El 30 de octubre de 2025, Manila, capital de Filipinas, se posicionó como la quinta ciudad más contaminada del mundo según datos de IQAir. A las 4:30 a.m. (hora del Pacífico), el Índice de Calidad del Aire (AQI) alcanzó los 122 puntos, una cifra que se clasifica como “peligroso para grupos sensibles”. Esto significa que personas con enfermedades respiratorias o cardíacas, niños y adultos mayores podrían experimentar efectos adversos en su salud, mientras que la población general no se vería tan afectada.
La calidad del aire es un fenómeno cambiante, similar a las condiciones meteorológicas. En este caso, Manila se ubicó en el top 5 de las ciudades más contaminadas del mundo en la mañana del jueves, lo que refleja una situación crítica que requiere atención inmediata. Para quienes deseen monitorear la situación en tiempo real, IQAir ofrece un mapa interactivo que permite seguir los niveles de contaminación en la ciudad.
Aunque el dato del 30 de octubre es alarmante, es importante contextualizarlo. En 2024, la concentración promedio de partículas finas (PM2.5) en Manila fue de 17,4 µg/m³, lo que corresponde a un AQI de 66 —clasificado como “moderado”— y representa 3,5 veces el límite anual recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 5 µg/m³. Esto indica que, aunque el aire no siempre está en niveles extremos, la contaminación es un problema crónico que afecta la salud de la población a largo plazo.
Según las previsiones meteorológicas y de calidad del aire, se espera que la situación mejore gradualmente hacia la noche del 30 de octubre y durante la madrugada del día siguiente. Esto se debe a la disminución del tráfico vehicular y a condiciones de viento más favorables para la dispersión de los contaminantes. Además, cambios repentinos en la dirección del viento o la llegada de lluvia podrían acelerar esta mejora, llevando los niveles de contaminación nuevamente a la categoría de “moderado”.
La causa principal de la mala calidad del aire en Manila en ese momento fue el alto volumen de emisiones vehiculares durante las horas pico. La congestión en las principales avenidas de la ciudad genera una acumulación significativa de partículas finas (PM2.5), que son especialmente peligrosas porque pueden penetrar profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo. Estas partículas provienen principalmente de motores diésel, escapes de vehículos antiguos y el uso intensivo de transporte público no regulado.
Además del tráfico, otros factores contribuyen a la contaminación en Manila. Entre ellos se incluyen la quema de residuos en áreas informales, la actividad industrial sin controles adecuados, la construcción descontrolada y la falta de espacios verdes que ayuden a filtrar el aire. La geografía de la ciudad, ubicada en una cuenca rodeada de montañas, también dificulta la dispersión natural de los contaminantes, lo que agrava el problema.
Para los residentes, especialmente aquellos con condiciones de salud preexistentes, se recomienda limitar la exposición al aire exterior durante las horas de mayor contaminación, usar mascarillas N95 si es necesario salir, y mantener los espacios interiores bien ventilados o equipados con purificadores de aire de alto rendimiento. Estos dispositivos pueden reducir significativamente la concentración de partículas en interiores, ofreciendo un refugio más seguro para quienes pasan largas horas en casa o en el trabajo.
Las autoridades locales y nacionales enfrentan el desafío de implementar políticas efectivas para reducir la contaminación. Esto incluye mejorar el transporte público, promover vehículos eléctricos, regular las emisiones industriales y fomentar la conciencia ciudadana sobre el impacto ambiental de las actividades cotidianas. La colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos es clave para lograr un cambio sostenible.
En el contexto global, Manila no es la única ciudad que enfrenta este problema. Muchas metrópolis en Asia, África y América Latina luchan contra niveles altos de contaminación, lo que subraya la necesidad de una acción coordinada a nivel internacional. La calidad del aire no es solo un asunto local, sino un desafío global que afecta la salud, la economía y la calidad de vida de millones de personas.
En resumen, aunque el episodio del 30 de octubre de 2025 fue particularmente severo, refleja una realidad más amplia: Manila necesita una estrategia integral y urgente para mejorar su aire. La salud de sus habitantes depende de ello, y cada paso hacia una movilidad más limpia, una industria más responsable y una ciudad más verde es un paso hacia un futuro más saludable. La contaminación no es un fenómeno inevitable; es una consecuencia de decisiones que pueden y deben cambiarse.