Cooper Flagg brilla en Navidad con 27 puntos ante Curry

El rookie de Dallas recibe una masterclass del base de Golden State sobre el arte de 'ganar feo' en un duelo generacional

La jornada navideña de la NBA ha dejado un duelo para el recuerdo entre dos generaciones del baloncesto. Por un lado, Cooper Flagg, el flamante número uno del draft, representando el futuro de la liga. Por el otro, Stephen Curry, el arquitecto de la dinastía de los Warriors, encarnando la grandeza consolidada. En el Chase Center de San Francisco, este enfrentamiento simbóculo culminó con victoria de Golden State por 126-116, pero la verdadera historia trascendió el marcador.

El alero de los Dallas Mavericks, con apenas 19 años recién cumplidos, demostró por qué se le considera el próximo fenómeno del baloncesto mundial. Sus 27 puntos, con un excelente 13/21 en tiros de campo, confirmaron que la presión de una fecha tan señalada no le afecta. Aunque su registro desde el perímetro (1/3) mostró margen de mejora, su capacidad para generar ventajas con su físico (2,06 metros) y su inteligencia posicional resultaron asombrosos.

Lo más valioso para Flagg, sin embargo, no fueron sus propios números, sino la lección magistral que recibió de Curry. El base de 38 años tuvo una noche atípica en el apartado estadístico (6/18 en tiros, 2/10 en triples), pero demostró por qué se le considera uno de los competidores más inteligentes de la historia. Su capacidad para influir en el juego sin necesidad de brillar desde el primer minuto, para liderar aunque el aro le castigue, constituye el siguiente escalón que debe subir cualquier promesa.

El arte de ganar sin brillar

Curry convirtió todos sus tiros libres (9/9) y ejerció un control absoluto del ritmo del encuentro. Su poder gravitatorio descompensó constantemente la defensa de Dallas, creando espacios para sus compañeros incluso cuando su muñeca no respondía con la habitual precisión. Jimmy Butler, con 14 puntos, y el resto de la rotación de Warriors se beneficiaron de esta atención defensiva constante hacia el base.

Este concepto de "ganar feo" es precisamente lo que diferencia a las estrellas emergentes de las leyendas consolidadas. Flagg vio en directo cómo un jugador con tres anillos y dos MVPs puede decidir un partido sin necesidad de firmar su mejor actuación. La madurez competitiva de Curry le permitió mantener la calma cuando los tiros no entraban, buscando alternativas para ayudar a su equipo: defensa, dirección, asistencias y esa capacidad para generar ventajas tácticas que no aparecen en el boxscore.

El contexto dramático de Dallas

La temporada de los Mavericks transcurre bajo la sombra de una decisión corporativa que aún genera debate. La salida de Luka Doncic el pasado febrero, en un traspaso que sorprendió a propios y extraños, dejó un vacío difícil de llenar. Curiosamente, quien ahora lidera el proyecto es otro joven rubio de mirada angelical, pero con un perfil físico y de juego muy diferente al esloveno.

La situación actual del equipo no es sencilla. La lesión de Anthony Davis tras apenas 11 minutos de juego, por una dolencia muscular, complica aún más la rotación interior de unos Mavs ya mermados por la baja de larga duración de Dereck Lively II. Con un récord de 12-19, los texanos ocupan la undécima posición en la Conferencia Oeste, en esa zona incómoda donde la lucha por el play-in se mezcla con la tentación del tanking.

El único aliciente inmediato es el posible regreso de Kyrie Irving en enero, lo que daría a Flagg un compañero de experiencia para seguir creciendo. Mientras tanto, el rookie debe asumir responsabilidades que pocos novatos conocen, liderando el ataque de una franquicia histórica en una de las ligas más competitivas del mundo.

El fantasma de los Splash Brothers

El partido también sirvió para constatar el final de una era. Klay Thompson, otro miembro de los legendarios Splash Brothers, apenas tuvo impacto con 7 puntos y un discreto 3/8 en tiros. Su decisión de abandonar la Bahía para buscar nuevos horizontes en Dallas, precisamente para jugar con Doncic, ha quedado desfasada por los acontecimientos. Ahora se encuentra en un equipo en reconstrucción, sin el base con el que soñaba compartir cancha.

Este contraste entre la leyenda en declive y la promesa ascendente ofrece una metáfora perfecta del ciclo natural del deporte profesional. Mientras Curry continúa demostrando que la grandeza no entiende de edades, Thompson muestra las dificultades de adaptarse a un nuevo rol lejos de la familiaridad de una década de éxitos compartidos.

Un récord que anticipa el futuro

Aunque la derrota en San Francisco haya sido amarga, los aficionados de Dallas ya tienen motivos para la esperanza. Flagg posee el récord de máxima anotación para un jugador de 18 años en la NBA, con los 42 puntos que anotó contra los Utah Jazz, superando los 37 que consiguió LeBron James en su momento. Esa actuación no fue un espejismo, sino una confirmación de su potencial ilimitado.

Su capacidad para jugar de alero, tras iniciar la temporada como base, demuestra versatilidad táctica poco común en un rookie. Esconde el balón con maestría al penetrar, utiliza su corpulento físico para proteger la posesión y muestra una facilidad innata para acercarse al aro botando con una sola mano, técnica que le permite finalizar por encima de defensores más pequeños.

La senda del aprendizaje

El encuentro navideño dejó claro que Flagg tiene el talento, pero necesita pulir detalles. Su toma de decisiones en momentos de presión, la selección de tiros desde la línea de tres y la capacidad para liderar a sus veteranos son aspectos que mejorarán con la experiencia. Precisamente, enfrentamientos como el de Curry aceleran ese proceso.

La NBA actual premia la paciencia y el desarrollo gradual. Equipos como los Warriors construyeron dinastías permitiendo que sus jóvenes estrellas crecieran junto a veteranos sabios. Dallas, a pesar del contexto complicado, tiene la oportunidad de crear un entorno similar para Flagg, especialmente si Irving regresa con la mentalidad de mentor.

Perspectivas para 2025

Con el calendario a punto de cambiar de año, los Mavericks se encuentran en una encrucijada. Por un lado, la tentación de asegurar una mejor posición en el draft para complementar a Flagg. Por el otro, la responsabilidad deportiva de competir cada noche y desarrollar la mentalidad ganadora de su joven estrella.

Lo cierto es que el 25 de diciembre de 2025 quedará en la memoria de los seguidores de Dallas como el día en que vieron nacer una nueva esperanza. Mientras el fantasma de Doncic sigue presente en las conversaciones, Flagg dibuja su propio camino con actuaciones que recuerdan a las leyendas más grandes.

El baloncesto, al fin y al cabo, es un deporte de ciclos. Las estrellas se apagan y otras nuevas las reemplazan. Lo que hace especial a este momento es la velocidad con la que Flagg asume el relevo y la clase con la que Curry le entrega el testigo. En esa transición, en ese intercambio tácito de sabiduría, reside la magia de una liga que nunca deja de sorprendernos.

La derrota en la Bahía, por tanto, no es más que una anécdota en la larga temporada que le espera a Dallas. El verdadero triunfo está en haber encontrado, al fin, un jugador sobre el que construir un proyecto sólido y emocionante. El resto, como enseñó Curry, es cuestión de tiempo, trabajo y aprender a ganar incluso cuando las cosas no salen perfectas.

Referencias

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