El youtuber murciano David Cánovas, más conocido como TheGrefg, ha desatado una intensa controversia tras publicar dos vídeos grabados en El Salvador que ya suman millones de reproducciones. El creador de contenido, que cuenta con más de 19 millones de suscriptores, visitó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) y entrevistó al presidente Nayib Bukele, generando duras críticas por la falta de cuestionamiento a las políticas del mandatario.
La visita al centro penitenciario más grande de América Latina se convirtió en el eje principal del contenido. El CECOT, una megacárcel con capacidad para 40.000 personas y que actualmente alberga a más de 14.500 reclusos, ha sido objeto de múltiples denuncias por parte de organizaciones internacionales. La ONG Human Rights Watch ha documentado casos de torturas, violaciones y privaciones de alimentos y agua, especialmente contra presos venezolanos deportados desde Estados Unidos en un acuerdo que benefició económicamente al gobierno salvadoreño.
Durante el recorrido por las instalaciones, TheGrefg mostró las duras condiciones de vida de los internos. Las imágenes revelan celdas superpobladas con más de cuarenta personas, únicamente equipadas con dos inodoros, un depósito colectivo de agua y literas metálicas sin colchones. Muchos de estos reclusos cumplen condenas de cientos o incluso miles de años por su pertenencia a pandillas. El youtuber recibió el aval oficial del director de Seguridad del centro, lo que le permitió acceder a zonas normalmente restringidas al público.
La segunda parte del contenido consistió en una entrevista exclusiva en el palacio presidencial. Bukele justificó su decisión de conceder la entrevista argumentando que un mensaje difundido a través de un canal de YouTube alcanza una audiencia mucho más amplia y diversa que los medios de comunicación tradicionales. Durante la conversación, TheGrefg interrogó al presidente sobre la transformación de El Salvador de ser uno de los países más peligrosos del mundo a convertirse en uno de los más seguros de la región.
La falta de preguntas incisivas y la adopción de un tono congratulatorio por parte del influencer no pasaron desapercibidas. En lugar de cuestionar las políticas represivas o las denuncias de violaciones de derechos humanos, el murciano optó por elogiar abiertamente la gestión de Bukele, intercalando ocasionales bromas que desactivaron cualquier atisbo de tensión en la entrevista.
Las reacciones no se hicieron esperar. Víctor Egío, exdiputado de Podemos en la Asamblea Regional de Murcia y profesor universitario especializado en política internacional, utilizó sus redes sociales para desmontar el contenido. En un hilo de publicaciones en la plataforma X, Egío acusó directamente al youtuber de servir como altavoz propagandístico del régimen salvadoreño sin mencionar aspectos fundamentales de la crisis institucional del país.
El académico reprochó específicamente que TheGrefg omitiera cualquier referencia a los más de 26.000 detenidos inocentes que, según informes de organizaciones de derechos humanos, permanecen recluidos sin proceso justo en el CECOT. Egío también denunció la ausencia de cuestionamientos sobre la persecución sistemática a periodistas críticos y opositores políticos, así como el silencio respecto a la fortuna inexplicable acumulada por el clan familiar del presidente durante su mandato.
La respuesta de Egío no fue tibia. Empleó metáforas contundentes para describir la situación, calificando la entrevista como un acto de servilismo mediático. Sus palabras reflejan el malestar de una parte de la sociedad española que ve con preocupación cómo figuras del entretenimiento digital legitiman regímenes con serios déficits democráticos sin el contrapeso del periodismo crítico.
El debate trasciende la mera anécdota del youtuber y el presidente. Plantea cuestiones estructurales sobre el papel de los creadores de contenido como intermediarios políticos en la era digital. Mientras que los medios tradicionales, con sus códigos éticos y deontológicos, están obligados a contrastar información y ofrecer múltiples perspectivas, los influencers operan en un espacio gris donde la línea entre entretenimiento, información y propaganda se difumina peligrosamente.
La estrategia de Bukele resulta evidente: capitalizar el alcance masivo de estas figuras para proyectar una imagen de eficiencia y seguridad, eludiendo el escrutinio de la prensa profesional. El presidente salvadoreño ha convertido la gestión de la percepción pública en una prioridad, utilizando las redes sociales y los creadores de contenido como herramientas de diplomacia digital y legitimación internacional.
Para la comunidad académica y los defensores de los derechos humanos, este fenómeno representa un riesgo real. La desinformación o la información incompleta, cuando alcanza a audiencias de millones de personas, puede moldear opiniones públicas y generar apoyo a políticas que vulneran principios democráticos básicos. La capacidad de un youtuber para llegar a más de seis millones de vistas en menos de una semana con contenido que omite graves violaciones contrasta con la dificultad que tienen las ONG y los medios críticos para visibilizar sus denuncias.
La polémica también ha reavivado el debate sobre la responsabilidad social de los influencers. Con un poder de influencia equiparable o superior al de muchos medios tradicionales, ¿deberían estos creadores adherirse a estándares éticos similares? ¿Existe un deber de diligencia al abordar temas de alta sensibilidad política y social? La respuesta de TheGrefg, quien se autodefine como "apolítico", no ha convencido a sus críticos, que ven en esta postura una forma de eludir responsabilidades.
El caso ilustra una tensión creciente entre dos modelos de comunicación: el periodismo profesional, con sus filtros y compromisos con la verdad, y el contenido de entretenimiento digital, donde la viralidad y el engagement a menudo priman sobre la rigurosidad informativa. En territorios con democracias frágiles y sistemas de control mediático, esta dinámica adquiere una dimensión aún más preocupante.
Mientras tanto, los vídeos de TheGrefg continúan acumulando visualizaciones, extendiendo el mensaje oficial del gobierno salvadoreño a una audiencia global predominantemente joven. Las críticas de expertos como Víctor Egío, por el contrario, circulan principalmente en círculos académicos y políticos, con un alcance comparativamente limitado. Esta asimetría refuerza la efectividad de la estrategia de Bukele y plantea desafíos urgentes sobre cómo garantizar que la información que consume el público digital refleje la complejidad y las contradicciones de la realidad política.
La lección es clara: en la era de la comunicación descentralizada, la lucha por la narrativa ya no se libra exclusivamente en los medios tradicionales, sino en las plataformas digitales donde la velocidad y el espectáculo a menudo superan al análisis crítico. La responsabilidad, tanto de creadores como de audiencias, nunca ha sido tan grande ni tan compleja de definir.