La Rosaleda volvió a vibrar con la magia de los grandes días. Más de 18.500 espectadores presenciaron un nuevo capítulo de la remontada blanquiazul, que se impuso por 2-1 al Almería en un encuentro vibrante y lleno de emoción. El efecto Funes se consolida con cada jornada, y este triunfo deja al Málaga CF en una posición envidiable tras sumar 26 puntos en 19 partidos de la Liga Hypermotion. La lluvia no consiguió apagar la ilusión de una afición que vuelve a creer en su equipo.
Desde el pitido inicial, el conjunto malagueño salió con una clara intención: dominar el partido. La presión adelantada fue la clave del encuentro, incomodando constantemente la salida de balón del rival. Víctor, con una acción individual brillante, creó la primera ocasión clara que finalizó Dani Lorenzo con un disparo cruzado que rozó el palo. Joaquín Muñoz, por su parte, se convirtió en una pesadilla para la defensa almeriense, generando peligro por la banda derecha y creando espacios para sus compañeros.
El centro del campo malagueño funcionó como un reloj suizo. Dotor controló el ritmo con precisión, mientras los laterales subían con criterio. La estrategia de Funes Mori se hizo evidente: recuperar el balón en campo rival y atacar con velocidad. Esta filosofía provocó que los visitantes cometieran numerosas imprecisiones. La primera tarjeta amarilla llegó pronto para Chirino, obligado a frenar una contra peligrosa. El Almería, no obstante, demostró su calidad en las pocas ocasiones que tuvo. Un cabezazo de Álex Muñoz se estrelló contra el larguero, y Alfonso tuvo que emplearse a fondo para desviar un disparo seco de Gui Guedes.
El gol llegó tras una jugada colectiva que reflejó la esencia del juego local. Chupete, con una presión insistente, robó el esférico en la línea de fondo y sirvió un pase medido a Dani Lorenzo, que definió con sangre fría ante la salida del portero. El delantero, que ya había marcado en la jornada anterior, celebró su segundo gol consecutivo, confirmando su buen momento de forma. La alegría se extendió por las gradas, donde los seguidores blanquiazules corearon su nombre en varias ocasiones.
El final del primer tiempo fue un intercambio de golpes. Izan Merino y Murillo vieron cartulina amarilla por sendas faltas tácticas, mientras Lopy probó suerte desde la frontal con un disparo que se marchó rozando el travesaño. La intensidad no decayó ni un instante, y ambos equipos llegaron con opciones al descanso. El Málaga CF, con el 1-0 a su favor, tenía el control del partido, pero sabía que el Almería era capaz de reaccionar en cualquier momento.
La segunda mitad comenzó con cambios tácticos. Rubi introdujo variantes en su esquema, buscando mayor profundidad por las bandas. Sin embargo, el peligro continuó siendo local. Larrubia, con una lectura anticipada del juego, interceptó un pase de Embarba en zona de riesgo. Solo un mal control de Joaquín impidió la segunda diana blanquiazul en una contra letal. El ritmo era frenético, y el frío de la noche malagueña contrastaba con el calor del espectáculo futbolístico.
La jugada clave del segundo tiempo llegó tras una nueva pérdida del Almería. Chupete, que ya había demostrado su olfato goleador, se anticipó a la zaga rojiblanca y batió a Andrés Fernández con un disparo cruzado. El 2-0 parecía sentenciar el encuentro, y La Rosaleda estalló de júbilo. El delantero, convertido en el gran protagonista del choque, recibió una ovación cerrada cuando fue sustituido minutos después.
Pero el fútbol siempre guarda sorpresas. El Almería reaccionó con orgullo y comenzó a acercarse con peligro. Lopy se convirtió en el verdugo del Málaga, generando peligro constante por el centro. Alfonso, bajo palos, volvió a demostrar su categoría con dos intervenciones decisivas. Sin embargo, en una acción aislada, un centro rechazado impactó en el brazo de Víctor. El colegiado, tras consultar con el VAR, señaló la pena máxima. Sergio Arribas, con frialdad, engañó al portero y recortó distancias.
Los últimos minutos fueron de infarto. El Málaga CF supo sufrir y administrar su ventaja. La defensa, bien ordenada por Murillo, neutralizó los envites finales del rival. El árbitro pitó el final y el estadio entero celebró una victoria que sabe a gloria. Tres puntos de oro que mantienen vivo el sueño del ascenso.
El balance del efecto Funes es espectacular: tres victorias y dos empates en las últimas cinco jornadas. Los números hablan por sí solos. El equipo ha encontrado su identidad, y la afición ha respondido con entusiasmo. La presión adelantada, la solidaridad defensiva y la efectividad en ataque son las señas de identidad de un conjunto que crece cada semana.
La clasificación sonríe al Málaga CF. Con 26 puntos en 19 jornadas, los blanquiazules se sitúan en la zona tranquila de la tabla, mirando hacia arriba con ambición. La regularidad es la clave en una competición tan larga y exigente como la Liga Hypermotion. El calendario no perdonará, pero este equipo ha demostrado que puede competir contra cualquier rival. La próxima cita será en campo ajeno, una prueba de fuego para confirmar si esta racha tiene continuidad. Por ahora, La Rosaleda vuelve a ser un fortín, y la ilusión vuelve a estar presente en cada rincón de la ciudad.