José Condessa, nacido en Lisboa en 1997, es hoy uno de los actores portugueses más solicitados. Su trayectoria comenzó en la infancia, cuando, con apenas tres años, subió a un escenario por primera vez. Su padre, un actor amateur de teatro, fue su primer referente y lo llevó consigo a ensayos nocturnos que sembraron en él una pasión que hoy es su profesión. A los cinco, ya interpretaba monólogos con toques de humor, y a los 14, ingresó en una escuela de arte dramático en Cascais, donde su vocación se consolidó como una carrera profesional.
Su talento no pasó desapercibido. Hoy es conocido por su papel de Eduardo en la serie de Netflix Rabo de Peixe, que acaba de estrenar su segunda temporada. La historia, basada en hechos reales, narra las consecuencias de un vertido de media tonelada de cocaína en un pueblo de las Azores en 2001. La serie ha sido un éxito internacional, y Condessa ha logrado conectar con el público gracias a su interpretación sensible y auténtica.
Pero su camino no se detiene ahí. Fue seleccionado por Pedro Almodóvar para formar parte del reparto de Extraña forma de vida, una película que le permitió trabajar junto a estrellas como Ethan Hawke y Pedro Pascal. También protagonizó El problema final, su primer largometraje en español, donde compartió escena con actores de la talla de José Coronado y Maribel Verdú. Estos proyectos han consolidado su presencia en el panorama iberoamericano y europeo.
A pesar de su agenda apretada —actualmente graba una novela en Portugal y prepara un proyecto en Brasil—, Condessa no pierde de vista sus sueños más profundos. Uno de ellos es escribir su propia serie, una forma de contar historias desde su perspectiva. Otro, aún más ambicioso: crear una compañía de teatro itinerante que recorra Portugal para llevar la interpretación a comunidades que no tienen acceso a salas de cine o plataformas de streaming.
Su relación con el teatro sigue siendo fundamental. Recientemente asistió al estreno de una obra en la que participó su padre, un momento emotivo que le recordó sus orígenes. “Verle en escena es una ilusión enorme”, confiesa. Para él, el teatro no es solo arte, sino herencia familiar y fuente de inspiración.
Curiosamente, Condessa también practicó fútbol en su infancia, llegando a formar parte de las categorías inferiores del Benfica. Pero fue el teatro el que finalmente lo atrapó. “Lo que empezó como un hobby se convirtió en mi vida”, dice. En la escuela de teatro, encontró un entorno donde todos compartían los mismos sueños, lo que le ayudó a ver el arte como una herramienta de transformación personal y social.
Aunque anhela un descanso, reconoce que está viviendo un momento profesional que antes solo podía imaginar. “No puedo parar ahora”, afirma con una mezcla de emoción y determinación. Su lema es claro: actúa por amor. Para él, la magia de la interpretación radica en la capacidad de hacer feliz a alguien, de tocar corazones y provocar emociones. Esa es la fuerza que lo impulsa, y la que lo seguirá guiando en cada nuevo proyecto que emprenda.