Rusia cierra puerto de Novorossiysk tras ataque con dron submarino ucraniano

Las fuerzas rusas bloquean la entrada a su principal base naval en el Mar Negro tras sufrir un ataque con dron submarino que dañó gravemente un sumergible clase Kilo

Las imágenes captadas desde el espacio no dejan lugar a dudas. La entrada principal del puerto de Novorossiysk, la más importante base naval rusa en el Mar Negro y puerto comercial vital para las exportaciones de petróleo y cereales, aparece completamente obstruida por una formación de barcazas y barreras subacuáticas. Esta decisión drástica, adoptada por las autoridades rusas el pasado 17 de diciembre, responde directamente a una audaz operación llevada a cabo por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) que incapacitó un submarino de la flota rusa mediante un vehículo no tripulado submarino.

El incidente, que ha sido documentado mediante fotografías satelitales difundidas por el movimiento de resistencia clandestino Crimean Wind, marca un punto de inflexión en la guerra naval del conflicto. No solo demuestra la creciente sofisticación de las capacidades submarinas ucranianas, sino que también revela una paradoja estratégica: las medidas defensivas rusas, lejos de proyectar fuerza, han terminado por restringir la movilidad de sus propias embarcaciones, creando una situación de estancamiento táctico.

El ataque que desencadenó el cierre

La operación, ejecutada en coordinación entre el SBU y la Armada ucraniana, tuvo como objetivo un sumergible del Proyecto 636.3 Varshavyanka, más conocido como clase Kilo. Este tipo de submarino, considerado una de las piezas más valiosas de la flota rusa en la región, sufrió daños significativos que comprometieron su estabilidad y capacidad operativa. Los sistemas de propulsión y los compartimentos herméticos resultaron afectados por una explosión controlada que causó una inundación parcial pero sustancial.

Aunque el Kremlin ha tratado de minimizar el impacto mediante la difusión de imágenes controladas y declaraciones oficiales que hablan de "daños menores", las fotografías satelitales del 16 de diciembre hablan por sí solas. El submarino afectado se observa flotando más de un metro por debajo de su calado normal, evidencia irrefutable de una inundación masiva previa a las labores de recuperación. Esta situación habría sido causada por la explosión de un dron submarino que logró infiltrarse en la zona restringida del puerto, evadiendo los sistemas de vigilancia y defensa perimetral.

La paradoja del bloqueo naval

La respuesta rusa no se hizo esperar. Varias barcazas fueron hundidas estratégicamente en la entrada del muelle naval, creando una barrera física que, según el analista naval noruego Thord Are Iversen, ya había sido empleada en ocasiones anteriores, aunque con menor intensidad. Una imagen del 4 de septiembre de 2023 mostraba una configuración similar, aunque el contexto actual difiere sustancialmente en términos de urgencia y alcance.

Lo que convierte esta medida en particularmente significativa es su doble efecto. Mientras las barreras buscan impedir el paso de drones submarinos ucranianos y vehículos de superficie, simultáneamente confinan a la flota rusa en una especie de trampa marítima. Los buques de guerra, incluidos los submarinos operativos, quedan atrapados en una cuenca cerrada, limitando drásticamente su capacidad para realizar incursiones rápidas o patrullas ofensivas en el Mar Negro. Esta autoinmovilización contradice los principios básicos de la guerra naval, donde la movilidad y la flexibilidad son esenciales.

En el momento del ataque, Rusia mantenía tres unidades de la clase Kilo activas en el teatro de operaciones del Mar Negro: el B-265 Krasnodar, el B-268 Veliky Novgorod y el B-271 Kolpino. Sin embargo, determinar cuál de ellos resultó dañado resulta una tarea compleja que requiere análisis meticuloso de las imágenes y patrones de movimiento.

Implicaciones estratégicas a largo plazo

El cierre del puerto de Novorossiysk no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia creciente en la guerra tecnológica del conflicto. Ucrania ha demostrado una capacidad asombrosa para desarrollar e implementar sistemas de drones marítimos que desafían la supremacía naval convencional. Desde los ataques contra el crucero Moskva hasta las incursiones en Sevastopol, la innovación ucraniana en este campo ha obligado a Rusia a adoptar medidas defensivas costosas e ineficientes.

Para Moscú, la pérdida temporal de un submarino clase Kilo representa un golpe significativo. Estas embarcaciones, diseñadas para operaciones de ataque contra superficies y objetivos terrestres, son fundamentales para el control del Mar Negro. Cada unidad inoperativa reduce la capacidad de disuasión y ataque de la flota del Mar Negro, mientras que las medidas defensivas adoptadas limitan la flexibilidad táctica de las unidades restantes.

El bloqueo del puerto de Novorossiysk representa un momento de inflexión en la guerra naval del conflicto ruso-ucraniano. Mientras Ucrania continúa desarrollando capacidades asimétricas que desafían la superioridad numérica rusa, Moscú se ve forzado a adoptar medidas defensivas que, paradójicamente, limitan su propia capacidad de maniobra. La incapacidad para proteger sus activos navales sin inmovilizarlos refleja un dilema estratégico que probablemente persistirá en los próximos meses.

La situación también pone de manifiesto la creciente importancia de la tecnología de drones en conflictos modernos, donde sistemas relativamente económicos pueden neutralizar activos militares de alto valor, forzando a las potencias tradicionales a reevaluar sus doctrinas de defensa naval. Para la flota rusa del Mar Negro, el puerto de Novorossiysk, lejos de ser un santuario seguro, se ha convertido en una jaula de su propia fabricación, simbolizando los desafíos que enfrentan las armadas convencionales en la era de la guerra asimétrica tecnológica.

Referencias

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