Vandalismo en la muralla medieval de Soria: nuevas pintadas en el patrimonio

La Asociación de Amigos del Museo Numantino denuncia el deterioro intencionado del lienzo junto al río Duero, una de las fortificaciones medievales más extensas de España.

La muralla medieval de Soria, uno de los vestigios históricos más valiosos de la ciudad, ha vuelto a ser blanco de actos vandálicos que ponen en riesgo su integridad y menoscaban el patrimonio colectivo. Un nuevo episodio de deterioro intencionado ha sido denunciado esta semana por la Asociación de Amigos del Museo Numantino, que ha alertado sobre la aparición de pintadas en uno de los tramos mejor conservados del lienzo, concretamente en la zona que discurre paralela al río Duero.

Este tipo de agresiones al patrimonio no es nuevo, pero sí resulta especialmente doloroso cuando afecta a un bien de tal magnitud histórica. La fortificación soriana constituye uno de los ejemplos más destacados de ingeniería defensiva medieval en la Península Ibérica, con una longitud que supera los cuatro kilómetros de recorrido. Las fuentes oficiales, tanto del portal de Turismo del Ayuntamiento de Soria como de la Junta de Castilla y León, cifran su extensión en aproximadamente 4.100 metros, en los que se distribuían ocho puertas de acceso a la ciudad amurallada.

Construida principalmente en mampostería, la muralla presenta refuerzos en las esquinas mediante sillares de mayor tamaño y resistencia. Su trazado, lejos de ser lineal, se adapta al perfil orográfico del terreno, siguiendo la línea de las cumbres de los cerros del Mirón y el Castillo, desde donde dominaba visualmente todo el entorno. Esta configuración topográfica no solo respondía a criterios estratégicos militares, sino que también ha permitido su conservación parcial hasta nuestros días.

El tramo más afectado por estas pintadas recientes es el conocido como paseo del Postiguillo, una zona de gran afluencia peatonal que discurre junto al cauce del Duero. Este espacio, muy valorado tanto por la población local como por los visitantes, ha concentrado en los últimos años diversos actos de vandalismo que han ido degradando progresivamente su imagen. Las pinturas sobre la piedra se suman a otros problemas de conservación que ya afectaban a esta área, como la pasarela metálica que cruza el río, inoperativa desde hace más de doce meses, o el mobiliario urbano en estado de abandono.

La denuncia pública realizada por la asociación cultural no solo busca la reparación inmediata de los daños, sino que pretende concienciar sobre la importancia de preservar estos vestigios. El deterioro del patrimonio histórico puede provenir de múltiples causas: la erosión natural derivada del paso de los siglos, las intervenciones inadecuadas con materiales modernos como ladrillos, o las acciones deliberadas de individuos que, por motivos inexplicables, deciden dejar su marca en estructuras centenarias.

Precisamente, en la calle Alberca se puede observar otro tipo de intervención cuestionable, donde la demolición del antiguo hospicio ha dejado al descubierto antiguos remiendos en el lienzo que no respetan la técnica original. Estas reparaciones, aunque quizás bienintencionadas en su momento, representan otro frente de preocupación para los expertos en restauración patrimonial. Sin embargo, el vandalismo gratuito sigue siendo la forma de agresión más incomprensible y difícil de justificar.

El impacto de estas acciones va más allá del mero aspecto estético. Cada pintada sobre la piedra original supone una pérdida irreversible de material histórico, ya que la limpieza suele requerir técnicas abrasivas que dañan aún más la superficie. Además, este tipo de incidentes proyectan una imagen de negligencia y falta de respeto hacia el patrimonio común, desalentando el turismo cultural y minando el orgullo ciudadano.

La muralla de Soria no es solo un monumento aislado, sino el testimonio material de más de ocho siglos de historia. Desde su construcción en la Edad Media hasta su evolución y adaptación a lo largo de diferentes épocas, cada piedra cuenta una parte de la historia de la ciudad. La pérdida o deterioro de cualquier elemento de esta fortificación representa un empobrecimiento del legado histórico que transmitimos a las generaciones futuras.

Ante esta situación, la Asociación de Amigos del Museo Numantino reclama no solo la limpieza y restauración de los tramos afectados, sino también la implementación de medidas preventivas. La vigilancia en zonas sensibles, la educación patrimonial en centros escolares y la aplicación de sanciones ejemplarizantes podrían contribuir a reducir este tipo de incidentes. La colaboración ciudadana también resulta fundamental, ya que la alerta temprana permite actuar con mayor celeridad.

El paseo del Postiguillo, con sus vistas al río Duero y su entorno natural, debería ser un espacio de disfrute colectivo y no un escenario de abandono y deterioro. La recuperación de la pasarela metálica, el mantenimiento del mobiliario urbano y la protección activa del lienzo medieval son medidas urgentes que requieren una respuesta coordinada entre administraciones y sociedad civil.

La protección del patrimonio no puede recaer únicamente en las autoridades o en las asociaciones culturales. Es una responsabilidad compartida que implica a cada ciudadano. Respetar y cuidar estos vestigios es una forma de honrar nuestra historia y de garantizar que las próximas generaciones puedan disfrutar y aprender de ellos. El caso de Soria sirve como recordatorio de que el patrimonio histórico es frágil y necesita vigilancia constante.

En definitiva, las pintadas aparecidas en la muralla medieval son un síntoma de una problemática más amplia: la desconexión entre la población y su herencia histórica. Solo mediante la concienciación, la educación y el compromiso colectivo podremos revertir esta tendencia y asegurar la conservación de monumentos tan singulares como la muralla de Soria, verdadero emblema de la ciudad y testigo silencioso de su evolución a lo largo de los siglos.

Referencias

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