicia.

La reacción internacional ha sido inmediata. Mientras algunos sectores de la oposición celebran la medida como un paso necesario para preservar la democracia, otros han criticado lo que consideran una persecución política. En este contexto, uno de los hijos de Bolsonaro ha pedido públicamente al gobierno de Donald Trump que intervenga en aguas brasileñas para hundir embarcaciones vinculadas al narcotráfico, en una declaración que ha generado controversia y ha sido interpretada como un intento de desviar la atención del escándalo judicial.

La detención de Bolsonaro representa un punto de inflexión en la historia política de Brasil. A sus 70 años, el exmandatario se enfrenta ahora a una prisión que podría extenderse por décadas, mientras su legado político se ve cada vez más ensombrecido por las acusaciones de autoritarismo y desprecio por las instituciones democráticas. La justicia brasileña, por su parte, busca enviar un mensaje claro: ningún ciudadano, por muy alto que sea su cargo, está por encima de la ley.

El caso también pone de relieve la fragilidad de las democracias en América Latina, donde los intentos de socavar el orden constitucional siguen siendo una amenaza real. La decisión de la Corte Suprema de Brasil podría servir como precedente para otros países que enfrentan desafíos similares, demostrando que la independencia judicial es un pilar fundamental para la estabilidad política.

En las próximas semanas, se espera que el Supremo resuelva los recursos de apelación presentados por la defensa de Bolsonaro. Hasta entonces, el expresidente permanecerá bajo custodia policial, mientras la opinión pública sigue dividida entre quienes lo ven como un líder perseguido y quienes lo consideran un peligro para la democracia. Lo que está claro es que este capítulo de la historia brasileña aún tiene mucho por revelar.

Referencias