En un mundo saturado de información, donde la verdad compite con la manipulación, Rosa Maria Calaf y Jon Sistiaga se alzan como voces fundamentales del periodismo internacional en España. Con décadas de experiencia en zonas de conflicto y escenarios políticos globales, ambos comparten una visión crítica y comprometida sobre el estado actual de la profesión.
Calaf, pionera en RTVE y cofundadora de TV3, recuerda que su primera corresponsalía en Estados Unidos le enseñó a comprometerse con la veracidad absoluta. Para ella, el periodismo siempre ha sido una tarea arriesgada: mostrar lo que otros quieren ocultar. Hoy, sin embargo, el reto es aún mayor. "La desinformación es el poder", afirma. Mientras que informar requiere recursos, tiempo y ética, mentir o manipular es más barato, más rápido y más efectivo en redes sociales.
Sistiaga, corresponsal de guerra y documentalista galardonado con el premio Ortega y Gasset, añade una dimensión personal a la reflexión. "Lo primero que aprendes en un conflicto es leerte a ti mismo", dice. No se trata solo de cubrir la noticia, sino de saber si puedes regresar sin traicionarte. Para él, el periodismo actual está en "cuidados intensivos", pero no es terminal. "De la UCI se sale", insiste, y señala que cada vez más ciudadanos buscan fuentes confiables, como quien busca un oncólogo en lugar de un herbolario.
Ambos coinciden en que la educación mediática es urgente. Calaf lo compara con la salud: si consumes alimentos tóxicos, tu cuerpo enferma; si consumes información tóxica, la sociedad enferma. "Estamos viviendo en un cuerpo social enfermo", advierte. Sistiaga, por su parte, se considera uno de los "últimos mohicanos" de un periodismo que resiste, aunque las reglas hayan cambiado.
La precariedad económica en los medios no es nueva, pero sí ha empeorado. Sin embargo, ambos insisten en que el valor del periodismo no se mide en clics, sino en impacto. "No se trata de ser viral, sino de ser verdadero", subraya Calaf. Sistiaga añade que, aunque el modelo tradicional se desmorone, la necesidad de contar historias reales sigue siendo vital.
En su encuentro en el foro Cornellà Creació, ambos reflexionarán sobre el futuro del periodismo y el rol del periodista en una era de desconfianza. Su mensaje es claro: la verdad sigue siendo posible, pero requiere compromiso, formación y coraje. Y, sobre todo, necesita que la ciudadanía aprenda a distinguir entre lo que es información y lo que es manipulación.
En un mundo donde la desinformación se vende como producto de consumo, Calaf y Sistiaga defienden que el periodismo no es un lujo, sino una necesidad social. Y que, aunque el camino sea difícil, vale la pena recorrerlo con integridad.