Pashinyan propone hoja de ruta conjunta con Azerbaiyán sobre desplazados

El primer ministro armenio sugiere abordar simultáneamente el retorno de armenios de Karabaj y azerbaiyanos de Armenia para evitar nuevas tensiones

El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, ha reavivado el debate sobre el futuro de los desplazados de Nagorno-Karabaj con una propuesta controvertida que busca desescalar las tensiones con Azerbaiyán. Durante una reciente conferencia de prensa en Hamburgo, el líder armenio sugirió que insistir en la agenda del retorno de los refugiados armenios podría generar mayor inestabilidad en la región, planteando en su lugar la necesidad de una hoja de ruta conjunta que aborde simultáneamente las preocupaciones de ambas naciones.

El contexto de estas declaraciones se remonta a las operaciones militares de Azerbaiyán en 2023, que culminaron con la toma completa de Nagorno-Karabaj y el éxodo masivo de la población armenia de la región. Desde entonces, la cuestión del retorno de estos desplazados ha permanecido como uno de los temas más sensibles en la agenda diplomática regional. Sin embargo, Pashinyan ha adoptado una postura cada vez más cautelosa, calificando el tema como «extremadamente peligroso» y advirtiendo que podría reavivar el movimiento de Karabaj, algo que, según sus palabras, debe evitarse para garantizar la estabilidad a largo plazo.

La posición del primer ministro armenio no es nueva. Ya en agosto de 2025, Pashinyan había transmitido mensajes similares a la comunidad de refugiados, comunicándoles que su regreso a los territorios bajo control azerbaiyano «no es realista» en las condiciones actuales. Durante su intervención en Hamburgo, reiteró estas advertencias, enfatizando que continuar promoviendo una agenda de retorno unilateral equivaldría a reactivar un conflicto que, según su visión, debería considerarse cerrado desde el punto de vista político.

La respuesta de Azerbaiyán no se ha hecho esperar. El presidente Ilham Aliyev ha mantenido una retórica firme sobre lo que denomina «Azerbaiyán Occidental», referencia a los azerbaiyanos que fueron desplazados del territorio armenio durante los períodos de tensión interétnica en la era soviética y post-soviética. Aliyev ha enfatizado repetidamente la «legítima demanda» de este colectivo para restaurar y proteger su patrimonio cultural en Armenia, presentando su retorno como una cuestión de derechos humanos fundamentales.

En una reciente declaración, el líder azerbaiyano afirmó: «Hoy en día, es importante intensificar los esfuerzos para asegurar el retorno de los azerbaiyanos que fueron desplazados forzosamente de Armenia. En definitiva, el derecho al retorno es uno de los principios fundamentales de los derechos humanos. Garantizar este derecho implica no solo el retorno físico a la patria, sino también la restauración de la integridad espiritual, el patrimonio cultural y la memoria histórica de la sociedad».

Esta postura crea lo que Pashinyan describe como una narrativa contradictoria. Por un lado, Azerbaiyán promueve el concepto de «Azerbaiyán Occidental» y reclama el retorno de azerbaiyanos a Armenia. Por otro, reconoce la existencia de «armenios de Karabaj», lo que desde la perspectiva armenia mantiene vivo un conflicto que Baku oficialmente considera resuelto.

Ante este escenario, Pashinyan ha lanzado una propuesta que busca romper el estatus quo. «Quiero presentar una propuesta abierta y pública a Azerbaiyán. Si ellos tienen inquietudes sobre estos temas, nosotros también. Propongo que acordemos una hoja de ruta conjunta para resolver ambos asuntos simultáneamente», declaró el primer ministro armenio.

La iniciativa de Pashinyan implicaría abordar en paralelo tanto el tema del retorno de armenios a Nagorno-Karabaj como el de azerbaiyanos a Armenia, estableciendo un mecanismo de negociación que, según su visión, podría prevenir futuros conflictos y promover la estabilidad estratégica en la región. El líder armenio expresó su esperanza de que esta propuesta sea traducida oficialmente y transmitida a Bakú para su consideración.

El contexto de estas negociaciones es complejo. Desde la guerra de 2020 y la posterior toma de Nagorno-Karabaj por parte de Azerbaiyán en 2023, Armenia ha estado en una posición de debilidad relativa. La comunidad internacional, incluida la Unión Europea, ha instado a ambas partes a encontrar una solución pacífica y duradera, pero los intereses nacionales y las sensibilidades históricas han complicado cualquier avance significativo.

La propuesta de Pashinyan representa un intento de redefinir el marco de negociación. En lugar de tratar el retorno de desplazados armenios como un tema aislado, lo vincula directamente con las demandas azerbaiyanas sobre «Azerbaiyán Occidental». Esta estrategia podría tener varios objetivos: por un lado, busca equilibrar la balanza diplomática al presentar las preocupaciones armenias como equivalentes a las azerbaiyanas; por otro, podría ser un intento de desincentivar las demandas de Baku al vincularlas a concesiones que este país no parece dispuesto a hacer.

Sin embargo, la propuesta enfrenta desafíos significativos. La comunidad armenia de la diáspora y los grupos de derechos humanos han criticado la postura de Pashinyan, considerando que abandona a los refugiados de Nagorno-Karabaj y legitima las acciones de Azerbaiyán. Desde esta perspectiva, reconocer que el retorno «no es realista» equivaldría a aceptar la limpieza étnica como un hecho consumado.

Por su parte, Azerbaiyán podría interpretar la propuesta como una oportunidad para avanzar en su agenda sobre «Azerbaiyán Occidental» sin conceder nada significativo a cambio. El gobierno de Aliyev ha mostrado poca disposición a comprometerse en temas que considere de soberanía territorial, y el retorno de armenios a Nagorno-Karabaj podría ser visto como una amenaza a la integridad territorial que Baku ahora controla.

El concepto de patrimonio cultural también juega un papel central en este debate. Ambos países acusan al otro de destruir o negar su herencia cultural histórica. Aliyev ha enfatizado la necesidad de proteger el patrimonio azerbaiyano en Armenia, mientras que las autoridades armenias han denunciado la destrucción de iglesias y monumentos armenios en territorios bajo control azerbaiyano.

La comunidad internacional observa estos desarrollos con cautela. La Unión Europea, que ha mantenido una agenda de cooperación con Armenia, ha incluido referencias específicas a los «armenios de Nagorno-Karabaj que se convirtieron en refugiados» en sus documentos estratégicos, lo que ha provocado la ira de Azerbaiyán. Esta tensión diplomática refleja la dificultad de mantener un equilibrio entre los principios de derechos humanos y las realidades geopolíticas de la región.

La propuesta de hoja de ruta conjunta de Pashinyan, si es aceptada, podría establecer un precedente importante para la resolución de conflictos en la región del Cáucaso. Sin embargo, su éxito dependerá de la voluntad política de ambas partes de comprometerse en temas altamente sensibles, así como del apoyo de actores internacionales clave como Rusia, la UE y Turquía.

Mientras tanto, los refugiados de ambos lados continúan en una situación de incertidumbre. Para los armenios desplazados de Nagorno-Karabaj, las palabras de Pashinyan representan un duro golpe a sus esperanzas de retorno. Para los azerbaiyanos que alguna vez vivieron en Armenia, la retórica de su gobierno mantiene vivas aspiraciones que parecen igualmente difíciles de cumplir en el corto plazo.

El tiempo dirá si esta propuesta representa una verdadera oportunidad para la reconciliación regional o si es simplemente otro capítulo en la compleja y dolorosa historia de las relaciones armenio-azerbaiyanas. Lo que está claro es que, después de décadas de conflicto y desplazamientos, encontrar una solución que satisfaga las demandas de justicia, seguridad y dignidad de ambos pueblos sigue siendo uno de los desafíos más apremiantes de la región.

Referencias

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