El Manchester City dio la bienvenida a Rayan Cherki el pasado 10 de junio, justo antes del Mundial de Clubes, en una operación que costó 36,5 millones de euros más seis en variables. El joven francés, de 22 años, llega con el peso de ser considerado el sucesor de Kevin de Bruyne, una comparación que pocos podrían soportar. Pero Pep Guardiola, consciente de la transición entre la Ligue 1 y la Premier League, ha optado por una integración progresiva.
Cherki debutó en el Mundial de Clubes con un gol y una asistencia en cuatro partidos, y aunque en la Premier y la Champions ha tenido minutos limitados —sobre todo tras una lesión de más de mes y medio—, ha dejado destellos de su calidad. Su entrada desde el banquillo en partidos clave ha sido un guiño a su potencial: tiene magia en los pies, y Guardiola lo sabe.
Lo más revelador ha sido la actitud del técnico catalán tras los partidos. En los últimos encuentros, se le ha visto acercarse a Cherki con gestos cariñosos y explicaciones detalladas, una señal clara de que el jugador está en su radar de favoritos. Cuando se le preguntó por él, Guardiola no dudó en lanzar elogios contundentes: “Cherki es uno de los mayores talentos que he visto en mi carrera. Técnicamente, individualmente, es el mejor”.
El entrenador también reconoce el reto: la adaptación al ritmo y la lectura del juego en un entorno tan competitivo como el City. Pero subraya que, cada vez que el balón llega a sus pies, la situación mejora. Y lo más importante: no siente presión. Esa tranquilidad mental, unida a su talento innato, lo convierte en una apuesta de futuro.
El club le ha ofrecido un contrato hasta 2030, una señal de confianza en su proyección. Si logra mantener la regularidad, Cherki podría convertirse en un juguador top mundial, tanto en el City como en la selección francesa. Guardiola no solo lo ve como un refuerzo, sino como una pieza clave para el futuro del equipo. Y si el entrenador lo dice, es porque lo cree de verdad.