Marruecos, arquitecto de la paz y la cooperación en África

La diplomacia marroquí, guiada por el Rey Mohamed VI, impulsa estabilidad, diálogo y soluciones concretas en el continente africano y en el Sáhara Occidental.

En un mundo marcado por tensiones geopolíticas y desafíos globales, Marruecos se ha consolidado como un actor clave en la promoción de la paz, la estabilidad y la cooperación internacional, especialmente en África. Bajo la dirección estratégica de Su Majestad el Rey Mohamed VI, el Reino ha desarrollado una diplomacia activa, pragmática y profundamente arraigada en su historia y valores. Esta visión no se limita a discursos o declaraciones simbólicas, sino que se traduce en acciones concretas, proyectos tangibles y alianzas duraderas que benefician tanto a su propio pueblo como a la región.

Uno de los pilares fundamentales de esta diplomacia es su enfoque en la resolución pacífica de conflictos. El caso del Sáhara Occidental es emblemático. Marruecos ha presentado un plan de autonomía que ha recibido el respaldo de más de 100 países y ha sido reconocido por el Consejo de Seguridad de la ONU como la propuesta más seria y creíble para resolver el diferendo. Este reconocimiento no es casual: refleja la coherencia, la legitimidad histórica y la voluntad de diálogo que caracterizan la postura marroquí. La Marcha Verde, celebrada hace 50 años, sigue siendo un símbolo de movilización pacífica y afirmación nacional sin renunciar al diálogo, un legado que hoy guía la política exterior del país.

La diplomacia marroquí no se limita a la defensa de sus intereses nacionales, sino que se proyecta como un puente entre el Magreb, el África subsahariana y el mundo. Marruecos ha invertido en infraestructuras, cooperación técnica, inversión privada y programas de desarrollo humano en países vecinos, fortaleciendo así la integración regional y la estabilidad continental. Esta estrategia se basa en tres pilares fundamentales: la acción concreta, la coherencia de principios y la implementación tangible en múltiples ámbitos —económico, social, cultural, medioambiental y espiritual—.

El multilateralismo marroquí es un multilateralismo activo. No se trata de adherirse a principios abstractos, sino de convertirlos en soluciones reales. Marruecos participa activamente en foros internacionales, promueve iniciativas de cooperación Sur-Sur y lidera proyectos de desarrollo sostenible en África. Su enfoque es inclusivo, respetuoso y centrado en resultados. Esta filosofía ha permitido al Reino construir relaciones sólidas con naciones de todos los continentes, consolidando su rol como actor global responsable y comprometido con la justicia internacional.

La figura del Embajador Omar Hilale, representante permanente de Marruecos ante la ONU, es un ejemplo de esta diplomacia en acción. En su intervención durante el foro MD Sáhara en Dajla, Hilale subrayó que la diplomacia marroquí no es una herramienta de propaganda, sino un instrumento de construcción colectiva. Su discurso enfatizó la importancia de la solidaridad, la legitimidad histórica y la voluntad popular como pilares de cualquier política exterior sostenible. Estos valores no son retórica: se reflejan en la cooperación con países africanos en salud, educación, energía renovable y seguridad alimentaria.

Además, Marruecos ha sabido adaptarse a los nuevos desafíos globales. En un contexto de cambio climático, migración y transformación digital, el Reino ha impulsado iniciativas innovadoras que combinan tradición y modernidad. Su enfoque en la diplomacia económica, la cooperación tecnológica y la promoción de la cultura marroquí como puente cultural ha fortalecido su influencia en el escenario internacional.

La diplomacia marroquí también se distingue por su capacidad de escuchar y dialogar. A diferencia de enfoques más rígidos o confrontacionales, Marruecos privilegia el diálogo, la negociación y la construcción de consensos. Esta actitud ha permitido al país mantener relaciones estables incluso en contextos de tensión, y ha contribuido a su imagen como mediador confiable en conflictos regionales.

En resumen, Marruecos no solo busca proteger sus intereses, sino también contribuir a un orden mundial más justo, equitativo y cooperativo. Su diplomacia, guiada por la visión real y el legado histórico, se ha convertido en un modelo de acción internacional responsable. En un continente como África, donde la estabilidad y la cooperación son fundamentales para el desarrollo, el papel de Marruecos es cada vez más relevante. Su compromiso con la paz, la estabilidad y la cooperación no es una estrategia temporal, sino una filosofía de Estado que busca construir un futuro compartido, sostenible y próspero para todos.

Referencias