El Palau Blaugrana presenció una de esas noches que pasan a los anales de la Euroliga. El Barça de Xavi Pascual superó al Baskonia en un duelo épico que necesitó de tres prórrogas y 55 minutos de juego para decantarse. El protagonista indiscutible fue Kevin Punter, quien con 43 puntos firmó una actuación que sus compañeros celebraron con aplausos y abrazos al final del encuentro.
El encuentro comenzó con un Baskonia muy superior en los primeros compases. Los vitorianos, conscientes de las bajas de Vesely y Shengelia, explotaron la debilidad interior del Barça. Diop castigó a Willy Hernangómez en la pintura, mientras que el juego colectivo rápido y preciso de los visitantes desbordó a los azulgranas. Las pérdidas de balón del Barça se sucedían, y la desventaja pronto superó los diez puntos (18-32).
El acierto desde el perímetro también fallaba a los locales. Mientras el Barça erraba sus intentos de tres puntos, Howard se calentaba para el Baskonia. El base anotó dos triples consecutivos que mantuvieron a su equipo por delante. El control del rebote era baskonista, lo que proporcionaba segundas oportunidades que los de Duško Ivanović aprovechaban sin piedad. La situación era tan preocupante que Pascual tuvo que recurrir a Seny Keita en el primer cuarto, una decisión que revelaba la gravedad del momento.
Sin embargo, el Barça no se rindió. Antes del descanso, los catalanes apretaron el acelerador. La mejora en el rebote, condición sine qua non para competir, permitió acercarse en el marcador. Clyburn, que hasta entonces había estado discreto, empezó a anotar con regularidad. Willy Hernangómez, tras el esfuerzo de Keita, también contribuyó con puntos valiosos (35-42). Pero el problema del tiro exterior persistía. Luwawu-Cabarrot tomó el relevo de Howard y rápidamente alcanzó los 12 puntos. Entre ambos, los baskonistas acertaron siete de ocho triples intentados (47-53).
El tercer cuarto mantuvo la tensión. Baskonia salió mejor tras el descanso, de nuevo con Diop como referencia interior. Pero el Barça reaccionó rápidamente, igualando el rebote y recuperando sensaciones. El juego de los azulgranas mejoró: cerrando el aro propio, corriendo el contraataque y sumando puntos en transición. Fueron los mejores minutos del Barça, pero se vieron ensombrecidos por una mala noticia: Clyburn se retiró directamente al vestuario con una lesión muscular. Aunque no parecía grave, le impidió continuar en un partido donde era el máximo anotador de su equipo (70-75).
El Barça necesitó 31 minutos para empatar el encuentro (75-75), pero Baskonia respondió con dos posesiones de ventaja (77-83). El partido se convirtió en un intercambio de golpes. Cuando los azulgranas conseguían correr, la distancia se reducía. Cuando Howard cogía el balón, crecía. El ritmo se aceleró, se descontroló y se volvió impredecible.
Y llegaron las prórrogas. La primera, la segunda, la tercera. Cada una con su dosis de drama, con jugadores exhaustos pero determinados. En este contexto, Kevin Punter se erigió como el líder absoluto. Cada canasta suya era un bálsamo para el Barça y un puñal para el Baskonia. Sus 43 puntos no fueron producto del azar, sino de una determinación inquebrantable en los momentos decisivos.
El neoyorquino demostró una capacidad de liderazgo excepcional. Mientras sus compañeros llegaban al límite físico, Punter encontró energía en sitios desconocidos. Sus penetraciones eran imparables, su tiro exterior certero, y su capacidad para generar faltas constante. Los 55 minutos de juego, récord histórico en la Euroliga, no parecían afectarle.
El Baskonia, por su parte, tuvo héroes anónimos. Howard terminó con 17 puntos, Luwawu-Cabarrot también con 12, y Diop dominó el interior durante largos tramos. Pero la falta de rotaciones y el desgaste acabaron pasando factura. Los triples que entraban al principio empezaron a fallar cuando más se necesitaban.
Para el Barça, la victoria supone mucho más que dos puntos en la clasificación. Es una demostración de resiliencia, de capacidad para superar la adversidad cuando todo parecía perdido. Xavi Pascual, que cumple su temporada más complicada en el banquillo azulgrana, vio cómo su equipo encontró la manera de ganar un partido que parecía imposible.
La lesión de Clyburn, aunque preocupante, no empañó la celebración. Los servicios médicos del club descartaron una gravedad excesiva, aunque las pruebas determinarán el alcance real. Su ausencia en los minutos finales y las prórrogas fue notable, pero el equipo supo compensarla.
El Palau Blaugrana vibró como hacía tiempo no lo hacía. Los aficionados que se quedaron hasta el final presenciaron un espectáculo único. Cada posesión era una montaña rusa de emociones, cada tiro un suspiro colectivo. Y en medio de todo, Kevin Punter, el hombre de la noche, el autor de una gesta que pasará a la historia del club.
Con este triunfo, el Barça refuerza su posición en la Euroliga y demuestra que puede competir contra cualquier rival. La lección es clara: nunca hay que rendirse, porque el baloncesto puede dar segundas oportunidades. Y a veces, hasta terceras.
La noche del miércoles en el Palau será recordada como la noche de Kevin Punter. Una noche eterna, de esas que definen carreras y quedan en la memoria colectiva. Una noche donde un jugador se convirtió en leyenda y su equipo en un ejemplo de superación.