Mourinho se queda en tierra de nadie en el derbi de Lisboa

El Benfica empató ante el Sporting en un duelo donde volvió a mostrar limitaciones ofensivas, mientras el Oporto observa desde la cima

El derbi de Lisboa entre Benfica y Sporting no pasó de unas tablas que dejan un sabor agridulce en el conjunto de José Mourinho. El empate a uno, consumado en el estadio da Luz, permite al Benfica mantener su condición de invicto en la Liga Portugal, pero también expone las carencias que alejan al equipo de la contienda por el título. Mientras tanto, el Oporto, líder destacado, observa desde la distancia cómo sus perseguidores vuelven a ceder puntos valiosos.

El encuentro arrancó con un arranque terrorífico para los intereses locales. El Sporting salió al campo con una intensidad que desbordó por completo a los de Mourinho. La presión alta de los leones creó situaciones de peligro inmediatas, con Luis Suárez rozando el gol en los primeros compases. La lógica visitante encontró premio cuando el reloj marcaba el minuto 11: una acción fortuita, pero no por ello menos aprovechada, cambió el signo del duelo.

El error de Enzo Barrenechea en el borde del área propició el tanto de Pedro Gonçalves. El centrocampista argentino resbaló en el momento menos oportuno, regalando el esférico a un rival que no perdonó. El disparo cruzado del futbolista portugués batió la portería de Trubin, inaugurando el marcador y sembrando la incertidumbre en las filas benfiquistas.

Los minutos siguientes fueron un auténtico calvario para el Benfica. El equipo de Mourinho no encontraba sensaciones y el Sporting manejó el ritmo a su antojo. La pelota parecía ajena a los locales, que se tambaleaban ante cada contraataque rival. Sin embargo, poco a poco, y gracias a la experiencia de su banquillo, el conjunto lisboeta logró sobreponerse al temporal.

La posesión se convirtió en el bálsamo que necesitaban los de Mourinho. Con el balón en los pies, el Benfica empezó a tejer su juego y a acercarse con peligro al área defendida por Adán. La recompensa llegó en el minuto 26, cuando una jugada colectiva culminó en el empate. Dyego Sousa se incorporó con determinación hasta la frontal del área rival, sirviendo un pase raso que Heorhii Sudakov aprovechó para batir al guardameta desde el corazón del área pequeña.

El tanto calmó los nervios de una afición que había visto cómo su equipo sufría en exceso durante la primera media hora. Con el 1-1, el Benfica recuperó la confianza y controló el tramo final de la primera mitad, aunque sin generar ocasiones claras que pusieran en jaque la meta visitante.

La segunda parte arrancó con un guion diferente. El Sporting, consciente de que el empate no le beneficiaba en la lucha por la segunda plaza, salió a por el segundo gol. El Benfica, por su parte, optó por un planteamiento más conservador, replegando líneas para no sufrir en exceso. Esta estrategia, lejos de minar su espíritu, permitió a los de Mourinho crecerse en el terreno de juego.

Con el paso de los minutos, el conjunto local fue ganando terreno y generando ocasiones de gol. Los cambios introducidos por Mourinho dieron frescura a un equipo que necesitaba profundidad y desborde. Sin embargo, la falta de puntería y la inspiración de Adán en la portería del Sporting frustraron cada intento benfiquista.

Los dejas de Vangelis Pavlidis, los disparos lejanos de João Mário y las internadas de Ángel Di María no encontraron la senda del gol. La mala fortuna se combinó con la falta de precisión en los metros finales, un mal crónico que lastra las aspiraciones del Benfica en esta temporada.

Cuando el partido agonizaba, la polémica hizo acto de presencia. Una entrada dura de Gianluca Prestianni sobre un rival fue sancionada inicialmente con tarjeta amarilla. No obstante, el colegiado António Nobre recibió el aviso del VAR y decidió revisar la jugada en el monitor. Tras visionar la repetición, la dureza del desafío le llevó a rectificar su decisión y a mostrar la tarjeta roja al futbolista argentino, que abandonó el campo con la sensación de haber perjudicado a su equipo en los instantes finales.

El pitido final dejó un empate que sabe a poco para ambos contendientes. Para el Sporting, sumar un punto en el estadio da Luz es siempre un buen resultado, pero le aleja de la posibilidad de recortar distancias con el líder. Para el Benfica, mantener el invicto es un consuelo menor cuando se han cedido dos puntos vitales en la lucha por el título.

La estadística es tozuda: cinco empates en trece jornadas son demasiados para un equipo con aspiraciones de coronarse campeón. El Oporto, con dos partidos pendientes y una ventaja considerable, observa con tranquilidad cómo sus rivales directos vuelven a tropezar. Si los de Sérgio Conceição cumplen con los pronósticos este domingo ante el Tondela, la distancia en la cima se agrandará hasta límites insalvables.

Mourinho, lejos de mostrar su habitual seguridad, mostró gestos de preocupación en el banquillo. El técnico portugués sabe que su equipo necesita mejorar sustancialmente en la efectividad ofensiva si quiere mantenerse en la pelea. La posesión y el control no sirven de nada si no se traducen en goles, y el Benfica está demostrando ser un equipo incapaz de cerrar los partidos a su favor.

La plantilla, aunque llena de talento individual, carece de la contundencia necesaria para imponerse en los momentos decisivos. Jugadores como Pavldis, Di María o João Mário han mostrado destellos de calidad, pero la regularidad brilla por su ausencia. La defensa, por su parte, ha cometido errores infantiles que han costado puntos valiosos, como el de Barrenechea en esta ocasión.

El calendario no da tregua y el Benfica deberá reaccionar de inmediato si no quiere despedirse de la lucha por el título. Los próximos compromisos serán decisivos para las aspiraciones de Mourinho en su regreso a Portugal. La afición, que recibió con los brazos abiertos al técnico de Setúbal, empieza a mostrar signos de impaciencia ante la falta de resultados contundentes.

El empate en el derbi deja un regusto amargo en el seno benfiquista. Mantener la portería a cero es una proeza que se ha repetido en varias ocasiones, pero la falta de gol está lastrando las opciones de un equipo que necesita urgentemente encontrar su mejor versión. Mourinho tiene trabajo por delante y el tiempo empieza a agotarse.

La Liga Portugal entra en su tramo decisivo y cada punto perdido puede ser definitivo. El Oporto, con su solidez defensiva y su efectividad ofensiva, marca el camino a seguir. El Benfica, con su potencial y su estatus, debe reaccionar si no quiere convertirse en un mero espectador de la celebración de su máximo rival.

El derbi de Lisboa volvió a demostrar que el fútbol portugués vive un momento de gran igualdad, pero también de claros dominadores. El Oporto lidera con autoridad, mientras el Benfica y el Sporting se conforman con pelear por las migajas. Mourinho, el gran protagonista de la temporada, necesita encontrar urgentemente la tecla que desbloquee el potencial de un equipo que, sobre el papel, debería estar compitiendo de tú a tú por el título.

La polémica del VAR, las ocasiones falladas y el error inicial marcaron un encuentro que pasará a la historia como otro capítulo más de una rivalidad centenaria. Sin embargo, para los intereses del Benfica, necesita ser el punto de inflexión que lleve al equipo a la excelencia. De lo contrario, la temporada terminará en un fracaso que nadie en el club de la Luz está dispuesto a asumir.

Referencias

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