ARIA completa su casting en una segunda gala llena de emoción

La segunda entrega del programa de TVE presenta a los cinco nuevos concursantes y despide a Jorge Pazó, mientras Melani García sorprende con su versión lírica de 'Skyfall'

La segunda gala de ARIA, locos por la ópera consolidó el formato como apuesta fuerte de la televisión pública en prime time. La noche sirvió para completar el elenco de diez aspirantes a convertirse en la nueva voz lírica de España, en una entrega donde la música en directo y las interpretaciones exigentes volvieron a ser los verdaderos protagonistas.

La velada arrancó con la poderosa interpretación colectiva de "Va, pensiero", el emblemático coro del tercer acto de Nabucco de Giuseppe Verdi. Bajo la dirección de Tomàs Grau, la Franz Schubert Filharmonia acompañó a los concursantes, demostrando una vez más que la presencia de una orquesta en directo es uno de los sellos de identidad más valiosos del programa. Esta elección musical no fue casual: el coro de los esclavos hebreos es uno de los más reconocidos del repertorio veriano y estableció un tono de solemnidad y excelencia para lo que vendría después.

Aseel Massoud abrió las intervenciones individuales con "O mio babbino caro", la célebre aria de la ópera Gianni Schicchi de Giacomo Puccini. La soprano lírica conectó con el público a través de su expresividad y sensibilidad, aunque los miembros del jurado detectaron cierta desconexión con la orquesta en momentos puntuales. Su capacidad para transmitir emoción fue indiscutible, pero quedó claro que el dominio del tempo y la sintonía con los músicos son aspectos a pulir en su formación.

El turno de Guillem Batllori llegó con la vitalidad de "Non più andrai", el aria que el personaje de Fígaro interpreta en Las bodas de Fígaro de Wolfgang Amadeus Mozart. El barítono demostró solvencia técnica y carisma escénico, recibiendo elogios por su control vocal. El jurado secreto, sin embargo, le instó a arriesgar más en su propuesta interpretativa, a jugar con los matices y a no conformarse con la mera ejecución correcta. El reto para Batllori está en encontrar su propia personalidad artística dentro de los cánones de la tradición mozartiana.

Marina Cuesta se enfrentó a uno de los roles más juveniles y técnicamente desafiantes del repertorio francés: Julieta en "Je veux vivre" de la ópera Romeo y Julieta de Charles Gounod. La soprano lírico-ligera mostró una voz de timbre agradable y una presencia escénica natural, pero el jurado advirtió cierta falta de consistencia en las notas agudas, territorio donde esta aria exige precisión y brillantez. A pesar de ello, fue felicitada por asumir un reto de tanta complejidad en una fase temprana de la competición.

La sorpresa de la noche llegó de la mano de Jorge Pazó, quien optó por alejarse del repertorio operístico estricto para adentrarse en la zarzuela con "Despierta negro" de La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal. El bajo profundo impactó con su potencia y resonancia natural, despertando el entusiasmo del jurado, que vio en él un futuro prometedor. No obstante, también señalaron que su técnica vocal requiere maduración, un proceso que no se construye en semanas sino en años de dedicación. Su elección reivindicó la tradición lírica española en un contexto mayoritariamente italiano y francés.

Carme Bosó cerró el turno de presentaciones con "Les oiseaux dans la charmille", el aria de la muñeca mecánica de Los cuentos de Hoffmann de Jacques Offenbach. La soprano ligera demostró agilidad y dominio del fraseo, aunque el jurado le recomendó trabajar específicamente la pronunciación del francés, un aspecto crucial en un género donde el texto y la música están íntimamente ligados. Su actuación reflejó el espíritu de la competición: talento joven en proceso de perfeccionamiento.

Tras las actuaciones de los concursantes, el programa recibió la visita de Melani García, la joven artista que representó a España en el Festival de Eurovisión Junior 2019. Su interpretación lírica de "Skyfall", el tema compuesto por Adele para la película de James Bond, fue un momento de conexión entre la tradición clásica y la cultura popular contemporánea. García demostró una versatilidad que trasciende fronteras estilísticas, convirtiéndose en un modelo a seguir para los propios concursantes.

El momento de la verdad llegó con la deliberación del jurado secreto. Marina Cuesta y Jorge Pazó quedaron como candidatos a la expulsión. Ambos interpretaron un fragmento a capela en un último intento por convencer. Finalmente, el bajo fue el segundo concursante en abandonar la competición, una decisión que, aunque dura, refleja la exigencia del mundo lírico donde la perfección técnica es un requisito no negociable.

La gala concluyó con un adelanto de la próxima entrega: los concursantes afrontarán el desafío de los duetos, una prueba que exige no solo técnica individual, sino capacidad de escucha, empatía y diálogo musical con otro artista. La recta final de ARIA se acerca y con ella, la oportunidad de ganar 15.000 euros y un contrato para actuar en el prestigioso Festival de Música y Danza.

El programa demuestra que la ópera no es un arte elitista, sino una disciplina viva que forma parte de nuestro patrimonio cultural. Cada gala es una lección de historia musical, un masterclass abierto al público general y una plataforma para que jóvenes voces españolas muestren su talento. La combinación de pedagogía y entretenimiento es el verdadero éxito de ARIA, locos por la ópera.

Referencias

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