El Casademont Zaragoza ha vuelto a demostrar por qué se ha convertido en la verdadera bestia negra del Valencia Basket. En un partido que tenía todos los ingredientes para ser una revancha valenciana, las jugadoras entrenadas por Cantero desplegaron un baloncesto demoledor que acabó con un contundente 73-53 a favor de las visitantes. Con este resultado, el conjunto aragonés completa un triplete inédito esta temporada: victoria en la Supercopa, en la Euroliga y ahora en la Liga Femenina.
El encuentro, disputado en el Roig Arena de Valencia, comenzó con un guion que ya resulta demasiado familiar para las locales. Un parcial inicial de 0-6 dejó claro desde el primer minuto quién mandaba en la pista. Las jugadoras del Casademont salieron con una intensidad defensiva asfixiante y un ritmo ofensivo que desbordó por completo a las taronjas, que parecían aún no haberse recuperado de los fantasmas de los enfrentamientos previos.
El primer cuarto sirvió como declaración de intenciones. A pesar de que Hempe y Carla Leite se cargaron prematuramente con dos faltas personales cada una, el sistema de Cantero demostró una solidez envidiable. La entrada de Aminata Gueye resultó decisiva. La pivote desplegó un repertorio ofensivo impecable que, combinado con la dirección de juego de Leite, llevó al Casademont a un 8-19 que hizo saltar las primeras alarmas en el banquillo valenciano.
Los murmullos en las gradas del Roig Arena no hicieron más que crecer cuando el segundo cuarto se convirtió en un auténtico monólogo aragonés. Mientras el Valencia Basket parecía haber perdido el rumbo, las visitantes ejecutaban a la perfección cada posesión. Mawuli sumó puntos clave, Gueye continuó con su exhibición personal y hasta Fingall Vorackova se sumó a la fiesta ofensiva.
El momento más simbólico llegó cuando Nerea Hermosa, que lleva tiempo alejada de su mejor versión, recuperó la sonrisa gracias a una asistencia mágica de Helena Pueyo. La base catalana, comparada por momentos con Ricky Rubio por su visión de juego, firmó una jugada que resume a la perfección el estado de gracia del equipo: talento, generosidad y efectividad.
El parcial de 2-19 en el segundo periodo resulta elocuente. Las valencianas pasaron más de cinco minutos sin anotar ni un solo punto, mientras las de Zaragoza volaban de un lado a otro de la pista con una energía contagiosa. La ventaja llegó a ser de 25 puntos, un abismo que parecía insalvable incluso con mucho tiempo por delante.
Antes del descanso, el Valencia reaccionó con un parcial de 5-0 que maquilló ligeramente el marcador hasta el 24-44. Sin embargo, la pregunta que todos se hacían en el intermedio era obvia: si el Casademont había remontado 20 puntos en este mismo escenario y en mucho menos tiempo, ¿podrían las taronjas hacer lo mismo?
La respuesta llegó rápido en la segunda mitad. Prohibida la relajación, repitió Cantero en el vestuario, y sus jugadoras cumplieron al pie de la letra. La tercera y cuarta parte del encuentro transcurrieron con un dominio absoluto de las aragonesas, que gestionaron la ventaja con una madurez que desmiente la juventud de muchas de sus integrantes.
Las pivots tomaron el mando del partido. Una Gueye sobrenatural continuó con su exhibición en la pintura, imponiendo su físico y su técnica ante una defensa valenciana que no encontró respuestas. Por su parte, Hempe, pese a sus problemas de faltas, demostró una motivación excepcional y contribuyó en los momentos clave para mantener la distancia en el marcador.
Cada intento de reacción del Valencia Basket fue respondido con contundencia por el Casademont. Un triple de las locales era inmediatamente neutralizado con una jugada de calidad de las visitantes. La renta se mantuvo rondando los 20 puntos durante casi toda la segunda mitad, convirtiendo el partido en una demostración de poderío y control emocional.
El aspecto psicológico no puede obviarse. El Valencia Basket llegaba con bajas importantes y lejos de su mejor momento de forma, pero eso no resta mérito a la actuación del Casademont. Las aragonesas han conseguido instalarse en la cabeza de sus rivales, creando una dinámica mental que parece difícil de revertir. Cada error valenciano era aprovechado con crueldad, cada duda se convertía en un nuevo punto para las visitantes.
El final del partido reflejó la realidad de los 40 minutos previos: un 53-73 que sabe a victoria contundente, a trabajo bien hecho y a mensaje claro lanzado al resto de la competición. El Casademont Zaragoza no solo ha ganado tres veces al Valencia esta temporada, sino que lo ha hecho de formas diferentes pero igualmente demoledoras.
El triplete completo —Supercopa, Euroliga y Liga— convierte a este equipo en un serio candidato a todo. La química entre las jugadoras, la claridad de ideas de Cantero y la capacidad de adaptación a diferentes situaciones son las claves de un proyecto que va más allá de simples victorias. Se trata de construir una dinastía, de crear una mentalidad ganadora que resiste los envites del rival y los momentos de presión.
Para el Valencia Basket, la situación requiere de una profunda reflexión. Tres derrotas ante el mismo rival en una misma temporada no son una casualidad. El equipo taronja necesita encontrar soluciones urgentes, recuperar a sus lesionadas y, sobre todo, recuperar la confianza perdida. El fantasma de Zaragoza ya no es una bestia negra, es una realidad tangible que pesa sobre sus aspiraciones.
El baloncesto femenino español vive uno de sus mejores momentos en cuanto a competitividad y calidad, y este tipo de rivalidades solo enriquece el producto. El Casademont Zaragoza ha demostrado que sabe ganar, que sabe sufrir y que sabe imponer su ley. Ahora el reto es mantener este nivel durante toda la temporada y convertir esta superioridad temporal en un título definitivo.
La próxima cita entre ambos equipas será seguida con especial atención. El Valencia buscará la revancha, pero el Casademont llegará con la tranquilidad de quien sabe que tiene las herramientas para volver a vencer. Mientras tanto, las aragonesas pueden disfrutar de un triplete histórico que habla de su grandeza actual.