En un gesto que ya se ha convertido en viral, el club Estudiantes de La Plata protagonizó uno de los momentos más polémicos y simbólicos de la temporada en el fútbol argentino. Durante el partido de octavos de final del Torneo Clausura frente a Rosario Central, los jugadores del Pincha decidieron realizar el tradicional pasillo de campeón... pero con una interpretación que dejó a todos sin palabras: todos dieron la espalda a sus rivales.
La controversia nació cuando la Liga Profesional de Fútbol (LPF) y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) decidieron reconocer a Rosario Central como Campeón de Liga 2025, basándose en su posición como líder de la tabla anual. Este reconocimiento, aunque no estaba contemplado en los reglamentos oficiales, fue aprobado por unanimidad en el Comité Ejecutivo de la LPF —una decisión que, según Estudiantes, no fue sometida a votación formal.
El presidente del club platense, Juan Sebastián Verón, no dudó en expresar su desacuerdo públicamente. A través de las redes sociales, el club afirmó: “No se realizó ninguna votación respecto del reconocimiento del título de Campeón de Liga 2025”. Esta declaración generó una fuerte tensión institucional, ya que la LPF insistió en que la decisión estaba documentada en las actas y que Estudiantes había estado representado en la reunión por su vicepresidente, Pascual Caiella.
Pese a las diferencias, el club cumplió con la exigencia de realizar el pasillo, pero con una lectura política y simbólica. Según el cronista Federico Bueno, en la transmisión de ESPN Premium, Verón se reunió con los referentes del plantel y les propuso una forma de protesta que respetara la norma, pero transmitiera su descontento: “pasillo de espaldas y brazos cruzados”. La institución, según Bueno, “liberó a sus jugadores” para que decidieran, pero el mensaje del presidente fue claro y contundente.
La escena, captada por las cámaras en el estadio Gigante de Arroyito, se convirtió en un símbolo de resistencia institucional. Mientras los jugadores de Central, incluido el astro Ángel Di María, caminaban entre los rivales, estos permanecieron de espaldas, sin mirarlos, sin saludarlos, sin reconocerlos como campeones. Un gesto que, aunque no violó ninguna norma, rompió con la tradición del respeto deportivo.
La reacción de la hinchada local no se hizo esperar. Desde las tribunas, los hinchas de Central entonaron un cántico directo contra Verón: “El que no salta, es un inglés”, una frase que, en el contexto futbolístico argentino, es una clara alusión a la supuesta falta de pasión o compromiso con el fútbol local.
La polémica se intensificó aún más cuando se recordó que ningún reglamento oficial obliga a realizar el pasillo. Ni el Reglamento de la LPF, ni el de la AFA, ni el del campeonato en curso lo establecen como un deber. Históricamente, ha sido una práctica voluntaria, basada en el respeto mutuo entre clubes. La decisión de imponerlo en este caso, especialmente con una competencia en curso y sin consenso previo, fue vista por muchos como una medida arbitraria.
Para Rosario Central, en cambio, la consagración como campeón de liga fue un momento de celebración. Di María, en sus redes sociales, escribió: “La gloria no tiene precio. Campeón de liga 2025. Vamos Central”, reflejando el orgullo del plantel por un logro que, aunque controvertido, les otorga una nueva estrella en su historial.
El episodio ha abierto un debate más profundo sobre el papel de las instituciones en el fútbol argentino. ¿Quién decide qué es un campeonato? ¿Qué peso tienen las decisiones tomadas en comités ejecutivos sin consenso amplio? ¿Y qué límites tiene la protesta simbólica dentro de un campo de juego?
Estudiantes, con su gesto, no solo cuestionó la legitimidad del título de Central, sino que también puso en evidencia las tensiones entre la tradición, la institucionalidad y la política deportiva. El pasillo de espaldas no fue un acto de desprecio, sino una declaración institucional —una forma de decir “no estamos de acuerdo”, sin romper las reglas, pero sin callar.
En el mundo del fútbol, donde los gestos hablan más que las palabras, este episodio quedará grabado como un momento de ruptura simbólica. Y aunque la LPF y la AFA mantengan su postura, el mensaje de Estudiantes ya ha resonado más allá de las canchas: en las redes, en los medios y en la memoria colectiva del deporte argentino.