La reina Mary de Dinamarca ha vuelto a demostrar su innegable sentido del estilo durante la primera parada de su gira oficial por los países bálticos. Tras una breve pausa en Randers, donde los reyes entregaron premios, Federico X y Mary emprendieron rumbo a Letonia, donde fueron recibidos con todos los honores por el presidente Edgars Rinkēvičs. La ceremonia de bienvenida en Riga no solo marcó el inicio de una importante visita diplomática, sino también una nueva oportunidad para que Mary brillara con su característica elegancia clásica.
En un día con temperaturas de apenas siete grados, la reina optó por un vestido-abrigo en azul marino, una pieza versátil que combina funcionalidad y sofisticación. Este tipo de diseño, que también ha popularizado la princesa Kate Middleton, permite afrontar el frío sin sacrificar la estética. El modelo elegido por Mary presenta un escote cruzado y una falda con vuelo, realzado por un cinturón que define su silueta. Para protegerse del viento, añadió una pashmina del mismo tono, que retiró una vez dentro del palacio presidencial, mostrando así un equilibrio perfecto entre comodidad y protocolo.
Sus complementos no pasaron desapercibidos. Mary eligió unos salones de tacón alto de la firma Gianvito Rossi, en un tono navy que armonizaba con el resto del atuendo. Acompañó su look con un bolso de mano de piel de la marca Quidam, un accesorio discreto pero de gran calidad. Como corresponde a una ceremonia de Estado, no faltó el tocado: una diadema con una delicada rejilla frontal que aportó un toque de distinción y refinamiento.
Pero sin duda, el elemento más destacado de su vestimenta fue el conjunto de joyas que lució: la parure Pearl Poiré, una pieza de gran valor histórico y simbólico. Esta tiara, creada en Berlín hacia 1825, fue diseñada en oro, perlas y diamantes para la princesa Luisa de Prusia. Con el paso del tiempo, pasó a manos de su hija, la princesa Luisa de los Países Bajos, quien la llevó en su boda con el rey Carlos XV de Suecia en 1850. En 1869, llegó a Dinamarca junto a la hija de los reyes suecos, que se casó con el futuro rey Federico VIII.
La reina Luisa de Dinamarca, en 1910, estableció una fundación real para preservar las joyas de la corona, asegurando que piezas como esta tiara fueran exclusivas para las reinas danesas. Con el tiempo, el conjunto se amplió con un collar y un broche de perlas y diamantes, regalos de alto valor diplomático. La reina Alejandrina añadió pendientes con perlas del collar original, completando así el conjunto que hoy conocemos.
Mary de Dinamarca solo ha podido lucir esta parure desde su proclamación como reina en enero de 2024, ya que su uso está reservado exclusivamente para las soberanas del país. Su elección no fue casual: se trata de un gesto de respeto a la tradición y un recordatorio del papel histórico que desempeñan las joyas en la monarquía danesa.
La visita a Letonia es solo el primer paso de una gira que incluirá también Estonia y Lituania, países con los que Dinamarca busca fortalecer sus lazos diplomáticos y culturales. Mary, con su estilo impecable y su profundo conocimiento del protocolo real, se ha convertido en una embajadora de lujo para su país. Su capacidad para combinar la modernidad con la tradición, y la funcionalidad con la elegancia, la convierte en una de las figuras reales más admiradas de Europa.
En un mundo donde la moda real se ha convertido en un fenómeno global, Mary sigue marcando tendencia sin necesidad de buscar la provocación. Su estilo, sobrio pero impactante, refleja una mujer segura de sí misma, consciente de su papel y comprometida con la representación de su nación. Cada detalle de su atuendo, desde el corte del vestido hasta la elección de las joyas, está pensado para transmitir dignidad, respeto y una profunda conexión con la historia de su corona.
La parure Pearl Poiré, con su rica historia y su simbolismo, no es solo un adorno: es un legado. Y al lucirla, Mary no solo honra a sus predecesoras, sino que también asegura que esta tradición continúe viva para las futuras reinas de Dinamarca. En un mundo cambiante, su elegancia clásica y su compromiso con la herencia real son un faro de estabilidad y belleza.