Con su voz inconfundible y una presencia escénica consolidada durante más de cuatro décadas, Pastora Vega (65 años) regresa al teatro madrileño con una propuesta que promete sacudir las certezas del público. En el ambigú del Teatro Infanta Isabel, la actriz se muestra radiante y segura de sí misma, a solo horas del estreno de Género de dudas, obra donde comparte cartel con Pablo Carbonell.
La pieza, una comedia que desgrana los secretos mejor guardados de una pareja durante una campaña electoral, sitúa a Vega en la piel de la esposa de toda la vida de un político. Un rol que le permite explorar las dinámicas de las relaciones consolidadas desde una perspectiva madura y llena de matices.
Una mirada al pasado profesional
Hace casi dos décadas, en 2006, Vega participó en una mesa redonda con compañeras de su generación para abordar la travesía del desierto de los 40, ese período donde las oportunidades profesionales escasean para las actrices de mediana edad. Recuerda aquel momento con claridad: "Me creía muy mayor con 46 años y ahora tengo 65. Entonces, había sido madre con 41 años después de haberlo sido por primera vez con 26, aún no me había separado de Manu [Imanol Arias, del que se separó en 2009], y ya me quejaba de que empezaban a escasear los papeles".
La actriz reflexiona sobre cómo el tiempo ha transcurrido a "velocidad impresionante" y cómo su percepción sobre la edad ha evolucionado radicalmente. Aquella mujer que se sentía mayor a los 46 años hoy se encuentra en su mejor momento, tanto en lo personal como en lo profesional.
La maternidad y los cambios generacionales
Uno de los temas que más le impacta es cómo ha cambiado la concepción de la maternidad. A los 41 años, Vega era considerada una madre de edad avanzada. Hoy, esa misma edad representa para muchas mujeres el momento ideal para tener su primer hijo. "Estamos en otro planeta, en ese sentido. En la crianza, en cómo se cuida a una mujer embarazada, en todo. En general, ha cambiado todo para bien, porque también somos más longevos y podemos hacer más cosas más tarde. Todo se va reconfigurando", explica.
Esta transformación social no es anecdótica para la actriz, sino un reflejo de cómo las estructuras vitales se adaptan a una nueva realidad donde la longevidad y la calidad de vida permiten replantearse los tiempos convencionales.
Una coincidencia teatral significativa
Curiosamente, Imanol Arias, su exmarido, también está estos días en cartel en Madrid, protagonizando una comedia de pareja junto a María Barranco. La coincidencia no pasa desapercibida para Vega, quien destaca que María Barranco comparte su edad y que Pablo Carbonell, su compañero de escena, es amigo íntimo de Barranco desde la juventud.
"Algo tiene que significar todo esto", reflexiona. "El ver, de pronto, que dos mujeres de más de 65 años podamos contar historias de mujeres en primera persona me motiva y me esperanza mucho". Esta representación de mujeres maduras en roles protagonistas constituye para ella un avance significativo en una industria que históricamente las ha relegado.
El atractivo de las historias de pareja maduras
¿Por qué las narrativas sobre relaciones consolidadas resuenan tanto con el público actual? Vega tiene una respuesta clara: "Son temas que realmente nos importan y afectan. El qué significa la pareja como sistema. Porque resulta que, el hecho de que, hasta ahora, fuese vista como el único sistema para el bienestar de quienes la forman, como pasaporte a la felicidad o como camino a la estabilidad, se está viniendo abajo a pasos agigantados".
La actriz, que ha vivido varias relaciones largas, habla con autoridad sobre la evolución del concepto de pareja. La obra que protagoniza justamente cuestiona estas estructuras, mostrando cómo los secretos pueden destruir no solo una relación, sino también las convicciones más arraigadas del espectador.
El mejor momento personal
Quizás la revelación más sorprendente de la conversación es cuando confiesa: "Por primera vez estoy disfrutando de vivir soltera". Una declaración que rompe con el estereotipo de que la felicidad personal depende de encontrar una pareja estable.
Este nuevo capítulo vital le permite centrarse en su carrera sin las complejidades que conllevan las relaciones de pareja. "A veces me tengo que recordar la edad que tengo y todo lo que he vivido, lo que he amado, sufrido, para llegar aquí", dice con una mezcla de nostalgia y satisfacción.
La escasez de papeles para mujeres mayores
A pesar de su entusiasmo, Vega no elude la realidad del sector: fuera del teatro, las oportunidades para mujeres de su edad siguen siendo limitadas. La industria audiovisual, en particular, muestra una representación escasa de personajes femeninos complejos y protagonistas más allá de los 60 años.
El teatro se convierte así en su refugio profesional, el espacio donde puede desarrollar personales con profundidad y donde la experiencia se valora como un activo, no como una limitación. "Género de dudas" representa precisamente esa oportunidad: un rol con matices, contradicciones y una fuerza que solo la madurez puede aportar.
Reflexiones sobre el tiempo y la evolución
A lo largo de la conversación, Vega demuestra una conciencia aguda sobre el paso del tiempo. No lo vive como una pérdida, sino como una acumulación de experiencias que enriquecen su trabajo y su visión del mundo. Cada etapa vital, desde su juventud en la televisión de los ochenta hasta su consolidación como actriz de teatro, ha aportado capas a su interpretación.
La actriz representa una generación que ha visto transformarse radicalmente la sociedad española, especialmente en lo que respecta al papel de la mujer. De ser una joven actriz en los inicios de la democracia a convertirse en referente de las artistas maduras, su trayectoria refleja los avances y las persistentes desigualdades del sector.
El futuro inmediato
Con las funciones de Género de dudas recién estrenadas, Vega mira al futuro con optimismo. La obra le permite explorar temas que le apasionan y conectar con un público que busca historias reales, complejas y alejadas de los clichés. La comedia, lejos de ser un mero entretenimiento, se convierte en un vehículo para cuestionar las estructuras sociales.
La actriz espera que el éxito de propuestas como la suya abra puertas para más proyectos protagonizados por mujeres de su generación. "Todo se va reconfigurando", repite, convencida de que el cambio, aunque lento, es inevitable.
En un momento donde la representación de la edad y el género en el arte es objeto de debate, Pastora Vega encarna una voz necesaria. Su experiencia, lejos de ser un obstáculo, se ha convertido en su mayor herramienta artística. Y por primera vez, lo hace desde la plenitud de una vida vivida sin ataduras, disfrutando de la libertad que solo la madurez y la soltería conscientemente elegida pueden ofrecer.